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2181 5 Septiembre 2016

 

 

Políticos: esa fauna despreciable
Eloy Garza González

 

Monterrey.- ¿Le crees a un político cuando dice que ya no le interesa el poder? Yo tampoco. Llega mi amigo político a nuestra mesa, en San Agustín, donde convivo con dos amigas, simplemente para saludar. Mis amigas lo critican con saña.

Pero mi amigo político, tan acostumbrado a ser blanco de críticas, es un caballero con las damas y les rebate divertido. Por eso mis amigas no lo dejan irse. Acaba por caerles bien. Sólo me confiesa que ya no le interesa el poder, porque ya no lo necesita.

Entorno irónico los ojos y me acuerdo de aquel poema de Fray Luis de León: “¡Que descansada vida/ la del que huye del mundanal ruido/ y sigue la escondida/ senda, por donde han ido/ los pocos sabios que en el mundo han ido”.

No le creo nada a mi amigo político. La célebre frase beatus ille (que en español quiere decir “dichoso aquel”) con la que se inspiró Fray Luis de León para escribir ese poema y que significa ausencia de pasiones y amor por la vida en paz, no va con mi amigo político sentado en nuestra mesa. Hasta que renunció a su último cargo fue uno de los pocos hombres verdaderos que gozan del poder. Pero se cansó del gobierno. O lo cansaron.

“Es que ya no me interesa el poder, porque ya no lo necesito”. Como a otros ya no les interesa el amor porque ya no lo necesitan. Poder y amor, dos caras de una misma moneda pasional. Una de mis amigas le acerca el brazo, luego el hombro. Y él no se da por aludido; sigue con su letanía tediosa: ya no quiere mediar en asuntos públicos. Ahora escribe mejor un libro: sus memorias. Confesará dos o tres verdades sobre su paso por el gobierno.

Ya está; por fin le descubro a mi amigo político su maquiavelismo: al carajo eso de su huida del mundanal ruido. ¡De nuevo al poder pero por otra vía! De seguro el libro no le gustará a los dueños y mandones del gobierno. Y bien vale responderles desde otros terrenos donde no compiten los ignorantes: la escritura de memorias personales.

Ignoro si será un best seller el libro de mi amigo político. Sé que estará bien escrito porque además de ser hombre de poder, tiene buena pluma y cultura, como pocos: fatiga con los ojos su biblioteca personal.

Mis amigas le preguntan: ¿por qué si es político es bueno con la pluma? ¿por qué si es un pragmático prefiere arrastrar el lápiz? ¿por qué si ya no tiene cargo público se ve tan descansado y feliz? Preguntas que, supongo, no tienen respuesta fácil, y menos para dos chicas tan suspicaces. Él, en cambio, entrará de nuevo al mundanal ruido del poder; ese que dejó por un lapso menor al que quisieran sus malquerientes.

Mi amigo político se despide de nosotros y se mete al baño cantando la hermosa vida; cree que ya no siente nostalgia por el poder, lo mismo que otros ya no sienten nostalgia por un poder mucho más morboso: el amor.

Pero escéptico que soy del mundanal ruido, no creo ni en una cosa ni en otra. Y sigo bebiendo en paz.




 

 

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