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1927 15 Septiembre 2015

 

 

¿Los moralinos despertaron?
Samuel Schmidt

 

Ciudad de México.- A unas horas de estallada la última guerra entre Israel y Hamas se levantaron voces en el mundo denunciando el genocidio palestino y la asimetría en la guerra.

Israel es culpable de haber construido un gran ejército y una economía de alta tecnología líder en el mundo, mientras Hamas usaba el dinero para la reconstrucción de Gaza en la construcción de túneles para asestar golpes mortales a Israel. Además del desvío de enormes recursos a cuentas secretas de los líderes palestinos.

Los “líderes morales” actuales decididamente ignoraron la asimetría democrática: mientras en Israel hay una fracción musulmana en el parlamento, en los países árabes, incluido Gaza, está limitada la entrada a no musulmanes debido a la persecución religiosa. Mientras en Israel la mujer es líder política, científica y cultural, en los países árabes las matan si salen sin permiso.

En Israel los árabes viven mejor que en los países árabes. Paralelo a la “crisis” en Gaza, había voces denunciando los crímenes de lesa humanidad contra amplios segmentos de la sociedad Siria. Los falsos humanistas guardaban silencio, aun ante el rescate israelí a heridos graves. Posiblemente el silencio se deba  a que en la masacre del presidente sirio no podían culpar ni a judíos ni al Mosad; esta institución se ha convertido en la fuerza más poderosa del mundo, igual como en el discurso judeófobo puede hacer todo: comunistas, capitalistas, curan enfermedades que ellos crean, hasta un imbécil dice que el Mosad creo a ISIS.

Mientras crecía la crisis de los refugiados sirios, pasando de un millón a otro, los moralinos guardaban silencio; ahora, con cuatro millones de refugiados, ocho millones de desplazados, siguen silenciosos. La caricatura de los caricaturistas de La Jornada, que fueron muy militantes anti israelíes y anti judíos, no se terminan de enterar de lo que sucede en Siria, o temen denunciar a los verdaderos culpables.

Con mucha frecuencia leí condenas a lo que sucedía en Siria, normalmente de fuentes judías o en boca de judíos. Y no podía ser de otra manera. El pueblo judío ha vivido por largos siglos la persecución más brutal, insensata e irracional. Todavía campea por el mundo el deseo de la desaparición del pueblo judío; de hecho, no se escuchan voces de los moralinos denunciando los llamados a la desaparición de Israel por Irán, o contra los negacionistas, que sostienen que el holocausto de la segunda guerra mundial es un invento. El argumento va desde la estupidez que es para conseguir reparaciones alemanas, hasta que se maneja para negociar con la culpa.

Pero finalmente el mundo despertó. Ahora se asume que la crisis siria es un problema mundial y que los países deben absorber a los refugiados. Muchos países ganarán porque absorberán profesionistas y miembros de la clase media, a otros se les colarán terroristas como suele suceder en estos casos. Estos refugiados llegaron para quedarse, porque su país está hecho pedazos; y qué bueno que encuentren un espacio donde recuperar el futuro que les arrebató la intolerancia y la promoción del odio.

No sorprende, sin embargo, que las puertas de los países árabes estén cerradas para ellos, así como la han estado para palestinos y otros refugiados. Los jeques no muestran solidaridad ni misericordia por nadie, creen que Alá los puso en el mundo de la riqueza para explotarla como buenos oligarcas. Tienen palacios de oro mientras su sociedad está hundida en el analfabetismo.

El mundo atraviesa por una vergonzosa época de odio. El espectro es amplio, aunque hay algunos que odian a más de uno: judeófobos, islamófobos, homófobos, mujerófobos, hombrófobos, negrófobos, y a todo aquel que sea distinto; la lista por desgracia es demasiado larga y tiende a empeorar, porque la irracionalidad, la intolerancia, y el odio cada día ganan más adeptos. El problema adicional es que se apoderan de países con lo que la gravedad aumenta; ya vimos con Alemania lo que sucede cuando el motor del Estado es el odio y lo estamos viendo con Irán.

La fiebre de salvamento a los sirios tendrá corto alcance y desafortunadamente no se extenderá a otros grupos de perseguidos.

Europa no tardará en encontrar la excusa para cerrar sus puertas; de hecho, ya lo limitaron a 160 mil. América dirá que ya cumplió y los árabes seguirán cómodamente viendo cómo los demás se destrozan, para luego con sus aliados neo liberales caer como aves de rapiña, para apoderarse de lo que queda y con los inmensos recursos de la reconstrucción.

Pensándolo bien, tal vez esto último es lo que explica la crisis, aunque lo agrava esa enseñanza a odiar a tu prójimo, por encima de todas las cosas.

 

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