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2172 23 Agosto 2016

 

 

AMLO y la mujer del César
Ernesto Hernández Norzagaray

 

Mazatlán.- La mujer del César no sólo debe ser honesta, sino además, parecerlo, sentenció Julio César, seguramente molesto cuando el honor de Pompeya Sila fue puesto en duda, porque un joven patricio audazmente ingresó subrepticiamente a la fiesta exclusiva para mujeres de la Bona Dea (buena diosa) con el fin de seducirla.

Fue descubierto, pero los murmullos no se dejaron esperar y de ahí la respuesta destinada a acallar lo que se habían convertido en un rumor maledicente; sin embargo, al tiempo se divorciaría de ella bajo la máxima: mi esposa debe estar por encima de toda sospecha.

Viene a cuento esta referencia  a propósito de la declaración de la ley 3 de 3 que ha presentado Andrés Manuel López Obrador, y que provocó la repulsa encendida de los dirigentes nacionales del PAN y el PRI, diciendo que es una “mentira” completa destinada a engañar al pueblo de México y que es inaceptable, sin considerar un momento que todo lo dicho está sujeto a comprobación.

La estridencia de la respuesta fue excesiva, sobre todo cuando al menos el panista ha sido omiso en el caso de Margarita Zavala, quien siendo una promotora de la ley, nunca ha declarado los bienes patrimoniales de su familia, que no deben ser pocos cuando se beneficia de los ingresos de su actividad política y las prerrogativas económicas a las que tienen derecho los ex presidentes de la República.

Así, que el buen juez Anaya, debería empezar por su casa y exhibir los bienes que se han acumulado en la familia Calderón Zavala.

Pero, vayamos al caso de López Obrador, que sin duda tiene zonas opacas y la ley obliga a la máxima publicidad de los ingresos que tiene cada uno de los funcionarios públicos –y un dirigente de un partido lo es porque recibe dinero del erario público– para los fines de la propia ley.

Seguramente cuando López Obrador decide dar a conocer su patrimonio tiene amarrado todo. Sabe que cualquier cosa que declare es motivo del escrutinio público. Si dijo que no tenía propiedades debe no tenerlas a su nombre; si dijo que no tiene ahorros debe no tenerlos; si dijo que no cuenta con una tarjeta de ahorros, debe no tenerla; y si dijo que los 600 mil pesos anuales, sin aguinaldo o primas vacacionales, debe no tener más que esos ingresos.

De lo contrario se expone a quedar como un miserable mentiroso y eso lo sabremos si es que se encuentra algo irregular en sus declaraciones; por lo pronto, la encuesta del diario Reforma ya lo ubicó en segundo lugar en la preferencia presidenciales, por debajo de Margarita Zavala lo que no necesariamente tiene que ver con la presentación de la 3 de 3 ante el Instituto Mexicano para la Competitividad.

Hay en la atmósfera pública una opinión dividida; los hay quienes sin mayor reflexión defienden o atacan a AMLO; no les parece interesar mucho la verdad, sino sacar adelante su verdad, sus prejuicios y hasta su irritación.
Pero hay otros que van mucho más allá, exploran en las declaraciones fiscales, públicas o en entrevistas que haya dado a medios y donde se le preguntó por sus ingresos, ya que se le cuestiona sobre de qué ingresos vive y con qué sostiene los gastos personales y de su familia.

Bueno, los periodistas que hacen eco de esos reclamos, formulan las preguntas y reciben respuestas; uno de ellos es Raymundo Rivapalacio, quien si bien no ha entrevistado a López Obrador se dio a la tarea de rastrear declaraciones hechas en las últimas semanas sobre el tema de sus ingresos.
Transcribo lo publicado el 15 de agosto en su columna Estrictamente Personal: “El 11 de agosto, AMLO dictó en Acapulco la conferencia “Cambio y Porvenir de México” en el hotel Princess. El 14 de julio, en una entrevista con Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, reveló que por esa disertación –no precisó cuál, pero aclaró que sería en México, en 20 días– le iban a pagar 20 mil dólares. En esa misma entrevista dijo que recibe pagos en cheque en Estados Unidos por ponencias en universidades –tres mil 500 dólares cada una–, y que recibe  cada año regalías por los libros que publica, algunos de ellos , dijo, que han vendido más de 120 mil ejemplares. Estos ingresos, que son legales y legítimos, se esfumaron de su patrimonio, dado a conocer por López Obrador. O mintió al fisco o a la gente sobre sus ingresos”.

No escuché la entrevista con Gómez Leyva, pero los políticos profesionales, como muchos académicos o líderes de opinión pública, cobran por sus conferencias. Y no poco. No es extraño entonces que AMLO esté haciendo lo mismo.

Entonces, si esos ingresos, como bien lo dice Raymundo Rivapalacio en su texto Deshonestidad Valiente (por cierto sin signos de interrogación, lo que significa una acusación), toma postura ante algo que sujeto a investigación. Pero, insiste: “Le puede dar la vuelta a todo, sí, pero tendría que ir contra su naturaleza: ser transparente y aceptar rendir cuentas”.

Quiero pensar que López Obrador tiene la respuesta a esta interrogante. Es muy probable que salga a decir que todos los ingresos que recibe por conferencias y regalías van a parar a las arcas de su partido, que sería otro golpe para sus adversarios. Hay que recordar que los militantes de todos los partidos cotizan para el sostenimiento de su organización y eso es aquí y en cualquier otro país. Lo que pasa es que frecuentemente se evade esa responsabilidad. Sería cuestión de preguntar a todos los dirigentes partidistas si están al día con sus cotizaciones y si entre ellas las que se desprenden de su participación en eventos como el de  “Cambio y Porvenir de México”.

Si no es así, entonces AMLO está en un aprieto mediático serio que le puede significar resta en su liderazgo; y es que parafraseando al César: La mujer del César no sólo debe parecer, sino además, ser honrada.

Al tiempo.


 

 

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