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2006 4 Enero 2016

 

 

Las Escuelas Normales Rurales
Ismael Vidales Delgado

 

Monterrey.- Año de 1900, el problema educativo en México era enorme, once millones de habitantes poblaban el territorio nacional, de los cuales tres millones eran indígenas que aprendían el español al ser incorporados a los batallones combatientes, el analfabetismo rebasaba el 80 por ciento.

Se calculaba que se requerían 67 mil 500 maestros, muchas escuelas y mucho dinero para sostener una educación pública, de tal forma que en ese contexto, se crearon las escuelas rudimentarias que nacen el 10 de mayo de 1911 cuando Jorge Vera Estañol, Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes (25 de marzo-25 de mayo de 1911), presentó ante la Cámara de Diputados la iniciativa de ley para establecer en la República escuelas de instrucción rudimentaria, que tenían como objetivo ofrecer a los indígenas: el habla castellana, lectura, escritura y las operaciones fundamentales de aritmética. Estas escuelas serían independientes de las escuelas primarias y trabajarían dos periodos al año. Porfirio Díaz manejó políticamente la creación de estas escuelas, que no llegaron a funcionar porque la Revolución estalló y Díaz abandonó el país.

Hacia 1920 había apenas un puñado de escuelitas dispersas en el medio rural, eran como un puntito de luz entre la miseria y la superstición, a ellas llegaban los maestros misioneros que son el antecedente de la Escuela Rural Mexicana que tomó fuerza al triunfo de la Revolución.

Al crearse la Secretaría de Educación Pública por el presidente Álvaro Obregón, fue designado José Vasconcelos como titular de la misma, rindiendo protesta en el cargo el día 2 de octubre de 1921. Sus primeras palabras fueron: “El camino de la verdadera civilización sólo se encuentra volteando de raíz los criterios que hasta la fecha han servido para organizar pueblos; arrancando de las conciencias el pensamiento de que es legítimo construir lujo y refinamiento sobre la miseria de las multitudes; sustituyendo todas las construcciones carcomidas, por el concepto de que no es posible que un solo hombre sea feliz mientras exista una criatura víctima de la injusticia. Educar a la masa de los habitantes, es mucho más importante que producir un genio.”

De 1921 a 1924 se fundaron las: Casas del Pueblo y las Misiones Culturales, las Escuelas Normales Rurales, las escuelas Rurales Campesinas y la Casa del Estudiante Indígena.

Al término del cuatrienio obregonista José Vasconcelos expresaría “Nunca pagaré mi deuda de colaboración a los centenares de maestros de ambos sexos, que en todo el país tomaron las labores de la Secretaría a mi cargo como una misión de patriotismo y tarea personal entusiastamente cumplida”.

La primera etapa de las escuelas normales rurales abarca de 1922 a 1926 y se autorizó a los directores para que elaboraran sus propios Planes y Programas así como a que promovieran aceleradamente a los alumnos que lo merecieran, a fin de proveer de maestros al país. Fue una etapa de incertidumbre y experimentación. Esta etapa comprende la creación de las escuelas Normales Rurales en: Tacámbaro y Parácuaro, Michoacán el 22 de mayo de 1922; en Molango, Hidalgo en 1923; en Atlixco, Tehuacán, Huauchinango y Matamoros de Izúcar en Puebla; Juchitán y Amuzgos, Oaxaca; Chicontepec, Veracruz; Uayalcéch, Yucatán; Tecomán, Colima; La Esperanza, Sinaloa; Jalapa de Méndez, Tabasco; San Antonio de la Cal, Oaxaca; abarcó esta etapa las gestiones administrativas de Vasconcelos, Bernardo J. Gastélum y José Manuel Puig Casauranc.

En la segunda etapa de estas instituciones, la Dirección de Misiones Culturales elaboró en 1927 el primer Plan de Estudios que entró en vigor en 1931, algunas escuelas conservaron el nombre de Normales Rurales y otras fueron nombradas como Escuelas Centrales Agrícolas.

