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1905 14 Agosto 2015

 

 

Espionaje y WhatsApp
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- En Nuevo León vivimos el boom del espionaje telefónico. O se espía o se inventan las voces de quienes se pretende difamar.

De ahí que muchos actores políticos, empresariales y de la farándula local migren del celular ordinario al WhatsApp. O a otras aplicaciones similares como Wickr, que según expertos, es uno de los medios más seguros porque sus mensajes enviados y recibidos desaparecen en cuestión de segundos si así lo decide el usuario.

En realidad, aplicaciones como Wickr o WhatsApp resisten más o menos bien las pruebas para ser hackeados. En la prehistoria de las redes sociales lo más seguro era usar el PIN del blackberry, mensajería instantánea tan hermética y encriptada que hubiera sido la ideal aunque este servicio nunca tuvo buena calidad de recepción en Nuevo León.

Tanto Wickr como WhatsApp son permanentemente interactivos (como lo es Twitter desde un plano social). Pero a diferencia de WhatsApp, Wickr tiene una encriptación adicional gracias a que disuelve en un santiamén los mensajes, lo cual lo vuelve menos manipulables al espionaje.

Por otro lado, tanto Whatsapp como Wickr mejoran emocionalmente a los usuarios, porque les estimula la sociabilidad. Convivir con los demás activa en el cerebro la oxitocina, más conocida como la hormona de la felicidad, por su condición de promover las conductas afiliativas. Si a eso se suma que opera en un contexto de seguridad virtual, las relaciones humanas aumentan exponencialmente. A la mayoría nos da igual si nos espían o no, pero nunca es grato saber que al otro lado de la línea una oreja entrometida atiende lo que confesamos o informamos a un amigo o familiar.

Mediante el chat colectivo, WhatsApp enseña a no mentir en las relaciones personales y propicia las habilidades y competencias para el trabajo colaborativo y la adaptación inmediata al entorno social, además de favorecer la creatividad propia del intercambio de ideas. Condición con la que no cuentan otras aplicaciones como la mencionada Wickr, tan segura como efímera.

Claro está, no todo lo que reluce es oro: tarde o temprano WhatsApp será un sistema de pago, y esa misma condición comercial mermará las ventajas actuales de la comunicación sincrónica a partir de los smartphones y lo hará más propenso a ser hackeado o espiado por las propias compañías telefónicas o por el aparato público, tan afecto a investigar ilegalmente a los gobernados. Sin embargo, siempre contaremos con una aplicación alterna que ofrezca el mismo servicio de comunicación. Esa es la ventaja actual del Internet y la desventaja para los oficiantes sombríos del espionaje telefónico.

 

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