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908 18 Octubre 2011

ANÁLISIS A FONDO
Los otros cárteles
Francisco Gómez Maza

Tan mortales como el narco
Pero no se ve sangre en la tv

Ciudad de México.- Mientras toda la atención del gobierno panista está entrada en la fallida guerra contra los cárteles del narcotráfico y la delincuencia organizada, se dejan de lado, con absoluta ligereza y despreocupación, asuntos muy graves que, cuando los pandilleros se cansen de guerrear, pondrán a los mexicanos en una verdadera encrucijada.

Uno de los más preocupantes es el de los alimentos. Su producción y su comercialización sólo están beneficiando a las grandes corporaciones de la industria agroalimentaria; está empobreciendo más a los agricultores pequeños, y no está alimentando como se debe a los millones de seres humanos que sobreviven con salarios injustos.

De acuerdo con estimaciones  de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO),  es probable que los precios sigan siendo elevados y volátiles. La demanda de los consumidores en los países con economía en rápido crecimiento aumentará; además, la población continúa creciendo y, si prosigue la expansión de los biocombustibles, el sistema alimentario se verá sometido a demandas adicionales.

Respecto a la oferta, se plantean desafíos debido a la creciente escasez de recursos naturales en algunas regiones y a la disminución de las tasas de crecimiento de los rendimientos de algunos productos básicos. La volatilidad de los precios de los alimentos podría incrementarse debido a los vínculos más estrechos entre los mercados agrícolas y energéticos, así como a la mayor frecuencia de las perturbaciones causadas por fenómenos meteorológicos.

Numerosos modelos de proyección a largo y medio plazos sugieren que los precios de los productos alimenticios básicos seguirán siendo relativamente elevados durante el próximo decenio, según estimaciones de los economistas de Tendencias Económicas y Financieras. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la FAO) prevén que los precios mundiales del arroz, trigo, maíz y semillas oleaginosas, en el lustro de 2015-16 y 2019-20 serán 40%, 27%, 48% y 36% superiores en términos reales, respectivamente, en comparación con el lustro de 1998-99 a 2002-03.

Además, se prevé un alza de precios en general debido a que el crecimiento constante de la población y de la economía ejercerá una presión alcista sobre la demanda, así como a la mayor utilización prevista de biocombustibles como consecuencia de las políticas en la materia y del precio del petróleo.

Si los precios del petróleo siguen aumentando, los costos de producción agrícola se incrementarán, lo cual contribuirá al encarecimiento de los alimentos, ya que la maquinaria usa combustibles y los fertilizantes también provienen de energéticos fósiles y sus derivados.

Hay también argumentos convincentes que sugieren que, además de ser más elevados, los precios de los productos alimenticios básicos serán más volátiles en lo futuro, sobre todo porque, si aumenta la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, las crisis de la producción serán más frecuentes. Además, las políticas en materia de biocombustibles han establecido nuevos vínculos entre el precio del petróleo y el de los productos alimenticios básicos.

A corto plazo, sin embargo, los beneficios de los precios altos van principalmente a los agricultores que disponen de un gran excedente para comercializar, y no son, precisamente, los más pobres de entre los pobres quienes suelen comprar más alimentos de los que venden. Esta situación suele agravar la pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, como lo establecen los analistas de Tendencias.

Sin embargo, los precios elevados representan una oportunidad para estimular la inversión a largo plazo en la agricultura, lo que contribuirá a la seguridad alimentaria sostenible a más largo plazo.

De esta manera, los precios de los productos alimenticios básicos influyen en dos sentidos: en primer lugar, los precios del mercado internacional pueden influir en las variables macroeconómicas nacionales, tales como la balanza de pagos, el déficit presupuestario y los tipos de cambio; en segundo lugar, los precios internos repercuten en más pobreza, en el consumo calórico y la nutrición de los individuos.

Pero estudios a nivel global señalan que casi todos los habitantes de las zonas urbanas son compradores netos de alimentos; lo que tal vez resulte sorprendente es que también lo sea la mayoría de los habitantes de las zonas rurales. Los productores y los agricultores a escala muy pequeña suelen ser compradores netos de alimentos, ya que no producen lo suficiente para sus familias.

Los hogares rurales sin tierras o que poseen tierras escasas son los más pobres de entre los pobres, un porcentaje desproporcionado encabezado por mujeres.

Y qué hace el gobierno mexicano frente a esta gran crisis. Es una crisis tan dramática como la violencia del narco. La diferencia es que en las miles de muertes por mala alimentación o por hambre no se ve la sangre en los monitores de la televisión…

http://analisisafondo.blogspot.com/
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