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ESE BAGAJE LLAMADO RECUERDOS
Ricardo Díaz Vázquez

¿Qué son los recuerdos? No había reparado en tal pregunta hasta que tales acciones comenzaron a suceder de forma involuntaria, repentina, dejando puertas abiertas hacia sentimientos que uno cree dejaron de existir. No hablo del recuerdo que se carga por voluntad propia, como autoflagelo, ni de aquél que uno en forma repetitiva invoca como mantra para soportar tal o cual situación.
Sucede que mi esposa me hizo mención de una actividad a la cual yo abiertamente apoyé y la verdad ya ni siquiera de lejos recordaba. Sería por el hecho de que para mí fue algo que hice con gusto y no consideraba extraordinario. Tal vez mi conciencia determinó que no debería etiquetarle dentro de lo sobresaliente. Después, una noche en el silencio antes del sueño, sentí la embestida como si una manada pasara a mi lado; era el recuerdo de una actividad hecha hacia más de treinta años con un grupo de compañeros que pertenecíamos a un grupo religioso juvenil. Era, mejor dicho, una puntada. Me extrañó, primero que nada, el que de forma involuntaria emergiera el recuerdo sin invocación o esfuerzo ex profeso por exhumarlo. Cabe aclarar que era algo clasificado con la etiqueta de agradable. Días después apareció otro recuerdo que no era agradable, reconozco que ese tal vez sí lo sofoqué por lo desagradable que me aconteció.
Dicen que recordar es vivir, pero que no se debe vivir de recuerdos. Resulta que cuando dejamos de recordar, comienza la vida a dar tumbos. Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que todos conocemos a alguien cercano a nosotros que padece la enfermedad llamada con apellido alemán que precisamente se lleva los recuerdos, y entonces uno deja de vivir hasta quedar suspendido en la nada desconectado del mundo. Aún en ese estado, dicen quienes rodean a los afectados, que los sentimientos son el único recuerdo que puede invocar el doliente. Está contento, triste, agitado, hasta que en unos casos llega el olvido de las funciones vitales y la vida escapa siendo ya sólo un recuerdo para quienes le rodean. He pasado de la frase “Pienso luego existo” a “Recuerdo luego existo”.
diaz.vazquez@gmail.com

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