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1829 30 Abril 2015

 

 

Palabras por Alfonso Reyes Martínez
Armando Joel Dávila

 

Monterrey.- Siento una gran satisfacción el haber sido invitado a participar en este homenaje y presentación de la obra del poeta y diseñador gráfico Alfonso Reyes Martínez.

Quien ha trabajado un estilo de poemas que se extiende en los libros: Presencia en el tiempo; (1964), Péndulos rotos, (1966); Litoral de sombra (1974); Colección de poemas (1976); Prisión del aire y otros poemas, (1985); Arenas de olvido,(1994); Naufragio de la voz, (1996); Oscuro territorio, (2000); Al filo del deseo, (2009), y este libro que hoy sale a la luz: Poemas (antología personal), cuya primera sección “Rosa de frágil geometría” contiene sus poemas inéditos, 33 poemas, bajo la línea que ha perfeccionado a lo largo del tiempo. Su estilística de construir el edificio poético se va depurando hasta el poemario que hoy presentamos, donde ustedes comprobarán este trabajo tan minucioso, de un poeta que se ha esforzado por buscar la calidad en el lenguaje, las metáforas, imágenes, y un novedoso acomodamiento de las palabras en la página en blanco.
    
Me estimula sobremanera el haber sido invitado por la Universidad Autónoma de Nuevo León a ser parte de este homenaje a Alfonso Reyes Martínez. Estoy convencido que nuestro rector, doctor Jesús Ancer Rodríguez ha realizado un excelente trabajo en el rubro de la difusión de la cultura hacia la comunidad. Con su brazo ejecutor el secretario de extensión y cultura, licenciado Rogelio Villarreal, y su director de publicaciones, el doctor Celso Garza Acuña. A todos ellos mi sincera felicitación por estas tareas que han efectuado a lo largo de cinco años. ¡Enhorabuena por su labor incansable!
    
Alfonso Reyes Martínez, poeta, diseñador, maestro universitario, periodista cultural y editor de libros. Es un afortunado por su esfuerzo y nos alegra a todos los que lo conocemos. Que la vida y la sociedad le den más reconocimientos.
    
Mi mayor alegría es estar aquí en este acto con mi más cercano amigo Alfonso, a quien conozco desde 1975, en la Preparatoria 16, cuando fui invitado a impartir clases de Taller de Redacción. Ahí le dije que escribía poemas, luego me hizo un comentario: que mis poemas tenían semejanza con los de Alí Chumacero. Desde esa época conseguí  los textos Palabras en reposo e Imágenes desterradas de este poeta nayarita.
    
Desde ese momento se inició una amistad que no ha terminado. No ha habido en estos 40 años, ninguna diferencia a tal grado que desde entonces hemos trabajado juntos. Siempre me ha invitado colaborar en la edición de libros, actividades políticas y fui su secretario en los puestos que ha ocupado. Pero lo más valioso para mí ha sido colaborar de cerca en el inicio de la publicación de Salamandra en su segunda época y un sinfín libros, cuadernos y colecciones editoriales, amén de viajes relacionados con las actividades propias de la Dirección de Publicaciones del Gobierno del Estado de Nuevo León.
    
El haber conocido al arquitecto Alfonso Reyes me satisface en diversos grados: ha sido amigo, mi mejor maestro, mi mecenas, mi hermano mayor,  mi editor. No me cansaría de agradecerle su estímulo en muchas de las actividades de mi vida. Fue mi maestro en el arte de la poesía, ha corregido mis poemas y mis libros, y publicó mi primera plaquette de poesía. Siempre he estado muy cerca de él. Le debo muchísimo en todos los aspectos de mi vida, no me cansaré brindarle mi más sincero agradecimiento en su trato, su estímulo, ayuda para mi persona. Alfonso es en realidad como su señor padre, que fue en su vida un caballero, un hombre de una pieza: era artista, crítico de arte, dibujante de gran calidad, escultor y maestro universitario.  En fin, un humanista que abarcó varios campos del arte. Tuve la suerte de conocerle y de tratarle y me siento muy afortunado de haber escuchado y sus consejos, que grabé en mi mente. Se lo debo a Poncho, que me permitió tratarlo. Hablar de él es hablar de diseño de todo tipo de libros, folletos, libros de arte, objetos artísticos.
    
Esta tarde nos convoca un homenaje a un hombre que merece mucho más de Nuestra Máxima Casa de Estudios,  por su gran aportación como maestro, líder en asuntos políticos, diseñador de textos, informes y directivo universitario.
    
Este reconocimiento en el área de la edición de libros conlleva el homenaje a un hombre que ha entregado su vida a una tradición que arranca de su padre, Alfonso Reyes Aurrecoechea, quien fundara la Editorial “Alfonso Reyes” y publicara una serie importante de libros, que se ocuparon en su momento de elevar la cultura de nuestra comunidad.  Alfonso, nuestro homenajeado en este día, posee el germen especial para amar los libros y continuar con creces la pasión de su progenitor.
    
