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PALABRAS EN VUELO II,
DE LETICIA DAMM

Eligio Coronado

 

      culturalogoAlgunas veces las palabras van más allá del espacio de su propio idioma y cruzan las fronteras, sin saber si podrán respirar ese otro aire al que de pronto han volado.

         Y es que las palabras tienen su propio ritmo, color, textura, uso cultural y, además, se expresan con una carga de sensibilidad que no siempre puede ser reproducida en otra lengua.

 

         Se requiere que el  traductor de esas palabras domine bien los dos idiomas involucrados en el proceso: el original del texto y el de llegada, o sea, al que se va a verter el texto.

         Además, hay que conocer bien al autor traducido: estar empapado de su cultura y sus expresiones idiomáticas a través del tiempo, su forma de manejar la sintaxis, para evitar caer en lo obvio; también se debe conocer su formación literaria, su estilo y su personalidad.

         Se necesita, además, conocer el entorno del poema y del poeta, para entender

cómo surge dicho texto.

         También se requiere que el traductor sea poeta él mismo, que tenga ese talento o, al menos, que sea un buen lector de poesía para poder transmitir el espíritu del poema.

De esa manera podrá entender los problemas generados al tratar de reproducir o meter a la fuerza en nuestro idioma una métrica, digamos, griega o latina, o bien conocer la función social que las palabras tienen entre los usuarios de cada lengua traducida, lo cual implica lidiar con significados ambiguos, arcaicos, inexistentes, políticamente incorrectos, diametralmente opuestos y absurdos, por citar sólo algunos.

         Finalmente, el traductor deberá ser impulsado por una vocación literaria y no un interés económico, es decir, por el deseo de aportar algo a la cultura de su país al incorporar a ésta textos literarios que la enriquezcan o llevar la propia cultura a otras tierras, como lo hace Leticia Damm en estas Palabras en vuelo II.

         De esta manera, el traslado del texto original a su nueva lengua, lengua adoptiva, desde su entretejedura lingűistica primigenia hasta la del traductor, habrá cumplido el objetivo esencial que le mueve: esto es, que al leer el poema traducido escuchemos la voz del autor, con todos sus modismos, inflexiones, respiración y hasta silencios, y no la voz del traductor.

         Hay que enfatizar aquí que las traducciones literales (en concreto, las apegadas al vocablo y no al sentido y sonido) deberían evitarse, pues rara vez son satisfactorias, ya que generalmente esa aduana lingűistica despoja a los poemas de su espíritu y los convierte en textos sin pies ni cabeza, que pueden tener un sentido aparente que no es el que pretendía el autor; en otras palabras, son deformaciones que sacrifican al autor con ideas y emociones que no intentaba expresar y, de paso, se constituyen en textos totalmente nuevos, porque no guardan relación alguna con los textos originales, aunquedichas versiones o aproximaciones (o, de plano, adivinaciones) no sean necesariamente buenas.         Leticia Damm de Gorostieta (Monterrey, N.L., 1931) pudo librar bien los escollos que enfrentó antes de culminar el sueño de publicar un segundo libro de poesía de Nuevo León traducida al inglés (el primero: Palabras en vuelo. Selección bilingüe depoesía nuevoleonesa, se publicó en  2005, editado asimismo por el Conarte).          Palabras en vuelo II. Selección bilingüe de poesíanuevoleonesa* contiene ochenta y un poemas de dieciséis poetas nacidos entre 1901 y 1978: o sea, setenta y siete años de buena cosecha.         Alineados entre estas dos fechas encontramos a poetas mayores  como Pedro Garfias, Horacio Salazar Ortiz y Gabriel Zaid, una poeta de la generación de los cuarenta (Lucía Yépez, que, por cierto, no figura en el índice, pero sí aparece en las páginas 55 a 65), así como poetas de los cincuenta (María Belmonte, Minerva Margarita Villarreal y José Javier Villarreal), de los sesenta (Eduardo Zambrano, Sergio Cordero, Oscar Efraín Herrera, Alexandra Botto y Lourdes Olmos) y de los setenta (Ana Márquez, Virginia Leija, Nancy Meza e Iván Trejo).          Lo más importante de ser traducido a otro idioma no es el prestigio que ello representa ni el reconocimiento a una obra generada, con mucha frecuencia, entre la indiferencia popular, sino: ¿podrán estos poemas producir algún efecto estético en las personas que no conozcan la lengua en que fueron escritos originalmente? ¿Podrán ellas percibir las emociones que les llevaron a escribir: “Andar es muy fácil. / Lo difícil es andar sin premura. / Pasear por el miedo del ruedo / grave y con figura”. (de Pedro Garfias, p. 16), que en inglés suena así: "Walking is easy. / What’s hard is strolling at leisure. / Striding through fear in the bullring / with solemnity and finesse”. Otro ejemplo:  “no seré Dios   pero / he creado el amor  / a tu imagen y semejanza” (de Sergio Cordero, p. 132), traducido de esta forma: “I may not be God     but / I’ve created love / in your own image”. Y este poema completo: “Ayer terminé mi relación contigo / relación que tejimos como una bufanda / al principio me cubrió del frío / después / me ahorcó” (de Virginia Leija, p. 206), que podemos leer de esta manera: “Yesterday I broke up with you / a relation we knit as a scarf / first it shielded me from the cold / later / it choked me”. Finalmente, este fragmento: “Descubro de nuevo / el azul. / Es mi desnudez perpetua/ en la blancura del papel” (de Nancy Meza, p. 220), que será leído en esta forma: “I again discover / blue. / It’s my perpetual nudity / on the whiteness of the paper”.          Diversos poetas locales (con Alfonso Reyes a la cabeza) hemos sido traducidos a otros idiomas, pero este libro es la segunda antología regional del género y el mérito le corresponde de nuevo y totalmente a la autora Leticia Damm de Gorostieta.

 

* Leticia Damm de Gorostieta. Palabras en vuelo II. Selección bilingűe de poesía nuevoleonesa. Monterrey, N.L., Conarte, 2008.  235 pp.  (Colec. de Poesía)

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