Modelos de economía compartida
Eloy Garza González

Monterrey.- Por fin el gobierno mexicano ha entendido que Uber no puede regularse. No le aplica ninguna Ley del Transporte vigente. Las autoridades podrán darse de cabezazos contra la pared (junto con los sindicatos que controlan el transporte público), pero la porosidad de Uber lo vuelve invulnerable.

Por eso ahora muchos líderes de taxi han tomado la decisión de sumarse al enemigo, gracias a la capacidad de Uber de aceptar cualquier permisionario en su flotilla, siempre y cuando cumpla con sus reglas internas.

La  Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) ya reconoce a Uber abierta y no tácitamente como una “empresa de transporte”. Aunque en realidad Uber es simplemente una aplicación para coordinar conductores y pasajeros. Quienes manejan sus vehículos no son taxistas sino dueños de vehículos de renta para traslado de clientes.

Legalmente a Uber no se le puede meter mano. Es parte del modelo de “economía compartida”. Así lo han entendido ya una buena cantidad de bases de sitio en cuyas flotillas aparecen vehículos bajo el formato de Uber, que alternan el trayecto con los taxis convencionales. Es la economía compartida que permite este tipo de híbridos comerciales.