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2251 12 Diciembre 2016

 

 

Fenómenos extremos
Daniel Salazar M.

 

Monterrey.- Recientemente, la ONU dio a conocer algo de lo que ya el mundo entero empieza a tomar conciencia: que el cambio climático provocado por las actividades del hombre, ha aumentado la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, en particular, de sequías y olas de calor. “Se multiplicó por diez”, advierte el informe.

Cada vez más numerosos, estos fenómenos se despliegan por todas las regiones del mundo. En Estados Unidos durante el 2012, se registraron temperaturas récord y lo mismo sucedió en Australia en 2013, en Asia del Este, en el Oeste de Europa y hasta en Argentina en diciembre del mismo año. Se trata entonces de toda una tendencia más que de casos aislados.

Los efectos del cambio climático --alza de la temperatura media mundial, tanto en los continentes como en los océanos con su elevación del nivel del mar y la fundición de los hielos polares-- son una realidad que altera el equilibrio de la naturaleza desatando olas record de calor, de precipitaciones e inundaciones. De ahí que el mismo informe reporte que el 2011, estuviera marcado por el fenómeno “la Niña” y, el periodo 2015-2016, por un poderoso “Niño”, impactando las temperaturas anuales y cobrando miles de vidas.

Por lo general, los países pobres son los más afectados por estos fenómenos climáticos extremos aunque, paradójicamente, sean los que menos expidan  gases de efecto invernadero. Entre ellos destacan prácticamente todas las naciones que conforman el continente africano.

En otro reporte reciente, aseguradoras alemanas, que confirman la tendencia registrada por la ONU, señalan que son 180 países los que más está sufriendo los estragos de los fenómenos extremos. Entre todos ellos, destacan diez naciones como las más afectadas en 2015: Mozambique, Domínica, Malawi, India, Vanuatu, Birmania, Bahamas, Ghana, Madagascar y Chile.

En un dato por demás alarmante, se menciona además que, entre 1996 y 2015, hubo unos 11 mil fenómenos extremos que causaron más de medo millón de muertos en el mundo.

México, que ha firmado un acuerdo con el resto de las naciones, se ha comprometido a reducir hasta en un 43% sus emisiones de aquí al 2030. Esto es que, 43 de cada 100 fuentes de energía, deberán ser limpias y provenir de fuentes renovables en cogeneración con gas natural y plantas termoeléctricas con captura de dióxido de carbono. De eso se espera un avance de 35% para 2024.

Según un documento de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), nuestro país está comprometido a promover el uso doméstico de calentadores y celdas solares utilizando energía renovable; a eliminar 25 de cada 100 fugas y quemas controladas de metano; a alcanzar una tasa de deforestación cero mediante plantaciones forestales y la recuperación de ecosistemas naturales, etc.

Pero desde la firma del acuerdo y sus revisiones periódicas en las COPs, pocos son los países que realmente tienen avances en materia de “reconversión ecológica”. La más reciente noticia que viene a sumarse a la crítica situación climática, es que Donald Trump, el presidente electo de la nación más poderosa del mundo --y también la más contamínate— asegura que el cambio climático “es un cuento chino”.

México, por su parte, que tiene una economía atrasada,  dependiente y que está muy lejos de alcanzar la soberanía alimentaria de la que alguna vez estuvo cerca --más allá de que emita 417 millones de toneladas de dióxido de carbono a nivel mundial (el 1.4% de los gases derivados de la quema de combustibles fósiles)-- ha sido responsabilizado en la reciente 13 Conferencia de las Partes (COP), ni más ni menos, de la seguridad alimentaria del mundo. ¡Vaya compromiso!

* Fuente: Informe de la ONU / Daniel Tanuro.



 

 

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