• ¿Son la impiedad, la destrucción y la muerte el destino del ser humano?
• Y pensar que este planeta es un espléndido reflejo de la belleza increada

Yo no sé si es ésta la hora de que hablen los dioses… pero el momento actual de la Historia es tan dramático, el sarcasmo tan grande, la broma tan sangrienta… y el hombre tan vil… que el Poeta prometeico… el payaso de las bofetadas… se yergue… rompe sus andrajos grotescos de farándula, se escapa de la pista, se mete por la puerta falsa de la gran asamblea donde los raposos y los mercaderes del Mundo dirigen los destinos del Hombre… y pide la palabra. Esta reflexión se la hace el inmemorial León Felipe Camino Galicia, el poeta-profeta del éxodo, del Viento, del Cristo prometeico, del payaso de las bofetadas y el pescador de caña.
Las escribió ciertamente antes del parteaguas de la Historia – 1968 -, pues ya no supo en vida de aquella masacre dia-bólica en la Plaza de las Tres Culturas, donde el poeta se reconciliaba con su España de sangre, con la realidad india y con el promisorio modernismo, síntesis de lo grotesco, de la espada y la cruz humilladoras, de la grandeza mexicana y de la esperanza que aún no acaba de cuajar en este mundo nuestro, en donde al parecer se imponen el egoísmo, el egocentrismo y la egolatría de los poderosos a costa del sufrimiento de los sufridores de siempre, de esas informes mayorías de hombres y mujeres que viven al día, que a veces comen y muchas, muchas, mueren de hambre, aunque usted no lo crea, y en donde legiones de niños y niñas de disputan con los perros los restos de comida que los ricos echan en los basureros, haciendo realidad aquello de "danos hoy nuestro pan de cada día" y ahora ni siquiera pueden entrar en los palacios de los potentados y acurrucarse debajo de las mesas lujuriosas y abundantes tan sólo para recoger las migajas que caen de la boca de los comensales.
Recorro los caminos asfaltados, las vías rápidas, los viaductos, las carreteras de doble vía, los caminos del aire y sólo me hallo con la desesperanza de millones de seres humanos, mientras los payasos hacen reír en las pistas circenses desde Capitol Hill hasta San Lázaro y Xicoténcatl y parecen burlarse de los sufridores, de los que no tienen donde reclinar la cabeza, de los coronados con coronas de espinas, de los que andan con la Cruz a cuestas, de los crucificados por la sevicia, por el egoísmo, por la desmemoria de los payasos y de sus cronistas y analistas. Hacen y presentan planes engañadores, engañosos, mediáticos, sólo con la intención de tomarle el pelo al respetable, como se dice en las plazas de toros o en los espectáculos masivos de boxeo o lucha libre. Es un gatopartismo – aparentar que cambian las cosas para que nada cambie – que las mayorías creen, aunque se las esté llevando la chingada, aunque anden pidiendo cooperaciones para enterrar a sus muertos prematuros.
Se inventan discursos discursivos, mentirosos, argumentos sofistas, mensajes engañosos y subliminales para llevarse el triunfo en las elecciones, porque lo único que buscan, que pretenden es el dinero, el poder y el prestigio en las cortes y el los tribunales, en las páginas de la prensa y en los espacios y tiempos de la televisión y de la radio y en las páginas de la gran prensa del exterior, particularmente de Washington, la capital de Babelia, la sede del Gran Leviatán, y Nueva york, la ciudad de la confusión pero el atractivo de las mentes enfermas de miedo y de poder. Buscan a toda costa la silla detrás del escritorio de ébano, o de cedro, o de caoba y se agarran a ella y van de salto en salto, de brinco en brinco, porque vivir fuera del presupuesto es vivir en el error.
Y los poderes fácticos asuelan con todo, sin importarles nada, ni siquiera la vida de sus niños, envenenando al mundo con drogas que destruyen, que significan cárcel, manicomio o cementerio. Se confrontan con todo el poder que les dan las ganancias del trasiego de la droga con los más sofisticados armamentos y ponen en jaque a los Estados y se matan entre ellos por el control de sus territorios. En tanto miles, millones de jóvenes se retuercen las entrañas gracias a la acción destructora de las anfetaminas, de la cocaína, del crack, del cristal, y cuando menos de la marihuana. Estos barones del poder del dinero, cuyos jefes no están aquí, sino en los palacios más lujosos de allende El Bravo no pueden ser vencidos por las armas ni con la cooperación del Imperio, porque al Imperio le conviene que exista ese comercio inmenso de estupefacientes, como lo prueba el caso de la guerra de Kosovo, en donde la guerra es por el control de las ganancias de la compra venta de droga. Y las guerras y las invasiones estúpidas como las de Irak, las de Afganistán, las de la Franja de Gaza se inscriben en esa locura por el poder de los poderosos, que, aunque parezca poesía, cavan su propia tumba y más temprano que tarde desaparecerán de la faz de la tierra como desaparecieron la Roma, la "santa Roma, torreón de mi esperanza", o el "Sacro" Imperio romano germánico, o el poder de los zares rusos, o el de los estalinistas.
Pero hay esperanzas porque los pobres están tomando conciencia de que hay cosas que se pueden cambiar y se cambian y contribuyen a humanizar la humanidad dejando que los poderosos entierren a sus muertos en sus lujosos mausoleos de los panteones más lujosos en donde quienes están enterrados ahí no se diferencian en nada de los que están enterrados en las fosas comunes, o son devorados por los depredadores en el desierto de Arizona.
Contra toda esperanza, amigos, contra este vivir dramático, sarcástico, sangriento, hay esperanza. La organización de los ciudadanos en pequeños círculos, como lo están haciendo los herejes dentro de la iglesia católica con sus comunidades eclesiales de base, en donde la teología habla del Dios hombre, del que sufre la pobreza, el hambre, la enfermedad, la explotación de la fuerza de trabajo cuando hay trabajo, o la mendicidad en épocas de vacas flaquísimas, cuando ni siquiera en los basureros hay restos de comida. Es en ese tipo de organizaciones verdaderamente democráticas, y no en los partidos políticos de izquierda, en donde se está gestando el hombre nuevo, la sociedad nueva, el socialismo democrático. La pregunta sigue vigente: Dónde está la Justicia. Sin embargo, hay una lucecita al final de este largo túnel de la historia. Una tierra nueva, un hombre nuevo, una mujer nueva, un mundo mejor, que es absolutamente posible, pésele a los más poderosos.

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