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1967 10 Noviembre 2015

 

 

Encrucijada del mundo judío
Samuel Schmidt

 

Ciudad Juárez.- El discurso de Netaniahu en la ONU fue esclarecedor, confrontó y denunció directamente el silencio del mundo frente a las agresiones a Israel. En la actual oleada de terrorismo que vive Israel no hay una sola condena contra los perpetradores y sí tonos fuertes contra la respuesta.

Una judeofobia de largo aliento recorre al mundo y obliga al mundo judío e Israel a repensarse.

En el mundo judío conviven distintos grados de judeidad; estos van desde la ortodoxia, que niega al Estado de Israel, y el ateísmo, que crítica a dios. La obra de Sand (profesor de la Universidad de Tel Aviv) que muchos judeófobos utilizan como argumento, aborda la cuestión: cómo dejar de ser judío siendo israelí.

Dror sostiene que el futuro de Israel estriba en que sea un estado judío y democrático, lo que según Roudinesco es una contradicción, quien sugiere que un estado judío implica una cierta exclusión; aquellos que no lo son viven en el estado porque es democrático, pero no podrán gozar de todos los privilegios de los judíos. En este sistema el peso de la religión es decisorio, al grado de acercarse a la teocracia, porque somete al Estado a criterios religiosos en temas resueltos por el laicismo: matrimonio, muerte, identidad, derechos de diversa índole.

Es innegable el avance de la democracia israelí. Los árabes y musulmanes israelíes viven mejor que en cualquier país musulmán; los católicos y cristianos israelíes gozan de libertad de culto, mientras con frecuencia son exterminados en países musulmanes, como lo ha mostrado ISIS. Una de las críticas más rotundas a la política de Sharon en Líbano fue la película Vals for Bashir, que recorrió el mundo, la contraparte iraní es el libro de Marina Naimat, Prisoner in Teheran, condenada a muerte por estar en una protesta y obligada a casarse con su ejecutor para perdonarle la vida.

El libro se escribió en Canadá, donde se refugio la autora. La amplitud democrática permite que los homosexuales palestinos sean libres en Tel Aviv, porque en los países árabes los matan, pero las exclusiones de los no judíos crea situaciones complejas, que algunos sienten produce ciudadanos de segunda.

El hecho que la democracia israelí esté a años luz de los países árabes y de muchos occidentales, no justifica estas diferencias. Roudinesco concluye que los israelíes deben repensar si quieren ser un estado judío o democrático.
La crítica al gobierno de Israel no implica un acto de racismo, disfrazar el odio a los judíos en un discurso anti sionista o anti israelí, es judeofobia. El recurso imbécil de decir que no son antisemitas porque no solamente los judíos son semitas, muestra claramente la judeofobia de los que lo esgrimen.

Negar el holocausto va en esta línea, busca minar el peso de la tragedia en la conciencia y el imaginario judío y mundial profundizando la judeofobia y convenciendo al mundo sobre la violencia anti judía.

El momento migratorio del sionismo parece haberse agotado. Los judíos siguen migrando pero ya no en números significativos. El sionismo se redefinió bajo la premisa de reconocer la centralidad de Israel para la vida judía, y sin duda que este factor ha jugado un papel central en la identidad judía y en la judeofobia.

Ha adquirido fuerza la diasporización, que consiste en comunidades judías fuertemente asociadas a los países en los que viven, donde se comprometen cultural, económica, política y socialmente. El mundo judío debe repensar esta condición con el sionismo y la lucha contra la judeofobia, porque esta busca destruir a los judíos. Francia es el mejor ejemplo actual.

El mundo judío también evolucionó; en Estados Unidos pasaron del socialismo que creo los sindicatos, al acercamiento de algunos sectores a la derecha republicana. Esto no implica un problema de lealtades contradictorias; lo definió muy bien el chef español que está enfrentado al racismo de Trump: soy español y americano. Se puede ser judío, sionista y mexicano, con el nivel de compromiso y activismo que cada quien escoja, porque son sus opciones libertarias y democráticas.

Los israelíes deben repensar la relación con los palestinos, superando la visión de que son víctimas de las víctimas. Algunos piensan que esto atraviesa por la creación de un estado palestino. Pero repensarse se hace considerando factores extra judíos y extra regionales, porque ni los judíos ni Israel existen en el vacío.

El mundo judío se enfrenta a un renacimiento del odio disfrazado de falso humanismo pro palestino. Esos críticos guardan silencio frente a las atrocidades de Assad o de ISIS.

Aunque la persecución no es algo nuevo, un mundo judío fuerte, orgulloso y con un estado que impulsa una nueva cultura judía, tiene que cambiar la ecuación del pasado.

 

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