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26 Abril 2011
 


 

Los analistas de Sanborns
Héctor Franco Sáenz

Están por todas partes; a diario se les puede encontrar con facilidad en diferentes lugares, el mismo día pero a diferente hora, de un lugar se pasan a otro, ya sea restaurante o cantina, dado que son individuos que ofician en diferentes parroquias y con distintos feligreses, con quienes profesan su doctrina.

No es que antes no hayan existido, siempre han estado en alguno de los lugares mencionados, lo que sí viene a ser nueva es la proporción en que se presenta y hasta el sexo de sus practicantes, dado que antes, por lo general, era una actividad reservada a los varones, y hasta en la puerta de esos lugares, hoy llamados antros, decía: “Prohibida la entrada a mujeres, militares, boleros y menores de edad”.

Su proliferación ha venido  de la mano del mercado del entretenimiento, dado que después del café o las “labores del hogar”, sin distinción de sexo, el destino es alguno de las innumerables casas de juego que se extienden libremente por la zona metropolitana, haciendo a su capital algo así como la “ciudad del vicio”; o por qué no, salir de viaje cuando menos a Las Vegas, en alguno de los autobuses que vienen a recogerlos desde San Antonio.

¿De quiénes estamos hablando? De esos miles de personas que alcanzaron a disfrutar de los beneficios del Estado de Bienestar, que iniciaron su etapa productiva desde, o después, de mediados del pasado siglo, a partir de la fundación del IMSS y que alcanzaron a crear sus derechos antes de la inmisericorde llegada del neoliberalismo,  logrando quedar a salvo de caer en los tentáculos y ser víctimas de las afores.

El envejecimiento de la población, la ampliación de la esperanza de vida, y factores como los señalados, aunados a la falta de una política social que promueva el desarrollo y el aprovechamiento de sus capacidades en vez del estéril asistencialismo practicado por los últimos regímenes, forman el caldo de cultivo para que este fenómeno se presente con las características que se ha reseñado.

Entre las personas que han pasado a engrosar las filas de antros, cafés, restaurantes o cantinas, hay casos significativos, que por adelantados han hecho historia, como la “mesa” que en el Ambasador “tenía” Agustín Rodríguez Carranza, periodista, para analizar con sus invitados los aconteceres locales, nacionales o internacionales, o la que en el restaurante del Hotel Ancira tenía Chano Bortoni.

De igual forma fue la “mesa” de Hernando Castillo Guerra, Héctor Gómez Danés y  Amílcar Aguilar, que junto a otros destacados priístas tenían en el Restaurant Mira-plaza del Hotel Monterrey, misma que pasó a mejor vida junto con algunos de sus integrantes, mientras los que viven se guarecen en el Vips de Hidalgo, lugar que también sirve de refugio al grupo que integran Héctor Martínez y Gerardo Torres Díaz, grupo del que ya se adelantó el maestro José Sánchez Partida.

Así, está llena la ciudad por todos sus rumbos, de estos “centros de discusión”, integrados según la época, la profesión, actividad, oficio y edad de sus componentes; difícil es encontrar lugar donde no se encuentren, como en los Toks, Martins, Sanborns o Vips, y entre los lugares clásicos, el Royal Courts donde se juntaban los de FIME; el Al, el Pálax, el Rubio y el Pecos Bill de Sixto en Guadalupe.

La violencia de los últimos años ha tenido sus costos; algunos lugares tradicionales han visto menguar su clientela, algunos de los clientes consuetudinarios han pasado a mejor vida, mientras la vida del grupo sigue creando un “espíritu de cuerpo”, efecto terapéutico que se da cuando se comparten ideas, opiniones y proyectos, sin dejar de lado los exabruptos dependiendo del estado de ánimo, todo con el fin de platicar y buscar qué hacer para no envejecer, alejados del mundo,  en una mecedora.

Cosas como las anteriores, fueron las que nos llamaron la atención hace una semana en el Sanborns de Garza Sada, cuando muy temprano se empieza a integrar “una mesa” especial, al parecer de médicos, a la que llegó uno de sus integrantes con documento en la mano, diciendo al resto: “lo imprimí con letras grandes” para que no batallen.

Quien eso decía informa al grupo de las bondades del aguacate, como alimento preventivo de enfermedades, mismas propiedades que en el texto de marras se adjudican a la canela en sus usos más variados; este mensaje días antes fue muy difundido en la red y lo acontecido, el  reflejo de la circularidad y rapidez con que viajan los mensajes en la red, y dan vuelta.

En esas estaban cuando llega otro integrante que les empieza a hablar, en forma enjundiosa, de lo que vio en el Antiguo Edificio del Colegio Civil, enfatizando en lo apropiado de las instalaciones y la calidad de las exposiciones con que cuenta. Seguramente para esa hora, no habían leído el 15diario, que hablaba sobre lo que pasa en el UANL en el campo de la cultura.

Todo iba bien hasta que llegaron las opiniones de “la mesa”, los que si bien admitían en general lo dicho, puntualizaron en algunos inconvenientes nada favorables, como el exceso de basura en la misma entrada al edificio, la inaccesibilidad por tantos puestos, así como la inseguridad del entorno, no se diga para ir a presenciar espectáculos por las noches.

Así fue como, los “analistas” de Sanborns, pusieron el acento en aspectos que no se tomaron en cuenta en la colaboración anterior y que nos muestra la importancia de esas sabias opiniones, que ojalá sean atendidas por quienes tienen a su cargo la conducción de los asuntos de la universidad.

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