El noreste de México es de una aridez en la cultura y en su paisaje, habitado por hombres que han batallado para sacarle el fruto a esta tierra, por tal motivo, el hombre de estas tierras se ha convertido en un ser austero, héroe en mangas de camisa, diría Alfonso Reyes, víctima del clima extremoso del desierto, en donde predomina la avaricia y la riqueza del industrial y la pobreza del pueblo. Alfonso ha vivido junto al pueblo, junto a los jóvenes universitarios que son la conciencia de nuestra gente y junto a ese sueño verdadero que engrandece a los seres humanos. Es por lo que ha luchado y sé que nunca lo abandonará.
    
Alfonso desde su época de estudiante de arquitectura, emprendió el arte de la poesía, el que se conjugó con la edición de libros y una militancia política, que lo llevó a ser presidente de su generación y posteriormente a ser parte de la lucha por la autonomía de nuestra Universidad y la fundación del sindicato universitario. Inicialmente buscó con otros camaradas la democracia y el pase automático del estudiantado. Todo ello lo llevó a avanzar en el sueño por una sociedad más justa y libre para expresar sus inquietudes. Es un hombre que escucha y te da la anécdota del poeta culto, sabe que hablar de los mayores te inspira fuerza para enfrentar los retos de una sociedad cada día más dividida e injusta.

“Rosa de frágil geometría” contiene la cúspide de un estilo y un trabajo de la experiencia de años, reflejo de una potencia contenida, pero también de una pasión desbordada. Fruto de un árbol generoso y apasionado por la vida, hay en él una auténtica verdad que se traspasa y se sacrifica, como una rosa que se entrega a la luz, para morir en una brega encarnizada, sabiendo que la sombra, en un instante,  la cubrirá de luto. Los asuntos de su poesía han sido desde el principio nada anecdóticos, se sostienen por una asimilación de la poesía inglesa, de T.S. Eliott, la norteamericana de Emily Dickinson, e. e. cumings, la francesa de Apollinaire, de Saint  John Perse y Rimbaud; los alemanes Hölderlin y Paul Celan; de los italianos Eugenio Montale y Cesare Pavese; pero la influencia más obvia es el libro es de Octavio Paz: su libro Salamandra es una evidencia clara, al haber dado el nombre a la revista fundada por él, así como los poemas de Blanco, Topoemas, y los excelentes textos del poeta colombiano Álvaro Mutis, la poesía japonesa de Matsuo Basho, los mexicanos imprescindibles Manuel José Othón y el zacatecano Ramón López Velarde y el poema “Muerte sin fin”, de José Gorostiza, así como “Nostalgia de la muerte”, de Xavier Villaurrutia y por último José Emilio Pacheco.
    
Encuentro en “Rosa de frágil geometría” un lenguaje demasiado trabajado por el autor, que rehuye  la anécdota y se ciñe a jugar con la palabra: la desolación, el misterio, el deseo, el sueño, la combustión de los cuerpos, el naufragio, sinónimo de la muerte, las llamas, la ceniza, la cópula y la pasión. La rosa es un elemento reiterativo en todos los textos poéticos del autor y adquiere muchos significados: la brevedad de la vida, el sexo de la mujer, los labios y la belleza de un instante. Y los temas más contundentes: el tiempo, la muerte, el silencio, la luz y el agua. Asuntos que los griegos consideraron básicos: fuego, aire, tierra y agua. Si escudriñamos en todo el libro, solamente en un poema el creador se manifiesta plenamente, en el llamado “Recuerdo”, ( p.41 ), es un yo que habla de su pasado. Y un único texto que nos transmite entusiasmo, titulado “Ana María”, ( p.40 ).
    
“Rosa de frágil geometría” es la culminación de un estilo; sigue los parámetros que Eligio Coronado escribiera en la Antología de la Poesía Nuevoleonesa:

     La disposición tipográfica de sus textos espacios en blanco en vez de comas, versos que en ocasiones van de derecha a izquierda, diversos tipos de letras se combinan con un lenguaje minuciosamente trabajado para producir un efecto estético y una atmósfera de intemporal ideas. Aún la reiteración adjetival  que obsede al autor persigue ese propósito.

    
Son poemas que se sostienen por su compacta serenidad, por su celebración de la existencia del hombre en este mundo, por saber lo que un antiguo sabio, por lo general griego o romano, Heráclito o Marco Aurelio, filósofos que fueron al centro del pensamiento humano, y que nosotros todavía no llegamos a las fronteras de la comprensión del ser y su pensamiento.
    
Mi hermano mayor Alfonso Reyes Martínez se llena de orgullo cada vez que un libro sale de las prensas, o cada vez que emprende una nueva aventura editorial. Su bonhomía  y su constante búsqueda de los artistas de la plástica, no son más que el reflejo de su amor por el arte. Su amistad con los poetas Miguel Covarrubias, Horacio Salazar Ortiz y Andrés Huerta, y uno de los más apreciados y admirados por todos: Jorge Cantú de la Garza, es de una cercanía de verdadero grupo. Todos estarán siempre estarán contentos de que el benjamín del grupo, publique un nuevo libro.
    
Gracias a todos por la paciencia de escucharme.

* Texto leído por el autor, en la entrega a Alfonso Reyes Martínez del Premio al Mérito Editorial 2015, otorgado por la Universidad Autónoma de Nuevo León. Casa Universitaria del Libro, Monterrey, 23 de abril de 2015.

 

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