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1906 17 Agosto 2015

 

 

Guerra, control y violencia
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- La violencia frena el desarrollo de México. Enrique Peña Nieto lo sabe, como lo supo, desde un principio, Felipe Calderón, el hombre que desató la guerra. Millones de mexicanos les hemos planteado esta reclamación igual al panista que al mexiquense. Nunca nos hicieron caso.

¿Cien mil muertos y 30 mil desaparecidos en nueve años? Bah, todo el mundo sabe que en México la vida humana es la más barata de las mercancías. Pero quien ahora pone de manifiesto la ligazón entre las matanzas y la anemia que sufre la economía nacional es Agustín Carstens, gobernador del Banco de México.

En un documento que envió al Congreso de la Unión, Carstens dice: “México debe llevar a cabo esfuerzos adicionales encaminados a fortalecer las instituciones y el Estado de Derecho, ya que, por ejemplo, la falta de seguridad pública tiene efectos negativos sobre la confianza, inhibe una asignación eficiente de recursos en la economía y dificulta el crecimiento de la vida económica”. No es un comentario de Juan Pérez. Es un análisis del titular del banco central, hombre de la, digamos, casa presidencial. Uno entiende que el gobierno ordenó los medios sumisos al presupuesto soslayar la nota.

Los Junco de la Vega, quienes no son hermanitas de la caridad, probaron, una vez más, que tienen muchas falencias pero son independientes. Peña Nieto no reaccionó, por lo menos hasta la tarde de ayer, a la bomba que hizo estallar Carstens. O tal vez sí lo hizo, a su manera. El gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, pidió a Peña Nieto militarizar la entidad. Supongo que ése es el programa. Seguirían, por lo pronto, Tamaulipas, Michoacán y Guerrero. Y después…

Naturalmente, la crisis no se resuelve manu militari. El Ejército y la Armada pueden invertir varios siglos en su función de “abatir” lo mismo a narcos que a inocentes. Ya sabemos que por cada hampón que cae hay diez pistoleros en lista de espera para ocupar el vacío. No hay superávit de inteligencia en ninguno de los tres escalones de la administración pública, pero tampoco sufre de retraso mental la gente que, aparentemente, manda en México. El cártel de la globalización sabe muy bien lo que está haciendo. Nuestra democracia es un bebé de seis meses que nació enfermo y es la mano del autoritarismo la que mece la cuna.

Por lo demás, aunque duele decirlo, parece que la inmensa mayoría de los mexicanos gustosamente trueca sus incipientes derechos por una despensa. Como que eso de la democracia no va con nosotros. La, digamos, cultura de la corrupción, hermanada con la abulia de los mexicanos, es un regalo de los dioses para los globalizadores.

México es la Tebas de Edipo: “…La ciudad, como tú lo estás viendo, padece horrible tormenta y no puede sacar la cabeza del fondo del sangriento oleaje”.

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hugo1857@outlook.com

 

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