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2132 28 Junio 2016

 

 

“El compañero presidente Salvador Allende”
Lupita Rodríguez Martínez

 

Monterrey.- Salvador Guillermo Allende Gossens, es el nombre de pila del primer presidente marxista del mundo, mejor conocido como Salvador Allende y llamado por sus compatriotas “el compañero presidente”, que el 26 de junio cumpliera 108 de su natalicio y cuya lucha por establecer un Estado Socialista usando medios legales y pacíficos a través de profundizar reformas sociales, políticas, agrarias y de nacionalizar áreas claves de la economía, aún perdura.

Salvador Allende se tituló como médico cirujano y siendo estudiante fue como entró en contacto con los movimientos de izquierda de su país. El ejercicio de la medicina lo compaginó con la militancia política, al participar en 1933 en la fundación del Partido Socialista de Chile, por el que cuatro años más tarde fue electo diputado por Valparaíso, su ciudad natal.

Participó luego en la constitución del primer Frente Popular que llevó a la presidencia a Pedro Aguirre Cerda, durante cuyo gobierno ocupó la cartera de Sanidad y después fue Senador del Congreso de Nacional de 1945 a 1970, donde ejerció la presidencia de la cámara alta de 1966 a 1969. Tuvo que ser candidato presidencial en 1952, elección donde obtuvo un magro resultado; en 1958, alcanzó la segunda mayoría tras Jorge Alessandri; en 1964, obtuvo un 38 % de votos que no le permitió superar a Eduardo Frei y, en 1970, en una reñida elección consiguió la victoria con el 36.6 % de la votación.

Desde la Presidencia y con el apoyo de Unidad Popular (UP), coalición de fuerzas políticas de izquierda, Allende apostó el socialismo en medio de la polarización política internacional por la Guerra Fría y de una grave crisis financiera interna. Sus medidas chocaron con los partidos de derecha y Estados Unidos, cuyos intereses en Chile se vieron seriamente afectados por la política anti-imperalista de Allende, que llevó al gobierno norteamericano a decretar el bloqueo comercial y financiero desde 1972, provocando una galopante inflación y una oleada de huelgas que casi paralizó al país.

A pesar de la situación, las elecciones parlamentarias de marzo de 1973 dieron la mayoría a UP, pero el 11 de septiembre un golpe militar orquestado por Estados Unidos con las Fuerzas Armadas y el cuerpo de Carabineros derrocó al gobierno tres años antes del fin de su mandato. Ese día, luego de que el Palacio de La Moneda fuera bombardeado por aviones y tanques, el presidente Allende, según versiones de testigos, se suicidó, encabezando el general Augusto Pinochet el Régimen Militar que duró 16 años y medio de terror y que cobró miles de muertos y desaparecidos.

Casi un año antes, Allende visitó la Universidad de Guadalajara, el 2 de diciembre de 1972, cuyo discurso en el Auditorio del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades, hoy Auditorio “Salvador Allende”, es memorable y premonitorio del artero golpe militar. Entre otras cosas, allí dijo:

“Yo soy un hombre que pasó por la Universidad, pero he aprendido mucho más de la Universidad de la vida: he aprendido de la madre proletaria en las barriadas marginales; he aprendido del campesino, que sin hablarme, me dijo la explotación más que centenaria de su padre, de su abuelo o de su tatarabuelo; he aprendido del obrero, que en la industria era un número y que nada significaba como ser humano...

Pero, la injusticia no puede seguir marcando, ni cerrando posibilidades del futuro a los pueblos pequeños de este y otros continentes. Para nosotros las fronteras deben estar abolidas y la solidaridad debe expresarse con respecto a la autodeterminación y la no intervención, entendiendo que puede haber concepciones filosóficas y formas de gobierno distintas, pero que hay un mandato que nace de nuestra propia realidad que nos obliga a unirnos; pero mirar más allá, inclusive, de América Latina y comprender que en África hay todavía millones y millones de seres humanos que tienen una vida inferior...

Hay que entender que la lucha es solidaria en escala mundial; que frente a la insolencia imperialista sólo cabe la respuesta agresiva de los países explotados. Ha llegado el instante de darse cuenta cabalmente que los que caen luchando en otras partes por hacer de sus patrias países independientes, como ocurre en Vietnam: caen por nosotros con su gesto heroico.

Gracias por comprender el drama de mi patria que es, como dijera Pablo Neruda, un Vietnam silencioso: no hay tropas de ocupación, ni poderosos aviones nublan los cielos limpios de mi tierra; pero estamos bloqueados económicamente, pero no tenemos créditos, pero no podemos comprar repuestos, pero no tenemos cómo comprar alimentos y nos faltan medicamentos y, para derrotar a los que así proceden, sólo cabe que los pueblos entiendan quiénes son sus amigos y quiénes son sus enemigos…”.


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