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3 septiembre 2010
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El último adiós
José Antonio Hernández Arrundell

Pero, ¿cómo hemos llegado a esto?, me pregunto. La violencia que se vive actualmente en el país, y más específicamente en el norte, nos tiene como sociedad totalmente colapsados. ¿Y cómo hemos llegado a esto?, me vuelvo a preguntar. El dolor es infinito e interminable, familias trabajadoras y ejemplares, que no han usado como excusa la crisis, ni familiar ni económica, para no sacar adelante a futuros ciudadanos de provecho y que engrandezcan al país.

Lo digo por que soy hermano de la víctima en turno, José Luis Hernández Arrundell (véase en youtube: balacera en Reynosa, 25 de agosto). Quedan huérfanos sus hijos, que van desde los 4 años hasta los 17, todos con promedio de 9 y 10, para que después de perder a su padre, en el caso de la familia que fue a reclamar el cuerpo, tener que soportar tratos inhumanos, desde el trámite del reclamo mismo, hasta las amenazas veladas, después de descubrir la manipulación de las pruebas forenses, ya que mi hermano murió por una bala del ejército, y claro, está la escena dantesca del manejo del cuerpo que se le da en los anfitieatros del pais (hago un llamado para que se legisle al respecto, no se le puede dar un trato tan vejatorio a los deudos).

Ahora qué procede: considerar las endebles campañas mediáticas del gobierno, para hacer un México mejor a través de escuchar música en familia, o ver al Chavo en caricatura, para que por arte de magia desparezca este clima de inseguridad e impunidad. Primeramente, capacitar a las fuerzas castrenses, para que no sean un factor más de riesgo para la sociedad a quien defienden  con tan buena voluntad, revisar los actuales códigos legales y tal vez ir pensando en penas ejemplares, como la pena de muerte, que para quien considere hacer negocio de las drogas, el secuestro, las armas, por el único fin del poder efímero que da el terror, está pidiendo a gritos que lo maten, lástima que instituciones otrora reguladoras de la convivencia social se hayan debilitado, y que como sociedad no nos responsabilicemos más activamente en encontrar una solución.

Puesto que la costumbre puede llevarnos al exterminio, quién nos garantiza que no se ha de repetir la historia (del Centenario y Bicentenario) que con tanto bombo y platillo queremos festejar. Y aunque las causas que las generaron fueron distintas, los detonantes para la acción son parecidos a los que actualmente se están gestando entre nosotros.

El Último Adiós en fotos

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