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2111 30 Mayo 2016

 

 

Bernie Sanders: abuelo de las causas perdidas
Eloy Garza González

 

Monterrey.- El 11 de abril de 2016 no fue un buen día para Hillary Clinton. En la mañana, los líderes sindicales de uno de los bastiones del partido demócrata, el célebre Transit Workers Union-Local 100, que representa a casi 40 mil transportistas de Nueva York, le dio la espalda por decisión unánime.

Habían preferido ofrecer el apoyo de sus agremiados al viejo, gruñón y cascarrabias de Bernie Sanders, un político independiente, un outsider durante toda su carrera política hasta que en 2015 se afilió al Partido Demócrata.

Pero eso no fue lo peor del día para la señora Clinton. Por la tarde, sucedió otro hecho inusitado. Sanders, senador de Vermont, ex alcalde de Burlington por casi una década y por quien hace apenas unos meses nadie en los medios o entre el electorado (incluso liberal) apostaba ni un céntimo como posible candidato presidencial, se apersonó entre los huelguistas del sindicato CWA de la empresa de Telecomunicaciones Verizon, apostados en Time Square, justo en el corazón de Nueva York. Tenían semanas negociando el contrato colectivo de trabajo, rechazado, una y otra vez, por la patronal de la empresa.

Sanders fue recibido como héroe sindical, “uno de los nuestros”, como se dice en el argot. No era la primera vez que el viejo Bernie acometía este tipo de apariciones muy al gusto de gayola. Pero hacerlo en la recta final de la contienda interna en contra de Hillary Clinton, era un evidente grito de guerra, y al mismo tiempo, una ratificación de su declaración de principios, defendido por él desde su adhesión a la Liga Socialista de la Juventud, en los lejanos y turbulentos años sesenta.

Era de esperarse que Lowell McAdam, presidente de Verizon, tildara al viejo Bernie de despreciable ignorante y de no tener los pies en la tierra. Pero al curtido aspirante, que ha vivido más años como político independiente que como militante de un partido, y que ha recibido denuestos a granel por lo que él denomina el establishment económico y político de Wall Street y Washington, había cumplido una vez más su objetivo: echarse a la bolsa al enorme y representativo sindicato CWA, de Verizon, y mandar al mismo tiempo otro claro mensaje a la clase obrera de EUA, como los que suele emitir desde hace décadas: “En nombre de cada uno de los obreros de América, y de quienes sufren las mismas presiones, les agradezco lo que hacen. ¡Venceremos!”. Todo un eslogan sacado del Manifiesto Comunista.

Conocer los planes e ideas de este viejo obstinado, de personalidad más compleja de lo que aparenta, no es una simple curiosidad política para cualquier espectador del apasionante proceso de las elecciones presidenciales de EUA. Bernie Sanders representa (metafóricamente porque nunca ha sido obrero sino un burócrata de altos vuelos) una parte de la América pobre, olvidada, resentida de la incompetencia de su casta política y deseosa de poner en práctica, al costo que sea, el Estado asistencialista y providencialista. Son esos electores que aspiran al sueño imposible del colectivismo y que apoyan con ese fin a un redentor también imposible: Bernie Sanders.

Los ataques que ha recibido, más llenos de adjetivos descalificativos que de argumentos como sucede con los curiosamente malos artículos del premio Nobel de economía, Paul Krugman, o las notas oprobiosas de los medios afines a los demócratas como CNN, Times o el mítico Washington Post, no hacen más que reforzar la posición de este populista de izquierda, que no tiene propuestas sino consignas y que promete el proteccionismo comercial más cerrado que sea posible, además de meter a la cárcel a los grandes banqueros (sin excepción), la pronta redistribución del ingreso, sanidad, educación y empleo universal, con el simple recurso mágico del gasto público. No dice cómo pero sí afirma que es para ya.

Sin duda, no obtendrá los suficientes delegados ni ganará de lejos la nominación demócrata, pero a la postre, simbólicamente, esta no será la elección de Hillary Clinton, defensora realista del statu quo, sino la elección del viejo campeón sin corona, Bernie Sanders, guerrero iluso en las formas pero maquiavélico en el fondo, de las causas perdidas de la clase obrera norteamericana, aun cuando no tenga los pies en la tierra, como se lo reprochó el presidente de Verizon.


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