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1939 1 Octubre 2015

 

 

¿Uso electoral de la contracultura?
Eloy Garza González

 

San Pedro Garza García.- Por no creer en la inteligencia colectiva, Steve Jobs fue una especie de demonio para muchos jóvenes de la Generación Net. No le podían perdonar su éxito capitalista.

Pero su lema “Piensa Diferente” puede bautizar a todos los movimientos contraculturales, alternativos o marginales de las nuevas tecnologías.

Franz Zappa solía decir que la cultura oficial “te sale a la vuelta de cualquier esquina, pero tras los movimientos contraculturales, tiene uno que ir personalmente”.

Hasta hace varias décadas, uno podía toparse con Steve Jobs, en su etapa contracultural, fuera de Silicon Valley, viajando hasta “North Country Blues”, o instalándose en el atracadero “When the ship Comes In”, donde el creador de Apple interpretaba desafinadamente las canciones de Bob Dylan. Ahí el joven Steve fumaba marihuana, practicaba la meditación transpersonal y era un geek aficionado a la piratería.

Pero el Steve más contracultural, el ídolo para cualquier hacker actual, está en un modelo de negocio tan comercial como lo es iTunes. Con esta tienda de contenidos multimedia, Jobs ideó un sistema de captura secreto de hábitos, gustos, tendencias y aficiones de los consumidores que confiaban sus datos personales a iTunes, desde que se “ganchaban” por primera vez a comprar canciones en línea. La captura de esta información era tan simple y segura, que nunca recibieron ninguna queja de algún comprador.

Pero al ceder cada usuario a Apple su correo electrónico y su número de tarjeta de crédito, se creó una voluminosa big data. iTunes convirtió a cada uno de sus usuarios en suscriptores de una revista en línea personalizada según la preferencia de cada uno de ellos.

Por eso iTunes y Apple completaron una colosal base de datos de alrededor de 225 millones de usuarios activos, una cantidad de personas mayor al número de habitantes de nuestro país. La cifra es muy superior a la que gestiona la big data de Walmart, American Express, PayPal, Visa y Amazon, entre otras empresas.

Ojalá esta mina de datos no la descubra nunca ningún político mexicano. Porque su uso cambiaría las tendencias en un proceso electoral futuro.

 

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