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2139 7 Julio 2016

 

 

De terrorista digital en vuelos comerciales
Eloy Garza González

 

Monterrey.- Hace algunos meses abordé un vuelo internacional. El destino era una ciudad de EUA. Como es de rigor, la azafata avanzó por el pasillo preguntando cuáles pasajeros necesitaban rellenar el tristemente famoso formulario I-94W, ese que uno deja hasta el final del viaje y del que no se está preparado casi nunca con algún bolígrafo a la mano.

Acaba uno rogándole a la azafata que nos preste un momento su pluma con la correspondiente mueca de disgusto de la susodicha.

Lo peor fue la charla que entablé con la azafata cuando le regresé el ansioso bolígrafo. Resulta que me comentó que para mediados de agosto, el gobierno gringo añadirá al dichoso formulario una pregunta sobre nuestras actividades en las redes sociales. Se trata de que las autoridades norteamericanas indaguen si los visitantes a su país tenemos intenciones terroristas o anárquicas en nuestros alias y posts de Facebook o de Twitter.

Por supuesto, pensé que la azafata exageraba. Luego indague más a fondo y resulta que decía la pura verdad. En efecto, es muy probable que a partir de agosto, los turistas tengamos que revelar nuestra identidad en la web (si es que tenemos una o varias) para que el Departament of Homeland Security determine si somos un peligro digital para la seguridad de su país. Da igual si alguien nos usurpa la identidad o se den los casos típicos de homónimos en Facebook: quienes sean sospechosos de ser agitadores en la red, serán interrogados por los agentes de migración.

Lo extraño de este tipo de formularios I-94W es que son medidas absurdas para detectar sospechosos, porque prácticamente interrogan al visitante si planea cometer una revuelta digital, que de ser cierta, dudo que los delincuentes tengan la delicadeza de señalarla con su puño y letra.

Muchas veces, por ejemplo, quienes escribimos artículos periodísticos hemos despotricado en contra de políticos estadounidenses (no sólo de Donald Trump), y eso nos vuelve sujetos peligrosos para los siempre cerriles agentes de migración. De manera que, en los próximos años, la falta de bolígrafo para llenar este ridículo formulario será lo de menos, frente a las sospechas que podemos despertar como presuntos hackers digitales, aunque apenas tengamos cabeza para abrir una cuenta de Instagram.


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