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2253 14 Diciembre 2016

 

 

México muy negro
Eligio Coronado

 

Monterrey.- México noir* no se refiere al negro panorama que vive nuestro país (¿o sí?), sino al género policiaco donde interviene un detective. Algunos de estos investigadores de papel han alcanzado la posteridad, dejando en la oscuridad a sus autores intelectuales: Sherlock Holmes, Hércules Poirot, Auguste Dupin, Batman, James Bond, Miss Marple, Charlie Chan, Nero Wolfe, Dick Tracy, Perry Mason, Ellery Queen, Mike Hammer, Sam Spade, Philip Marlowe, Inspector Clouseau, Jules Maigret, Arsenio Lupin, Philo Vance, Simon Templar ("El Santo”), Nancy Drew y Jessica Fletcher, por no alargar la nómina.

Aunque en esta antología no encontramos muchos detectives, sí hay suficiente acción policiaca, incluso mezclada con otros subgéneros como el histórico, el terror, la ciencia ficción y hasta el esoterismo.

En el histórico encontramos a la actriz Miroslva convertida en presunta vampira, mientras a su alrededor giran figuras como Ninón Sevilla, Tin Tan, Luis Buñuel y Pedro Infante, quien revela: “cuando se me acercó Miroslava, clarito vi cómo le cambiaba la cara. (…), me di cuenta, con mis propios ojos, que los colmillos le crecían” (Omar Delgado, «Rosas para la señorita Stern», p. 127).

Y en «Hombres de negro IV», un judicial bañado en sangre viene a prevenir a su jefe de que la delincuencia organizada lo ejecutará, a lo cual su jefe se marcha, dejándolo en el cargo. Lo novedoso es que este judicial es un robot: “observé cómo su cabeza volvía al lugar de origen, cómo aquel robot se reconstruía (…). Tras unos segundos su rostro cambió, robando todos mis rasgos” (Francisco Valenzuela, p. 162).

Y en «Los caídos» tenemos algo de terror cósmico, a la manera de Lovecraft: “La tarde se pobló de rojo y, tan repentino como puede ser, el sol cayó del cielo como un pájaro herido” (Rafael Acosta, p. 107).

El resto son entretenidas historias diversas: un escritor que está a punto de acabar una novela negra, debe dejarla porque su mujer le exige que se esconda de su suegra, que ha llegado de pronto y ella le había hecho creer que el tipo había muerto (Antonio Malpica, «De repente sí lloro», p. 294-303), un escritor escribe tres novelas para que otro las firme y sea famoso (Rodolfo J.M., «Ghostwriter», p. 216-233), un detective debe cuidar a la escritora francesa Anaïs Nin, por órdenes de su marido, mientras ella se divierte con su otro marido y con quien sea, incluyendo al detective (Francisco Haghenbeck, «La dama con los ojos de obsidiana», p. 84-97), una niña prostituta mantenida como zombie con un droga, quien al final asesinará a quien la drogaba (Agustín Cadena, «La bella sonámbula», p. 272-281), un terrible y enigmático “miedo” que radica en una construcción rusa: quienes entran ahí nunca vuelven (Gerardo Sifuentes, «La ronda de los animales en primavera», p. 192-203), un espectro roba un cadáver frente a un detective camuflado como difunto en una morgue (Bernardo Esquinca, «El brazo robado», p. 234-245), un chofer de limusina asesina a una estrella de cine que vale más muerta que viva, según la organización delictiva con la que él quiere quedar bien (Norma Yamille Cuéllar, «Sueños de Hollywood», p. 212-215), entre otras tramas disparadas por veintisiete plumas compiladas por Iván Farías (Ciudad de México, 1976). 

* Iván Farías, comp. México noir. Antología de relato criminal. México, D.F.: Nitro Press / UANL, 2106. 303 pp., fot. (Colec. Código Negro.)

 

 

 

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