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1954 22 Octubre 2015

 

 

El Cuarto Poder no existe
Hugo L. del Río

 

Monterrey.- El que controla la televisión controla al Estado, asentó Ryszard Kapucinski, quien algo sabía de estas cosas. La regla, naturalmente, tiene sus excepciones, como lo acabamos de probar en Nuevo León.

La campaña electoral y, sobre todo, la renuencia de Rodríguez Calderón a abrir la cartera han dejado muchos arañazos tanto en la piel del gobierno como en la de las megacorporaciones que basan su poder en la TV. El malentendido da pie a varias reflexiones.

En México el Cuarto Poder no existe. De entrada, son tan escasos los medios independientes que los podemos contar con los dedos de las manos y nos sobran digitus, como decían los latinistas. La sociedad sabe perfectamente que el universo mediático es un apéndice de los hombres y mujeres que desde hace siglos nos ofrecen una mala caricatura de gobierno.

En Nuevo León  casi todos los cabezales de la Prensa escrita –mi arma–causan, todo al mismo tiempo, desprecio, asco y lástima. En papel y tinta tenemos muy pocos periodistas y muchos pasquineros. Y es que un periodicucho, administrado con la mentalidad de un lenón, deja millones de pesos.

La radio y TV están peor. Los únicos productores alfabetizados y con formación profesional son, a mi juicio, mi amigo el arquitecto Benavides y José de la Luz Lozano. Poco pueden hacer ellos en estos pantanos de aguas pútridas.

Lo que los concesionarios nos ofertan como noticiarios son, en realidad, espacios dedicados a la publicidad comercial y la propaganda política. La reciente consulta comicial confirma la debilidad de estos programas de mercadotecnia.

Desde que los locutores son analistas, los reporteros somos intelectuales, dijo Manuel Buendía. Pero, como dice sabiamente el proverbio, con estos bueyes tenemos que arar.

Pedro Zorrilla capeó durante seis años las tormentas de tinta que desencadenó en su contra El Norte. Pero hasta donde recuerdo, la TV se mantuvo neutral. Además, el pegaso de El Porvenir todavía podía volar, mal, a duras penas, pero aún volaba y siempre estuvo a favor de Zorrilla. Y, finalmente, Echeverría apoyaba al entonces gobernador.

Rodríguez Calderón no tiene esos elementos a su favor. Y alguien, de su equipo, debería recordarle que más vale un mal arreglo que un buen pleito. Nunca arrojan un resultado positivo los enfrentamientos con los que Malraux llamaba medios de apelación a las pasiones colectivas.

Desde luego, nunca aceptaremos que el de Galeana soborne con nuestro dinero a las cadenas televisivas. Pero sí aconsejamos que negocie un acuerdo. Su equipo sabe hacer estas cosas. Lo acaban de manifestar con el entendimiento que lograron con los diputados locales.

Este mundo de la comunicación social es  complicado. El Norte impuso al Bronco en contra de las telecadenas porque el lector es un animal pensante a diferencia del telespectador quien, pasivamente, se conforma con ver la imagen y escuchar el sonido sin poner a funcionar el sistema neuronal. Y sí, más que posible, es probable que Jaime Heliodoro complete su periodo aunque la TV lo combata, cosa que los locutores harían con saña pero sin inteligencia.

Pero, ¿para qué librar un día tras otro, durante seis años, una guerra sin cuartel? Los magnates de los medios electrónicos son soberbios, pero hasta ellos deberán admitir que perderán audiencia e ingresos si continúan con su boicot.

La noticia es la noticia y el medio que no la difunde –sobre todo cuando se sabe que la conspiración del silencio responde a intereses de pecunia– pierde credibilidad.

Pie de página
Ángel Quintanilla combina el vigor y la energía de un chico de 18 años con la sabiduría del veterano que ha librado mil batallas. Mi admiración, respeto y afecto al amigo y editor, quien ayer cumplió años.

hugo1857@outlook.com

 

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