Demagogos, caudillos y dictadores
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Enrique Krauze publicó en el periódico El Norte/Reforma el artículo “Caudillos e instituciones” (24/5/15). En esencia, se trata de descalificar las candidaturas independientes que él asocia con el ascenso de la anti-política.

“Toda democracia funciona con partidos políticos. Son, si se quiere, un mal necesario, pero las alternativas son peores”.

El argumento de Krauze es endeble: sin partidos políticos no hay democracia, así que las candidaturas independientes, por anti-políticas, no son democráticas. Incluso son pasto para “demagogos, caudillos y dictadores”. 

Para empezar, las candidaturas independientes no son la causa del desorden político, sino la consecuencia del hartazgo ciudadano sobre la política imperante. Son el remedio a los excesos de la partidocracia, no el germen de ningún autoritarismo.

¿Es Lorenia Canavati enemiga de la democracia? No. ¿Es Tatiana Clouthier una posible demagoga, caudilla o dictadora? No. Ambas, como candidatas independientes, son una alternativa a la forma tradicional de hacer política en México.  

¿Contribuye Chema Elizondo más que ellas a la democracia, porque es el candidato oficial del Partido Humanista? No. ¿Abona más al desarrollo político de Nuevo León el “Pato” Zambrano porque es el abanderado del PT a la alcaldía de Monterrey? No.

A diferencia de lo que opina Krauze, los candidatos independientes no son la enfermedad sino un síntoma y al mismo tiempo una vía de escape de la descomposición del sistema electoral vigente. Ni los partidos son la base de la democracia, ni la participación de ciudadanos a título individual es un riesgo social.

De hecho, es difícil encontrar históricamente un demagogo al margen de un partido político. Ningún caudillo o dictador llegó al poder como candidato independiente; llegó al poder por las armas, sometiendo al resto de los ciudadanos, cobijados y solapados muchas veces por partidos políticos, esas instituciones que tanto defiende Krauze en su artículo.