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955 22 Diciembre 2011

Protestantes
Víctor Reynoso


P
uebla.-
Para la revista Time el personaje del año no fue un individuo en particular, sino el conjunto de personas que se han manifestado protestando por alguna razón. Destacan desde luego los casos de algunos países árabes (Túnez, Libia, Egipto, Siria), algunos europeos (España, Grecia) y ciudades de Estados Unidos. Una decisión, interesante, que invita a la reflexión.

Y la primera reflexión es que hay que distinguir. No todas las protestas tienen las mismas causas ni buscan los mismos fines. Pueden distinguirse de modo muy general las que tienen lugar en los países árabes de las europeas y estadounidenses. Las primeras buscan ante todo lo que nuestra constitución llama garantías individuales, y que en términos generales son los derechos del constitucionalismo liberal (no confundir con el liberalismo económico).

Igualdad ante la ley (independientemente del género y la religión), derecho de asociación, de expresión, de petición. Y también del mecanismo de la democracia minimalista, el que permite deshacernos de los malos gobernantes sin derramamiento de sangre. Mecanismo inexistente en Libia, Egipto, Siria, donde dejar a un lado al mal gobierno puede costar muchos muertos y llevar mucho tiempo.

Ciertamente es políticamente incorrecto hablar de la superioridad de un sistema político sobre otro. Pero es claro que hay mecanismo políticos, como el de las elecciones libres y periódicas, que tienen ventajas sobre los sistemas que carecen de ellos. Lo anterior no implica hablar de superioridades culturales o civilizatorias, simplemente de la superioridad de un mecanismo político.

Los indignados europeos y estadounidenses protestan por cosas muy distintas: contra el desempleo y la desigualdad económica. Sus críticas parecen apuntar al sistema financiero, cuyos integrantes gozan de ganancias privadas desproporcionadamente superiores a los bienes públicos que generan. Peor aún: los responsables de las finanzas parecen haber generado la crisis norteamericana de 2008, que sigue afectando a todo mundo, y a las naciones europeas del llamado PIGS.

Savater ha escrito que los regímenes comunistas fueron muy malos para los países que los vivieron, pero buenos para los capitalistas: sirvieron de acicate para mejorar la equidad social. Ahora que el capitalismo no tiene adversarios, parece haberse relajado para permitir desigualdades extremas e injustificadas. Las protestas pueden ser vistas como un llamado para atender este problema.

Ciertamente los movimientos de indignación son bienvenidos en cuanto señalan problemas a resolver. Pero hay que señalar siempre que es necesario contar con las causas y las vías posibles de solución. La denuncia en sí misma, la sola queja, no lleva muy lejos. Y puede ser hasta contraproducente.

Profesor de la UDLAP

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La Quincena Nº92

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