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2175 26 Agosto 2016

 

 

Instinto deportivo
Luis Guillermo Mejía

 

Monterrey.- El deporte evoluciona y se equilibra por sí solo, del mismo modo que el mundo natural. Récords en todos los ámbitos, como el dominio de Djokovic en el tenis y el ocaso de jugadores como Nadal.

También récords, como el de un equipo motivado para trascender, como lo es Golden State en la NBA, más allá de los récords personales de Stephen Curry (y el logro y dominio en su división de un equipo como Toronto, menospreciado sin casi mención por la prensa americana). Inclusive, el pasado Super Bowl de la NFL tuvo récords y también los que se avecinan estos días antes y durante la olimpiada con atletas noveles.

A pocos días de la Eurocopa, donde Alemania viene fuerte, otra vez, junto con Francia y Bélgica, continúa sin explotar todo su talento a nivel selección; al igual que los juegos olímpicos de Rio que con problemas políticos y sociales (como los estadios que ya no se usaron después del mundial) tuvo una organización acorde a la magnitud de este evento.

Hay cosas en esta era del humano por las que merece la pena aún emocionarse. El deporte podría verse como un reflejo racional y evolucionado de la naturaleza humana. Lo que lo hace existir, en gran parte, es una de sus cualidades: el instinto.

El proceso de evolución del ser humano en lo físico, en mi opinión, es diferente en nuestra era; a ciencia cierta nadie sabe si hemos tenido una evolución física óptima ya que la “optimización” es muy relativa para la naturaleza que se rige por el caos.

Es más, ese concepto no existe dentro de ella. La adaptabilidad que nos ha proporcionado la evolución del raciocinio ha hecho que sintamos otras necesidades y hasta que nos impongamos “necesidades”. El deporte es un reflejo del instinto, tiene su “filosofía” y “organización” muy particular que le da su propia identidad (muy independiente de, por ejemplo, las artes marciales, que a mi parecer es cosa muy diferente); pero lo que no debe olvidarse es que es fruto de la evolución racional del ser humano, concebido para una formación óptima como individuo en una sociedad y un planeta donde rigen nuestras llamadas “leyes”; pero que en realidad no somos más que parte del planeta y de la naturaleza.

Nuestros antepasados no concebían el concepto “deporte”, por ejemplo. Su mundo se basaba, en gran parte, en la supervivencia en un entorno caótico (concepto que por lo general la mayoría entiende con un atisbo de “maldad” intrínseco, no creo que sea así). Existe una cualidad más en el deporte que podríamos encontrar un dejo en nuestros antepasados, que sería el concepto de competencia. Tal y como en la naturaleza existe y existió en el humano con fines de supervivencia y adaptabilidad, así existe en esta era, pero en un concepto más a medida (u otro muy diferente como quiera verse) para una sociedad racionalizada, ya sin finalidades de supervivencia llevando al humano a los límites del esfuerzo físico.

Cuando intrépidamente aceptamos el reto de definir el “deportivismo”, encontramos que éste es muy relativo y tiene que ver con cómo concibe el deporte cada individuo; pero se podría coincidir en que es una de sus cualidades. Más allá del Fair Play que se aplica en el Fútbol o el que existe en los Juegos Olímpicos (polemizado y mezclado en estos últimos tiempos con el tema del dopaje) el llamado deportivismo tiene que ver, en sus instancias practicas llevadas a la realidad, con lo que ya mencionamos: el instinto.

Es un concepto donde se puede ver bajo varias aristas ya sea respeto o empatía hacia el rival, gusto por la competencia, gusto por el ejercicio mismo etc. dependiendo como lo vea el individuo y que tenga más importancia para él; pero siempre que sea dentro de un entorno donde sea llevado a la práctica, al esfuerzo físico y que conecte con las sensaciones del ser humano.

¿Qué tipo de sensaciones impulsoras surgirían en el momento clave y definitorio en que un deportista, ya sea profesional o amateur, se viera superado en un objetivo en que él tuviera como prioridad trascender?
Habría miedo al fracaso, habría dudas de sí mismo, habría hasta satisfacción de haberlo hecho bien, etc. y una de esas cosas es el instinto; una reacción que no es premeditada y que bien te puede llevar a la derrota o al triunfo, un instinto obviamente ya no por sobrevivir (que naturalmente ése es el reflejo) sino por obtener un máximo logro que el humano mismo ha impuesto como objetivo dentro del deporte.

¿Qué sensaciones tendría, en momento clave, un boxeador que se siente superado por otro, y que su instinto le lleva a ganar round por round hasta llevarse la pelea?

¿O qué reacción haría ganar a un corredor de fondo, en el último tramo de la carrera, después de tener tantas cosas en su mente durante la misma? ¿O qué hizo sobreponerse, por ejemplo, a los jugadores del Leicester City en todos esos momentos de partidos clave para ganar al final su única liga en el máximo circuito en 132 años, con una nómina de plantel por debajo del promedio? O el plantel del Hibernian, club histórico de Edinburgh que, para ganar la copa escocesa, después de 114 años, y entrar a Europa League, le sacó el juego a su muy cercano rival de ciudad el otrora Rangers Glasgow, ahora Rangers FC.

Esta cualidad natural se muestra y aparece en esta era, dentro del deporte organizado, y para mi es uno de los argumentos o características que definen qué es realmente el deporte, (y quizá una vía para los que son ajenos a él lo entiendan) ya que, claro, hay otro repertorio de cualidades y costumbres que el humano lleva consigo desde otras eras y que no han evolucionado tanto porque no ha necesitado tanta adaptabilidad.

Aunque el humano, gracias a la razón que le es propia, ha tratado de sobrepasar y ponerse por encima de la naturaleza y ha logrado darle en esta era otro sentido a cualidades importantes para él, como la competencia y disciplina. Formó una ciencia para el cuidado de la salud, además de otras cualidades naturales como es el instinto, que hoy en día se ve en todas partes del mundo con sinfín de ejemplos y le da vida al deporte.


 

 

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