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2135 1 Julio 2016

 

 

Credo contra el Estado
Eloy Garza González

 

Monterrey.- La “no agresión” es un axioma. No es un fin útil de convivencia, o una posibilidad deseable. Es un principio que el Estado no respeta. Ningún hombre o grupo de hombres, puede cometer violencia física o amenazas contra otra persona.

En otras palabras, nadie puede atentar contra las libertades civiles: de expresarse, de opinar, de cometer “crímenes sin víctimas”, como son usar nuestro cuerpo como nos plazca o provocarnos la muerte asistida.

Sin embargo, el Estado agrede al ciudadano al imponerle controles desmedidos, regulaciones férreas, restricciones a la libertad de manifestarse. Esa idea de la violencia legítima del Estado no existe: es violencia a secas.

El principal agresor en contra de las libertades civiles, con el pretexto de imponer la ley (es decir su ley), es el Estado, que no tiene aval moral para invadir nuestra privacidad y que comete el “robo forzado” que denomina impuesto. Esto es así, independientemente de que lo apoye o no la mayoría de la población.

Yo no creo que la obediencia ciega hacia el Estado sea una virtud cívica. No creo en la devoción hacia la coerción impositiva. No creo que nos convenga a nadie la acumulación de poder por parte del Ejecutivo.

No creo que ningún gobierno sea una institución todopoderosa sino una oligarquía. No creo que los gobernantes se preocupen por mí, ni por ti, más que por ellos mismos, desde sus diversos roles de políticos, burócratas y tecnócratas.

Forman una élite privilegiada con la facultad arbitraria de humillar al emprendedor que inicia una modesta empresa, de sobajar al inversionista que monta un pequeño negocio; una élite prepotente que si entrara al mundo comercial con dinero suyo, no con dinero ajeno (nuestros impuestos), quebraría hasta una simple botica.


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