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22 Noviembre 2010
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Los prodigios (y los peligros) del agua
José María Villarreal V.

Polvo eres, pero polvo no serás
El agua: vida y fuente de riqueza
Las guerras del futuro serán por el agua

Miente quien dice que polvo somos y en polvo nos convertiremos: nuestro cuerpo es agua en un 80 por ciento o más. Y al morir en lo que nos convertimos es principalmente en vapor de agua. Quizás ésa sea el alma que algunos dicen alcanzar a ver cuando se nos va.

A decir verdad, el agua es un líquido prodigioso que nos regala la Naturaleza para vivir. Sin agua no habría vida.

El agua es un líquido pero, de acuerdo a sus componentes –hidrógeno y oxígeno—debería ser un gas. Ese es su primer prodigio: como gas no nos serviría para nada.

Pero, veamos la forma como se unen el hidrógeno y el oxígeno: no lo hacen en línea, sino en un ángulo de 105 a 109 grados. Y por ello se convierten en un líquido, debido a los puentes hidrógeno que se forman entre molécula y molécula.

Todos los seres que vivimos en el planeta debemos agradecer este fenómeno.

Otra sorprendente propiedad del agua es que, como líquido, tiene un volumen menor que como sólido. Ello es contrario a todas las demás substancias que, sólidas, tienen una mayor densidad.

Esto se debe a los cristales que se crean al hacerse el hielo, formados por cuatro moléculas de agua alrededor de una que forma enlaces del puente hidrógeno con los oxígenos de las periféricas. Esto permite que el hielo flote y que no se congelen los mares. De otra manera, el hielo se hundiría y se almacenaría en el fondo del mar hasta que toda el agua se congelara por el frío del aire, que alcanza temperaturas muy inferiores a los cero grados.

Así, la vida no sería posible.

El clima en nuestra atmósfera es regulado principalmente por el agua, ya que su calor específico es muy alto. Es decir, el agua absorbe mucho calor para poder elevar su temperatura; mucho más calor que cualquier otro líquido, lo cual permite que, en tiempos calurosos, absorba bastante energía calorífica haciendo más amable el clima y, durante la noche, desprende ese calor absorbido en el día, calentando así los lugares cercanos a donde hay agua.

Además, de la temperatura del agua de los mares y océanos dependen los vientos, las lluvias, tormentas, etcétera.

Díganlo, si no, los fenómenos denominados El Niño y La Niña.

Algunos usos del agua
Independientemente de los usos que todos conocemos, el agua tiene otras utilidades que la hacen imprescindible para la industria y el comercio. Veamos.

La producción de energía eléctrica depende casi por completo del agua. Las grandes plantas hidroeléctricas que emplean la fuerza directa del agua para mover sus turbinas; o las termoeléctricas, que funcionan gracias al vapor de agua; las geotérmicas, que aprovechan el vapor que surge de la tierra; las nucleoeléctricas, que enfrían sus reactores con agua.

Además, el agua se utiliza para obtener otro tipo de energía; para mover los automóviles con celdas de combustible utilizan el hidrógeno que se obtiene con la descomposición del agua, ya sea por electrólisis o por contacto con algún metal, las gasolinas y aceites que se obtienen del petróleo son producidas en las refinerías, que usan toneladas de agua para enfriar sus torres de destilación.

Tan es así que para producir un litro de gasolina se emplean varios litros de agua.

Como refrigerante, el agua se utiliza en todos los motores de combustión interna, en todas las industrias donde hay maquinaria que se calienta por fricción, en las industrias químicas donde suceden reacciones que desprenden calor.

Esta propiedad se debe a que el agua absorbe más calor por gramo que cualquier otro líquido.

El agua se puede considerar como el solvente universal. Por eso la usamos para lavar nuestro cuerpo, la ropa y la casa, en general. Pero, además, todas las soluciones de sales, minerales, ácidos, hidróxidos, alcoholes, fenoles y otros son soluciones hechas en agua.

Como ejemplo ilustrativo, podemos decir que todas las cervezas, vinos y licores son soluciones acuosas.

Además, el agua es la única sustancia que existe en el planeta en forma natural en sus tres estados: sólido, líquido y gaseoso.

Por todo lo anterior, debemos imaginarnos –anticiparnos—por qué las guerras del futuro serán por el agua.

 

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