Suscribete
999 22 Febrero 2012

La poesía de Óscar Efraín Herrera
Eligio Coronado

Monterrey.- La originalidad literaria está más cerca de lo que pensamos. No reside en lo extraño, misterioso o lejano, sino en nuestra percepción del mundo que habitamos, ese mundo que parece ser el mismo para todos, pero que nuestra propia percepción vuelve diferente, único, especial.

Por eso, los poemas de Óscar Efraín Herrera son originales, porque son suyos, son su percepción vuelta palabras. Cualquiera puede ver lo mismo que él, pero no percibirlo de la misma forma.

En Arista, Óscar evoca, entre otros temas, al Monterrey de su infancia y adolescencia. Muchos vivimos esas etapas en la misma ciudad, pero no las percibimos igual, por ello no escribimos estos poemas como él lo hace.

Los poemas de Óscar (Monterrey, N.L., 1962) están escritos con la naturalidad que da la madurez, sin intención de probarle nada a nadie: ni su dominio del lenguaje ni su habilidad para armar poemas redondos y contundentes.

El tono va de lo nostálgico a la aceptación y el desencanto: “cuando me busco en la memoria / me encuentro a ése que fui / y a una ciudad que ya no existe” (p. 17), “En mi memoria / sigue en pie / la casa de mi infancia” (p. 20), “Por más que busco no encuentro su rostro en aquel recuerdo. / La sombra de ese árbol oculta su cara / y sólo me queda una silueta que me sigue y me guía” (p. 21).

Otros de sus temas son la inseguridad (“Les dimos la ciudad y nos fuimos a dormir. / Son suyas las personas y las calles”, p. 35), la enfermedad (“Anduvo por tu sangre / diez o quince años / hasta que llegó a tus huesos / y empezó a corroerte”, p. 26), la filosofía (“Los niños somos adultos / que naufragamos”, p. 31) y su experiencia como editor (“Llevo en la sangre tinta de imprenta. Mis manos son de papel. La tipografía habla por mí”, p. 80).

Estos poemas (y textos) son, sin duda, herrerianos y Óscar ha llegado a ellos en el momento justo en que la madurez y el oficio han confluido en su pluma. También es el momento en que la brevedad comienza a podar nuestros excesos: “Busco atajos para decir con unas pocas palabras lo que otros dirían en centenas de páginas” (p. 59).

Sí, la originalidad literaria está más cerca de lo que pensamos, sólo hay que ser honestos y emplear nuestra propia percepción: “La casa familiar / hoy es un hueco / en un gran estacionamiento. / Hay una mancha de aceite / donde mi madre / preparaba el desayuno” (p. 18).

Óscar Efraín Herrera. Arista. Monterrey, N.L., Ediciones Intempestivas, 2011. 80 pp.

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

pq94

La Quincena NÂș92


15diario.com