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2075 8 Abril 2016

 

 

El testamento de la barbarie
Roberto Guillén

 

Sin Estado se impondría la barbarie.
Hobbes

Monterrey.- Cuando los desfiguros del Poder consiguen germinar la flor de una obra literaria, como Las tierras arrasadas de Emiliano Monge… ¿de qué estamos hablando?

¿De una selfie con la barbarie?

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Y la travesía por México se convirtió en la pesadilla del sueño americano:
No debí haberlo intentado…no debí nunca haberme ido…y pensar que yo creía que sí podría… por pendejo… por no creer que no se puede… que uno sale siempre derrotado… que lo derrota a uno este sitio… que lo derrotan siempre a uno estas gentes… convirtiéndolo en perro… un animal, pues, solamente...

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Así como la senadora Layda Sansores le entregó en sus manos al Presidente Peña Nieto el libro donde se relatan sus tranzas para posibilitar a su cónyuge una mansión de ocho millones de dólares, conocida como la Casa Blanca… debería el padre Alejandro Solalinde apostarse frente a la Casa Blanca donde despacha Barack Obama y hacer entrega de Las tierras arrasadas, donde el escritor nos revela el epitafio de la centroamericana condición humana: “la vida no vale nada”.

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Página tras página  los escenarios que describe en-el-Tiradero…  Monge nos convence de que el verdadero eslogan del congreso de la Unión tiene más que ver con aquellos ojos que ha cocido el llanto y cuyas almas ha el miedo descosido:

En la patria del vacío, la barbarie es primero.

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En el corazón del matadero se perdió la señal cósmica… algo así como “el número que usted marcó está apagado o se encuentra fuera de nuestra área de servicio”.

Le pedí a Dios que ayudara… que no dejara que eso nos hicieran… yo rezaba y ellos se reían… luego me sacaron afuera y me tiraron al lodo… me dijeron síguele rezando a ver qué pasa… y me quedé ahí tirada… en medio de la oscuridad y el olor a podrido… ahora sueño con el olor ese a podrido… y ya no rezo...

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Así lo escribimos en el libro Migración y Humanismo, en la vida del padre Pedro Pantoja:

El migrante es una denuncia ambulante que exhibe los triunfalismos de la era.

En el norte y en el sur permanecen los registros de la barbarie:

La masacre de San Fernando movió la sensibilidad de la cronista Alma Guillermoprieto para hacer una compilación de 72 textos, que representan al número de víctimas que perecieron en el lugar. Y en el sur el periodista salvadoreño, Óscar Martínez, lo documenta en su libro Los migrantes que no importan.

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La que quiere tanto a Epitafio y el que quiere tanto a Estela, protagonizan el delirio de un oxímoron en el corazón del matadero: El bestiario de la selva ha sido domesticado. La literatura de Monge es como un rayo laser que nos musita la otra Revelación: mira… que descafeinar a la misma Selva… pues qué tan mierdas somos los seres humanos.

Efectivamente, Emiliano Monge nos describe el testamento de la potencia que no podemos ser… claro, el testamento de la barbarie.

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La teatralidad del “ni los oigo ni los veo” se ha traducido en lo que Javier Sicilia denomina “la miserabilización de la gente”:

En el corazón del matadero los “sinnombre” regurgitan su propia nadería…que literaturiza el epitafio de la  condición humana:

Epitafio, Sepelio, Osaria, Cementeria, Ausencia, Mausoleo…

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El hoyo negro de la migración centroamericana es una fosa clandestina… y un holocausto que descansa en la hipocresía gringa.

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Los que ya no esperan nada de la suerte… han sido liberados por la Literatura…


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