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29 de marzo de 2010
15diario.com  


 

No al daño colateral

Lylia Palacios

 

No obstante el amplio rechazo a la convocatoria que hizo Rodrigo Medina  para realizar su marcha por la paz y la seguridad, la hicieron y fue un fracaso. Durante días circularon múltiples críticas por internet, tanto por las redes sociales como en los espacios virtuales de la prensa, así como encuestas hechas por la presa, mostrando que asistirían 1 de cada 10 encuestados.

El medio principal de difusión fue la televisión, recurriendo a sus glorias locales del entretenimiento alienante para invitar día y noche. ¿Cuánto nos costó la campaña mediática? La prensa consignó las declaraciones de taxistas adheridos a la CROC acerca de la presión recibida para asistir; supimos de igual presión maestros desde la Secretaría de Educación; seguramente igual suerte corrieron los empleados de las oficinas de gobierno. Claro, no descarto la asistencia voluntaria de algunas personas que vieron una oportunidad para salir en domingo a divertirse gratis, hasta uno que otro convencido de la “estrategia” medinista contra la inseguridad.  

Pues con todo lo anterior, más la costosa marioneta gigante “Luca”, el reparto de camisetas blancas y la barra televisiva de entretenedores, locutores, etcétera, la “gran marcha” apenas dio para 1 hora. Las tomas aéreas del parque Fundidora mostraron una mediana mancha blanca. ¿Qué pasó? Habrá que pensarlo. Pudo ser lo intempestivo de la convocatoria, el clima de temor ciudadano que va cundiendo en la ciudad, el flojo mecanismo del acarreo pre vacacional,  el convencimiento de lo absurdo de que un gobernador llame a manifestarse contra la inseguridad, cargando él con buena parte de la responsabilidad de la seguridad estatal. Todo lo anterior pudo haber influido para explicar la desangelada y apresurada concentración.

Conviene destacar que, al igual como nos lo hicieron en la manifestación pacífica del miércoles pasado, convocada por estudiantes del Tec y de la UANL para exigir la verdad respecto a la muerte violenta de los estudiantes del Tec, en la organizada por el gobernador, éste también puso vallas de por medio, aunque ahora empleó guaruras con camiseta blanca (para no desentonar) y policías.  En primera línea frente al escenario mediático se apostó el gobernador y sus allegados, atrás de ellos una fila-valla de policías separándolos de sus invitados, es decir, de los que asistieron a fuerza o voluntariamente a su marcha. Qué mensaje tan lamentable: el joven Medina no confía ni en la seguridad de sus eventos, ¡menos en los ciudadanos!

Ante tanta tozudez e incapacidad de gobierno, con las últimas acciones de Medina en dos eventos opuestos (ante la manifestación de los estudiantes y en la “matiné” del parque Fundidora), y sin dejar fuera su entreguismo al interés empresarial en el caso de la cesión de La Pastora, asumamos nuestra responsabilidad. El estado, su gobierno, no cuenta con una real política de seguridad, ni económica, ni ambiental, ni social; tampoco muestra capacidad alguna para dialogar con sus críticos.

Evitemos nosotros, los ciudadanos, que al caos gubernamental se sume nuestra dispersión e indiferencia. Acerquémonos, invitemos a los ciudadanos organizados de Ciudad Juárez para escucharnos y conocernos. Seguramente ellos, y los de Tijuana, Nuevo Laredo, Reynosa, Tampico, tendrán mucho qué enseñarnos.

Animémonos a crear puentes de comunicación, información y  apoyo recíproco; sólo así podremos combatir el miedo individualizado. ¿Cuántos no le están apostando todo a que ese miedo se extienda?

Digamos no a los “daños colaterales” (muertes inocentes) que los gringos dan por descontado en toda invasión que realizan en el mundo, y que al parecer también está incluido en el Plan Mérida.

 

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