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6 octubre 2010
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Antología mínima del orgasmo
Eligio Coronado

corimgLos textos sobre pedido obligan al intelecto a sublimar sus capacidades. Allí
están los autores atrapados en una situación inesperada y repentina. ¿Cómo
enfrentar el reto creativo de origen externo? ¿Cómo reaccionar a la altura que
se espera de nosotros ante la urgencia de la solicitud?

En Antología mínima del orgasmo*, cincuenta y un autoras abandonaron sus proyectos inmediatos y le sacaron tiempo al tiempo (¿cómo habrán tenido tiempo?) para cumplir con el pedido de los editores Livier Fernández Topete (Ocotlán, Jal., 1981) y Héctor Alvarado Díaz (Monterrey, N.L., 1957).

El proyecto es cautivante de origen: hablar del momento culminante de la entrega sexual en una cuartilla, con absoluta libertad y en el género literario preferido, dice mucho del compromiso editorial de los editores y su intención de traspasar los límites de lo caduco y lo trillado para ofrecer un producto diferente y atractivo, aunque para algunas mentes del pasado esto pudiera resultar irritante.

Y es que las antologías tradicionales se aferran a los temas conocidos, usualmente aceptables: el amor, la madre, la patria, el paisaje, etc., sin considerar que la creatividad puede desplegarse hacia todas las direcciones temáticas y no sólo hacia las vetas sobreexplotadas hasta lo indecible.

Los temas nuevos (como el orgasmo) renuevan el interés por la lectura y motivan a los autores a lanzar sus propias propuestas sobre el asunto en cuestión, pues todos quieren probar su capacidad y medir sus fuerzas ante un reto semejante, como lo han hecho las autoras incluidas en este volumen.

Lo poético, lo lúdico, lo humorístico, lo inteligente y lo experimental se registran en los tratamientos del tema: la capitalina Ximena Sánchez Echenique recurre al caligrama de una flor (p. 69), la chilena Karen Hermosilla y la regia Leticia Herrera reviven el antiguo género epistolar (p. 38-39 y 40, respectivamente), la sonorense Cristina Rascón Castro nos regala dos haikús (p. 22), su paisana Eve Gil y la veracruzana Magali Velasco Vargas retornan a la infancia (p. 28 y 46, respectivamente), la acapulqueña Brenda Ríos Hernández parafrasea a Emiliano Zapata: “El orgasmo, como la tierra, es quien lo trabaja” (p. 16), la saltillense Elia Martínez-Rodarte parafrasea a José Alfredo Jiménez: “Andas reptando abajo, / tu lengua ondea, es de fuego / y yo tan suelta, tan suelta / sintiendo los lengüeteos” (p. 25), etc.

Pero el contenido es más variado y seductor de lo que se puede dimensionar en un comentario. Para hacerle completa justicia a esta antología, habría que reproducirla en su totalidad, aunque se publicara en cincuenta y un entregas: “De pronto mi cuerpo se abrió y un relámpago se deslizó como un pez luminoso entre mis piernas” (Ana Clavel, capitalina, p. 13).

 

Héctor Alvarado Díaz y Livier Fernández Topete, eds. Antología mínima del orgasmo. Monterrey, N.L.: Ediciones Intempestivas, 2009. 89 pp.

 

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