Había en el país apenas 4 mil escuelas primarias y el entusiasmo de los maestros había decrecido, Moisés Sáenz Garza expresaba: “La vida cuaja en moldes viejos. El débil reflejo de la escuela se pierde en la penumbra del subconsciente”. Abrió las primeras escuelas secundarias y echó a andar las clases por radio, instituyó la Casa del Estudiante Indígena y las Centrales Agrícolas (Decreto del 16 de marzo de 1926, Plutarco Elías Calles) en las que se tenía fuertes esperanzas para el desarrollo agropecuario del país; éstas quedaron ubicadas en Santa Lucía, Durango; el Mexe, Hidalgo; Roque, Guanajuato; y La Huerta, Michoacán. Cada escuela tenía 500 hectáreas de tierra cultivable, huertas, viñedos, establo, apiarios, ganado vacuno, equino, porcino, etc.; siguieron luego, Santa Teresa, Coahuila; El Quinto, Sonora; Xocoyucan, Tlaxcala; y Champusco, Puebla; además se fundaron las Normales de Río Verde, San Luis Potosí; Cerro Hueco, Chiapas y Ozuluama, Veracruz.  En este periodo fueron Secretarios de Educación Casauranc y Moisés Sáenz Garza.

Las normas bajo las cuales funcionaron las Normales Rurales, fueron dictadas por el Secretario Puig Casauranc, y eran, entre otras:

  • La Escuela Normal Regional para maestros rurales tendrá por objeto preparar educadores para las escuelas establecidas en los campos.
  • Dependerá del departamento de Escuelas Rurales e Incorporación Cultural Indígena de esta Secretaría, quien le atenderá por conducto del Director de Educación Federal el Estado.
  • Tendrá anexo un establecimiento de Educación Primaria que siga el Plan de Trabajo de las Escuelas Rurales expedido por la Secretaría.
  • Contará con el personal necesario para desarrollar las actividades de los alumnos – maestros y de los niños de la primaria, así como lo indispensable para albergar dentro del edificio a los alumnos internos que proceden de núcleos indígenas vecinos del lugar de su ubicación.
  • El establecimiento contará con el siguiente personal: un Director que tenga a su cargo la higiene y la coordinación de las actividades del propio plantel; los maestros rurales necesarios encargados del cuidado de los niños de la escuela primaria anexa; un agrónomo o práctico en agricultura e industrias derivadas; los maestros de materias generales y de talleres; la servidumbre que pueda atender el cuidado de los talleres y de los campos sembrados.
  • La Escuela Regional para maestros rurales recibirá en su seno alumnos mayores de 15 años, de preferencia indígenas insolventes y señoritas mayores de 14 años.
  • Habrá algunos alumnos externos, sujetos a las prescripciones que establezca la escuela.
  • Los alumnos, al ingresar a la escuela, deberán gozar de buena salud y además poseer conocimientos sobre lectura, escritura y cálculo.
  • La carrera de maestro rural se hará en cuatro semestres, al cabo de los cuales los alumnos aprobados  recibirán un Diploma suscrito por el Secretario de Educación Pública, en nombre del señor Presidente de la República.
  • Durante estos cuatro semestres, los alumnos tendrán oportunidad de revisar el Plan de Trabajo de las escuelas Rurales Federales, practicando ampliamente las actividades campestres, los trabajos y oficios, las pequeñas industrias y las materias generales que señala, y atenderán su cultura física dedicándose diariamente a los ejercicios marcados en el citado Plan.
  • Recibirán además un Curso de educación Rural, y conferencias sobre la economía rural, formación de sociedades cooperativas de obreros y campesinos, comités de salubridad, de educación y cultura social, asociaciones de madres, de protección a la niñez, etc., llevando lo que los señores conferencistas sostengan en sus tesis respectivas.
  • Para los conocimientos que vayan adquiriendo se prevé una aplicación inmediata: desde su egreso, los aspirantes a maestros tendrán oportunidad de dirigir a los niños y niñas de la Escuela Primaria Anexa, permaneciendo con ellos la mayor parte de su tiempo diario.
  • El establecimiento contará con una biblioteca al alcance e los alumnos, para que consulten cualquier asunto o estudio, punto de discusión y hagan labor de investigación personal.
  • El Internado será una institución a base de hogar, un grupo de tipo familiar en donde los alumnos, encuentren una gran fuerza ejemplar y amistosa en el maestro y un amplio ambiente de orden y libertad.
  • Los maestros, según todo lo dicho, tomarán como norma de conducta desarrollar los impulsos sanos, mejor que reprimir las tendencias perversas. Es decir, harán pocas prohibiciones y sostendrán pocas reglas negativas.
  • Aprovechando las materias primas y los elementos existentes en la región, podrán establecerse en la escuela las siguientes actividades: agricultura, arboricultura, hortaliza y floricultura; apicultura, lechería, conservación de frutas, tejidos de fibras duras, de lana y algodón; sericultura, cerámica,  pulimento de mármoles, carpintería, herrería, etc.
  • Los alumnos trabajarán en los talleres y campos de la escuela con verdadera formalidad, dada su edad y condiciones; atenderán a su cultura física con todo empeño y harán labor de investigación en la biblioteca.
  • No habrá en la escuela ni reconocimientos ni exámenes de fin de curso, pero si habrá un examen profesional teórico-práctico.

