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2264 29 Diciembre 2016

 

 

TRANSICIONES
Fin de año
Víctor Alejandro Espinoza

      

Tijuana.- Como cada 28 de diciembre, Día de los Santos Inocentes, los periódicos publican notas que más parecen buenos deseos de los editores sobre los problemas locales o nacionales, incluso internacionales o del espectáculo, para que tengan un derrotero que la realidad se empecina en empeorar.

​Tijuana, la cuarta ciudad en tamaño, población e importancia a nivel nacional, ha sido fiel reflejo de los conflictos que aquejan al país. Otrora el laboratorio de la modernización y hasta del cambio político nacional, termina 2016 en medio de graves problemas de los cuales poco podemos enorgullecernos. No es justificación, pero no hay gobierno ni recursos que alcancen para enfrentar los desequilibrios derivados de un fuerte crecimiento demográfico, pero también de una orografía negada para la construcción, menos a gran escala. Imposible dar respuesta a las demandas de una ciudadanía que en su mayoría llegó de otras partes a poblar la parte más septentrional de México.

​Este año que termina deja una especie de sensación pesimista para enfrentar el año que se asoma. La crisis económica, que en la frontera se expresa a través del tipo de cambio peso-dólar y que hay quien prefiere llamarle eufemísticamente “deslizamiento” antes que devaluación, significa que cada que se deprecia nuestra moneda, automáticamente los precios de muchos productos se incrementan; empezando porque hay rentas de vivienda convenidas en dólares.

El alza constante de las gasolinas ha disparado los precios del transporte y de muchos productos que son importados o transportados desde otras regiones del país. El problema se agrava para los fronterizos, pues la devaluación impide lo que pudiera ser una solución: ir a cargar combustible al “otro lado”, a Estados Unidos. Es preocupante la situación, pues los ingresos de los tijuanenses se evaporan. Por si fuera poco, el alza en las tasas de interés en ambos países (y el caso mexicano para tratar de detener la caída del peso) golpea también los bolsillos de los acongojados fronterizos.

​“Éramos muchos y parió la abuela”; por si fuera poco, ya se anuncian los nuevos precios de los bienes y servicios prestados por los gobiernos estatal y municipal. Aumentos en el impuesto predial y una nueva ley estatal del agua que según muchos analistas “privatizará” el servicio prestado hoy por la empresa paraestatal. Esto significa que habrá alzas sustantivas en los costos del vital líquido a partir de la entrada en vigor de la nueva normatividad.

​Otro de los problemas irresueltos es el de la creciente inmigración de haitianos y africanos a la ciudad. En 2016 fuimos testigos de la llegada inédita de migrantes que abarrotaron los desayunadores y albergues que destacados defensores de los derechos humanos han instalado en las últimas décadas. Pronto se vieron rebasados y por desgracia la ayuda gubernamental llegó tarde y a cuenta a gotas. Dichas autoridades reaccionaron con discursos de buenas intenciones antes que con una política clara y decidida. Todo ello en un contexto enrarecido por el triunfo del candidato republicano a la Presidencia de Estados Unidos, Donald Trump. A partir de su toma de posesión el próximo 20 de enero se esperan acciones más radicales contra la inmigración indocumentada.                                                                                                                                         

El transporte público y la “guerra” contra la modernización del servicio por parte de los sindicatos del volante, produjo un profundo rechazo de la población hacia la cancelación del servicio de Uber. Veremos cómo se resuelve este diferendo en 2017.

La otra mayor preocupación ciudadana y ya una variable constante, es sin duda el de la inseguridad pública. El año de 2016 se ha convertido el más violento de la historia de Tijuana. Hasta el día 27 de diciembre se contabilizaban 896 homicidios; en 2008 se había llegado al récord de 844 (Gerardo Andrade, “2016: el más violento en la historia de Tijuana”, Frontera,12 de diciembre de 2016, pp. 12-13; Ángel Gónzalez, “Llega a 896 el número de asesinatos”, Frontera, 27 de diciembre de 2016, p. 21). No se observa que los niveles vayan a disminuir en el mediano y corto plazo. Desde luego esto se traduce en la depresión de las inversiones y en la caída en la creación de nuevos empleos, generando un círculo negativo.

Esperamos que algo suceda en 2017, que cambie las tendencias negativas que producen una percepción negativa entre los ciudadanos de los tiempos por venir.

¡Feliz año nuevo!

 

 

 

15diario.com