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2106 23 Mayo 2016

 

 

La vida conyugay
Joaquín Hurtado

 

Monterrey.- Escena I.- Sala de estar. Ventanal con vista a las montañas y villas miseria. Duncan y Malcom fuman, beben café, maniobran artilugios informáticos. Sale la criada indígena. Duncan (molesto, sin soltar el ifon). Amor, pero si te dije que hoy tenemos compromiso; es el cumple de Leíto. Prometiste llevarle mariachi.

Malcom (aparta la tablet). Olvidé agendarlo, cariño. No podré asistir, sorry.

Duncan. Mentiroso, desde que nos casamos dices puros pretextos para eludir responsabilidades de consorte. ¿Qué sucede, ya no me amas, te aburriste de mí?

Malcom. Tengo pendientes con el jefe, reuniones con proveedores, pedos, yo qué sé.

Duncan. Conflictos los que nos vamos a echar si no cumplimos con Tim y Jim, Leíto es su adoración, lo sabes. El niño no tiene la culpa, apenas se está adaptando, es adoptado. Eres igual de frívolo que los estereotipos que tanto criticas en tus artículos de Face. ¿Para qué salimos del clóset?

Malcom. Qué güeva de fiestas, sean de chuecas o derechas, todas aguadas. Me provoca gastritis.

Duncan. Un compromiso es un compromiso, ahora discúlpate con Tim y Jim. Te advierto que esta vez no solaparé tu injustificable ausencia. Eres una perra, para qué aceptaste ser el padrino de ese pobre niño. No lo quieres porque es de piel morena, eso es todo.

Malcom. Bájale a tu tonito de mandona y no me acuses de racista, que mi bisabuela era pura mexicana. Yo sé lo que hago con mi tiempo. No me laten las fiestas infantiles, eso es todo, punto.

Duncan. El tiempo ya no es tuyo, chiquita, lo sabías, firmaste el contrato. Me enteré por un tuit (muestra la pantalla del ifon) del cambio de planes, conozco tu debilidad por las tecnovestidas y electrodrags. Esa clase de vida ya la dejamos atrás, me lo prometiste desde nuestro compromiso, ¿o ya no lo recuerdas?

Malcom (cínico). Jaja. Que si estoy harta de baby shower, madrecitas, quinceaños, navidades, despedidas, entierros y cenas con ancianas disecadas. Que si vieras lo que disfruto los viajes en crucero con tus tíos celulíticos. Que si ya me cansé de tu modelo de familia socialité. Claro que estoy out. Odio tus esquemas de decencia homo y political correctness. ¿Está claro?

Duncan. ¡Blasfemia! Mal agradecida. Tú estuviste en los Pinos con el señor presidente cuando le declaramos la guerra a la homofobia. Hasta selfis te tomaste con él. Le besabas las manos por su apoyo a nuestra causa, por su lucha contra la discriminación. Hipócrita. ¿Ya se te olvidaron los años tenebrosos en el clóset, los crímenes de odio?   

Malcom. Salimos de wuategay para entrar a jotipior. Dile a Tim y Susan que tengo viaje a Nueva York, cita con los coreanos en la armadora, diles cualquier piña.

Duncan. ¿Dijiste Susan?

Malcom. No dije Susan.

Duncan. Sí dijiste Susan. Ahora me debes una explicación. ¿Te acostaste con ese asqueroso, tiene sida, lo sabías?

Malcom. Estás loca. Para que te enteres, Susan adelgazó porque cambió de sexo, allá se quedó: en Cuba hasta los pájaros viven más libres que una. Mariachis a mí, ¡ja!

Duncan. Loca me conociste, loca me tienes por tu actitud irresponsable, indigna de la comunidad elgebetera que tan bonitos elogios recibió del presidente. Loca por tus traiciones.

Malcom. Sabes qué, novelera, ai te ves. No soporto tus tangos gayfriendly. Y métete al presidente por el dropbox.

Duncan. Vete y no vuelvas, maricón vergonzante.

Malcom. Vergüenza la tuya que niegas la cruz de tu puterío. Conmigo no van los modelos de parejas doble moral, cursis y piñateras. De una vez te lo digo para que lo sepas, qué asco de jota eres, convertida en dama de la vela perpetua. Das lástima con tu barba hipster y  modales de ramera. Conservadora, trepadora.

Duncan (empuña el ifon a modo de revolver). Fuckyou. Me violentas psicológicamente y violas mis derechos humanos. Agarra tus mugres y lárgate, exijo el divorcio.

Malcom (escribe veloz en la tablet). Voy que vuelo. Te mandaré a mis abogados.

Duncan (arroja lejos el ifon, se arroja a los pies de Malcom). No, amor, por favor perdóname, no me hagas caso. En mi familia no se tolera el divorcio. Eso jamás.

Malcom (sin soltar la tablet). Cállate y levántate, papelera. Bésame. Por cierto, a Leíto le compras el regalo más caro de Palacio, algo de género incluyente, de mi parte.

Duncan besa la mejilla de Malcom y recoge el ifon. Entra la criada indígena.


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