Además, los cursos regulares (Los estudios duraban dos años divididos en semestres) para la formación de maestros rurales, darán a los candidatos la siguiente preparación:

  • La preparación académica indispensable para el trabajo de incorporación cultural que les será encomendada.
  • La preparación profesional necesaria que los capacite para el ejercicio inteligente del magisterio en las comunidades rurales.
  • La preparación práctica en agricultura y crianza de animales, oficios e industrias, a fin de ponerlos en condiciones de promover efectivamente el progreso de las pequeñas comunidades.

La tercera etapa es la que se refiere a la modificación del Plan de Estudios con vigencia de 1932 hasta 1936, las normales optaron por planes de dos y de tres años. El  de dos años, tenía un semestre propedéutico y tres de acentuación profesional; el de tres años consideraba cada semestre como un grado y se trabajaban cinco meses y una semana de exámenes. Los planteles que establecieron el programa de tres años fueron: Xocoyucan, Tlaxcala; Oaxtepec, Morelos; y Ayotzinapa, Guerrero, el resto continuó con el plan de dos años.

En la cuarta etapa, las Normales Rurales se transforman en "Regionales Campesinas" (fusionando las Agrícolas y Normales) con planes de tres años, dos dedicados al aspecto agrícola y uno a la formación pedagógica. Luego se establecerían cuatro años, pero funcionaron de manera irregular, esto ocurrió de 1936 a 1939.

En la quinta etapa, las regionales Campesinas subsistieron hasta 1940 y se convierten luego en las actuales Escuelas Normales Rurales y en las Escuelas Prácticas de Agricultura, con planes de cuatro años y los cursos son anuales en vez de semestrales.

La sexta etapa, las escuelas normales Rurales y Urbanas determinan en 1942 homologar sus planes de e estudio, se autoriza la revalidación entre ambas, los maestros egresados de las Normales Rurales con seis años de experiencia  en escuelas del campo tienen derecho a solicitar trabajo como catedráticos en las normales semi-urbanas. Esto debilitó a las escuelas normales rurales ya que los alumnos empezaron a cambiarse a las  Normales Urbanas, además las escuelas primarias habían crecido mucho más que las rurales y se conseguía empleo más fácilmente, amén del atractivo que de por sí ofrecía la ciudad.

La séptima etapa vio desaparecer los planes de estudio de 1969, 1972 y 1975 eminentemente rurales y dio la bienvenida  a la era  cultural dejando atrás la etapa agrícola. Las Normales empezaron a corromperse, el ingreso privilegiaba a los familiares de maestros, trabajadores e influyentes y dejaba fuera a los hijos de campesinos, los exámenes de admisión a pesar de ser bilingües daban ventaja a los estudiantes urbanos, además  ya no fueron aplicados por la Dirección General de Educación Normal, sino por la Dirección General de Evaluación y Revalidación (DGEyR).

El sueño de transformar a México desde la perspectiva de la educación rural, que reivindica a los indígenas y campesinos, se disipó sin haber logrado nada, excepto un rico anecdotario de esperanzas, promesas, esfuerzos heroicos, ilusiones rotas y tierras flacas.

En 1993 las escuelas normales, rurales, urbanas, experimentales, Centros Regionales de Educación Normal y Normales del Desierto, se transfieren a los Estados, y quedan bajo su responsabilidad. Ahí está su destino.

Ojalá que, estos gobiernos federal y estatales modernos escuchen las voces antiguas, como la de Frank Tanenbaum (1933 autor de la obra “La paz por medio de la revolución”) que sentenciaba “Ningún resultado de la Revolución Mexicana es tan trascendente como su movimiento de educación rural”; o la de John Dewey (1936-maestro de Moisés Sáenz Garza) que escribió: “No hay movimiento de educación en el mundo que presente un espíritu más íntimo en las actividades escolares y la comunidad, que el de la escuela rural mexicana”; o la del senador Shepard del Congreso de Estados Unidos (marzo 16 de 1938) quien dijo refiriéndose a la educación rural “El nuevo sistema de la educación en México es uno de los logros más notables de su Revolución”.

¡Estos sueños míos! Siempre me da por lo imposible, pero ni modo, soñar es cosa noble y ser un soñador me satisface: soy feliz.

 

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