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1950 16 Octubre 2015

 

 

Fuero militar
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- Hace cosa de ocho años todos o casi todos aplaudimos la decisión de Felipe Calderón de sacar al Ejército a la calle para reprimir a los cárteles de la droga. No había alternativa. Las corporaciones policiacas estaban tan podridas como lo están ahora.

Pero el entonces Presidente panista nos dio a entender que la intervención militar era provisional. Se trataba, al menos así lo entendimos muchos, de ganar tiempo mientras se organizaba una Gendarmería nacional con formación paramilitar –algo parecido a la nueva Guardia Civil española– que, con espíritu de servicio, una formación profesional y equipos adecuados, tendría la responsabilidad de imponer la paz y el orden.

Las cosas sucedieron de otra manera. El Estado creó la Policía Federal que no sirve para nada y ahora hay más personal castrense en las ciudades y el campo. Desde luego, destruir a las gavillas de sicarios es la parte más fácil de la tarea: el blindaje del tráfico de estupefacientes está en el lavado de narcodólares. Pero esa es o, mejor dicho, sería responsabilidad que compete a otros servicios.

Por ninguna parte vemos que el gobierno tenga la voluntad política de erradicar el trasiego de la droga. Y preocupa, mucho, la creciente presencia de tropas en todos los espacios de lo que fue el cuerno de la abundancia. ¿Qué nos están dando el Ejército y la Armada? Ejecuciones extrajudiciales, torturas, abusos, arrogancia, proclividad a humillar a los civiles independientemente de que tengan o no un cargo público. Y lo peor: la inmunidad que les da el fuero militar.

Desde que estábamos en la Prepa se discutía si México, en verdad, necesitaba tener toda esa estructura militar. ¿Vamos a entrar en guerra contra Estados Unidos? Bah: nos mandan a los sheriffes de Falfurrias, Texas, y nos hacen pedazos. ¿Estallará un conflicto armado con Guatemala o Belice? Lo que hemos tenido, siempre, ha sido un Ejército de cuartelazo, guerra civil, golpe de Estado.

Desde el desembarco del brigadier Barrazas hasta la Intervención francesa, quienes han hecho frente con gallardía y patriotismo al invasor extranjero son los civiles formados en las milicias. Ni Zaragoza ni González Ortega ni Porfirio Díaz ni Escobedo eran militares profesionales. Esto, para sólo citar a unos pocos.

Vaya contradicción la de terrales y mareantes de uniforme: los héroes en quienes dicen inspirarse fueron cadetes abatidos por los gringos. Y de la mano de los gringos comen generales y almirantes. Si el próximo Presidente de Estados Unidos es demócrata, podremos respirar tranquilos. Pero si por uno de esos azares del destino gana Trump las elecciones, lo mejor que podemos hacer es emigrar en masa a Siria o Afganistán.

Pie de página
Porrúa es uno de los orgullos de México. La casa cumple 115 años de llevar al cabo la más noble de las tareas. Editar y vender libros en un país de  analfabetos es tarea de titanes. Si Porrúa sólo se hubiera limitado a la colección “Sepan Cuantos…” ya con eso tendría asegurado un lugar de honra en la Historia. Y todo esto lo hacen en la hermosa edificación colonial  donde nació la editora. Lástima que nuestro gobernador sólo lea el Libro Vaquero. No sabe lo que se pierde.

hugo1857@outlook.com

 

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