Margarita Zavala fuera de lugar
Eloy Garza González
San Pedro Garza García.- El destape como aspirante presidencial de Margarita Zavala es un salto al vacío. Su declaración, tan anticipada a tres años de las elecciones de 2018, fue un paso en falso, un error de cálculo que le costará caro a ella y a su marido, Felipe Calderón, desde que amenazaron con quedarse con la dirigencia nacional de su partido.
Margarita se equivocó en tres aspectos que vuelven inviable su posible candidatura por el PAN o por la vía independiente.
Primero, la debacle electoral del PAN el pasado 7 de junio, no fue tan contundente como le hubiera gustado a Margarita y a su marido para orillar al abismo a la cúpula que encabeza Gustavo Madero. Con sus 108 legisladores, la bancada panista será el principal contrapeso en la composición del Congreso de la Unión. Ganó las elecciones para gobernador en Baja California Sur y Querétaro. Se quedó con las jefaturas delegacionales de Benito Juárez y Miguel Hidalgo. En todo caso, nada que ver con la derrota panista que recibió el PAN al finales del mandato de Calderón: esa sí una verdadera paliza (perdieron hasta Los Pinos).
Segundo, si el PAN anticipara gallos para la candidatura presidencial, además de Gustavo Madero, la primera en apuntarse sería Xóchitl Gálvez, foxista de extracción indígena, tan política como empresarial, tan emprendedora como audaz. Su fresca personalidad contrasta con la deslucida figura de Margarita Zavala. Además, Xóchitl ganó la delegación Miguel Hidalgo contra todo pronóstico porque no tenía recursos, ni alianzas políticas notables. Lo suyo fue una hazaña; lo de Margarita, en cambio, una hablada.
Tercero, Margarita se precipitó al anunciar sus aspiraciones presidenciales porque no ha medido el despliegue del grupo de Gustavo Madero en las posiciones estratégicas de partido. Ante este reacomodo de fuerzas internas, Calderón y su esposa tienen poco qué hacer: son más parte de la historia que del futuro de su institución política. Y afuera del PAN, a Margarita sólo la espera el frío de la opinión pública. No es una mujer que por sí misma despierte simpatías: su ambición carece de alma y magnetismo popular.
Estos tres aspectos resumen lo que pretende Margarita Zavala con su declaración precipitada, e ilustran la frustración de sus intenciones presidenciales que no llegan siquiera a ser arranque anticipado de proselitismo: mucho ruido y pocas nueces. O, en otras palabras, no es que Margarita se adelante a los tiempos electorales; es que simplemente éstos, los de ahora, ya no son sus tiempos.
