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962 2º de Enero 2012

Año gándhico
Stephanie Carvayo

P
arís.-
El final del 2011 lo vivo con varios kilos encima. Kilos de situaciones, de luchas, de ilusiones, de angustias, de sueños.
No de dolor trágico, sólo porque he sido afortunada. El 2012 anuncia lo mismo que el 2010 revolucionario; ahora creo que el final no existe.
Los nuevos comienzos se dibujan como bocetos de un deseo que se niegan a reprimirse. La historia escrita es una cosa, la historia de vida es otra.

Mi año lo viví en esperanza ridícula por defender lo más básico de la vida, para leer a diario que lo más obvio de la vida ajena nos es indiferente. De vivir que el dolor y la muerte se separan al entrar a la puerta, comencé por rendirme.

Con todo y la tristeza de entender lo que otros sufren, aunque desconocen, es gracias a ser regia contemporánea que comienzo un año sabiendo que nada es lo que es, sin significarlo. La muerte de un año sangriento y corrupto no me dice nada ni trágico ni esperanzador, sino gándhico.

La vida es lo que vivimos, y lo que vivimos no tiene cara de ningún político, ni título de ningún artículo, sino la experiencia subjetiva que se vive, comparte, y desvanece entre el resto de las experiencias.

Mi deseo del 2012 es seguir viviendo, ontológicamente, nuestras experiencias. Cuales sean.

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La Quincena Nº92

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