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2111 30 Mayo 2016

 

 

La saliva de Livas
Joaquín Hurtado

 

Monterrey.- Javier Livas, prohombre de la sociedad regiomontana, exitosa abogacía, ex-panista, editorialista del periódico El Norte; el sábado 28 de mayo publicó una rapsodia homofóbica que es música para los oídos.

Me encantan las democracias positivistas que hablan en lenguas reactivas y corajudas, como la Mocha Regiomontana. O la Donlad Trump. Lástima de tanto espumarajo, es un adagio su diatriba legalista anti-gay. Su bajo continuo  hetero-patriarcal-soft-core de la era Nixon no va más allá de los lugares comunes esgrimidos por la clerecía impresentable. Rollazo cansino y frívolo.

Dispara, de entrada flechas envenenadas con sus propios anticuerpos, (se) ataca:

“Naciste varoncito, ¿pero no te gustaría ser niña?... ¿De qué sombrero farandulero sacan la idea de que los niños tienen el derecho a escoger su género?”

Perdón pero no juegue con fuego. Speak loud, please. Explíquese. La iniciativa presidencial sobre el “matrimonio gay” que nos han presumido deja al margen el artículo Tercero constitucional; en cambio, pasa directo a reformular el Cuarto, el cual es excluyente en materia ídem. ¡Discriminación! Ilegalidad Republicana.  

¿De dónde saca que nos queremos reproducir a través de manipular a las criaturas? A alguno no le gustan los hombres ¿y eso qué importa? Lo extraño es que parece lamentarlo. Se duele de los privilegios obsequiados a cambio de casi nada al grupo de personas que a él no le atraen sexualmente. Según su lógica, no existen metafísicas minoritarias sexuales respetables si no se avienen a las luchas civiles “serias” reservadas a los ciudadanos “normales”. La fuerza del arcoíris le parece minúscula comparada con los ejes empresariales conservadores de un país piramidal más papista que el Papa.

En cierto sentido el presidente le comió el mandado a los despistados. Hasta a los luchadores de la izquierda más radical les cayó la noticia de Los Pinos como agua helada. Pero todo se supera en el mercado electoral de un país en coma. Los reflectores del buen fario han recaído sobre EPN; el presidente incluso se tomó selfis con la luz más amable de uno de los monumentos más sombríos de la cultura machista mexicana: el escándalo de los 41.

EPN es un político muy mediocre, mago muy malo en el circo de la gobernanza; nos hizo voltear a verlo en el número de la diversidad. Pues ya hizo sus quince minutos de fama. No le cuesta nada lucrar con el cuento de los Derechos Humanos de los sumisos mexicanos. Nada. Gana tiempo. Riza otro bucle a la momia de la Revolución Institucional Mexicana.

Que se revuelque la Mocha Regiomontana, que vomiten sapos los obispos, este país recordó de pronto su tradición laica. Por repulsivo, el debate del matrimonio universal ya hizo ruido en las oficialías de parte, el salto es irreversible. Las fichas de dominó irán cayendo una a una en las soberanías estatales que conforman el mosaico proto-federalista del México falloso.

¿Alguien siente que el de arriba lo traicionó? Díganle a esa persona que no es para tanto, no se preocupe, no verá muchedumbres litigando en los canales, colapsando el Sistema. En el fondo se trata de una reforma napoleónica con dedicatoria conservadora.  

¿Realmente valdrá tanto esa chuchería del matrimonio en un país liquidado?


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