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2240 25 Noviembre 2016

 



El Bronco en Corea del Sur
Eloy Garza González

 

Monterrey.- La visita del gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, a Corea del Sur, se dio en las peores condiciones de gobernabilidad de ese país asiático. El Estado y la mayoría de las empresas coreanas, están sumidas en un escándalo de corrupción mayúsculo, que es frecuente en esa nación, pero que ahora toma dimensiones épicas.

Alguien podría pensar que sobre el lomo de la presidenta coreana Park Geun-hy se posa un terrible maleficio. En realidad su suerte se entiende mejor en forma de refrán: “la corona que uno se labra, esa se pone”. Hay también algo de superchería y magia negra en el repetido tropezón político de Park. Cuando su madre murió en 1974, a causa del atentado dirigido en contra de su padre, el dictador Park Chung-hee (1961-1979), un tal Choi Tae-min, especie de monje budista, luego pastor de una secta peligrosa (la Iglesia de la Vida Eterna) y siempre agente de seguridad, le dijo que podía charlar con el fantasma de su madre.

La credulidad de Park Chung-hye le hizo tragarse el cuento año tras año, hasta que su chamán, un charlatán de siete suelas, murió en olor de santidad en 1994. Pero quedó la hija: Choi Soon-sil, amiga de la presidenta desde hace 40 años y ahora apodada por la gente como la Rasputina coreana. Las repercusiones de este candor casi lésbico de la mandataria, que combina extrañamente con su ya legendaria frialdad emocional, la orillaron a poner en riesgo su presidencia. Soon-sil prácticamente es quien manda como cacique femenino de horca y cuchillo en Corea del Sur.

Hasta que una cadena de televisión coreana sacó a la luz pública esta relación entre dos mujeres que al alimón creyeron burlarse de todo un país. Se descubrió que Soon-sil, sin ningún cargo ni responsabilidad pública, controla el gobierno de su amiga, e influye en todos los asuntos concernientes con la diplomacia y la política doméstica coreana. Soon-sil también tejió en la sombra una bien intrincada red de corrupción para que grandes empresa privadas le donaran a dos ONG’s que usa de pantalla para engordar sus cuentas personales con más de 63 millones de euros. Fraude tras fraude y peculado sin el mínimo recato. El timing de este escándalo mayúsculo no pudo ser peor para la presidenta: poco menos de un año para su esperada reelección.

Park Chung-hye actuó tarde y mal. Tomó un par de medidas tibias como cesar a diez miembros de su consejo de asesores, nombrar un nuevo primer ministro y un nuevo ministro de economía y luego lanzar un mea culpa que le sonó hueco: “Tengo el corazón quebrado de sufrimiento por haber causado preocupación a los ciudadanos”. Nadie se creyó tamaña hipocresía.

Mientras miles de manifestantes toman la calle en Seúl pidiendo la dimisión de la presidenta, brotan más horrores de la cloaca: la hija de Soon-sil consiguió una plaza en Ewha, una de las universidades femeninas más prestigiosas del país, mediante las influencias gubernamentales de sus mamá. Sus disculpas se valieron de la fórmula tradicional de los orientales: llorando a moco suelto y con la cara oculta detrás de una bufanda y un sombrero de ala ancha. “Cometí un delito por el que merezco morir”. De cualquier forma, la credibilidad de ambas mujeres se esparce por los suelos.

La oposición política de la mandataria le exigen que el nuevo primer ministro, Kim Byong-joon, tome de manera completa todas las decisiones de Estado. El periódico más importante de Corea del Sur, el Chosun Ilbo, exige a Park que nombre un presidente interino y abandone de una buena vez la presidencia del país. La crisis de gobernabilidad puede convertirse en crisis económica en un abrir y cerrar de ojos. Es probable que eso sucederá pronto.

Las grandes empresas coreanas, como Kia y Samsung, llevan las de perder. Y Nuevo León tampoco las trae todas consigo, al instalar aquí armadoras de ese país quebrado y agonizante.

 

 

15diario.com