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1018 20 Marzo 2012

ANÁLISIS A FONDO
Don Jesús Reyes Heroles
Francisco Gómez Maza

A 27 años de su partida
Un mexicano ejemplar

Ciudad de México.- El reloj marcaba las 11 de la mañana aproximadamente, si mal no recuerdo. Era el 7 de julio de 1977, a un día de cumplir un año del golpe del echevarriato contra el periódico Excélsior, mi casa de trabajo.

El escribidor fue detenido, entonces, por la policía del Distrito Federal comandada por el, cómo no va a ser inolvidable, Arturo “El Negro” Durazo Moreno, a la sazón, jefe de policía y tránsito del Departamento del Distrito Federal, cuando cubría, para la revista Proceso un cateo policiaco al Centro Nacional de Comunicación Social, dirigido por el gran José Álvarez Icaza.

Pepe Álvarez Icaza siempre bromeaba: “Me caen tan mal los 7”, por el 7 del 7 del 77. Quien esto redacta fue llevado en una “Julia” (una camioneta donde los policías recluían a los detenidos por cualquier cosa para llevarlos a la más próxima estación de policía), junto con un grupo de trabajadores del Cencos a los cuarteles de la policía, situados en la zona urbana del Distrito Federal llamada Balbuena.
Para esto, las mazmorras del cuartel de Durazo, estaban ya repletas de estudiantes y maestros de la Universidad Nacional Autónoma de México, que fueron detenidos mientras realizaban una huelga estudiantil.

Ahí pasamos la noche, encimados unos en otros, escuchando la tortura sicológica de altoparlantes espirando música, gritos, estertores. No se nos acusaba de nada. Simplemente, fuimos detenidos por estar en el lugar equivocado y a la hora equivocada, pero precisa para el escribidor, porque cumplía con su trabajo de reportero, que era investigar el porqué de tanto policía en un lugar en donde lo más subversivo que se hacía era organizar conferencias de prensa de movimientos sociales de la época.

Poco después del amanecer del día siguiente, alrededor de las siete horas ‒ahora sí primer aniversario de nuestra salida de Excélsior‒, policías cocineros nos dieron el “rancho” (así le llamaban a la comida servida en los cuarteles). Huevos revueltos fríos y hartos frijoles.

Ahí supe del poder que tenía don Jesús Reyes Heroles, entonces secretario de gobernación del presidente José López Portillo. El maestro había roto con nuestro verdugo en Excélsior, el presidente Luis Echeverría Álvarez, quien lo había nombrado presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, pero que decidió que ya no le servía.

Durante los primeros meses de nuestra expulsión del periódico Excélsior, encabezados por Julio Scherer García, la gente del partido oficial, comandada por el demócrata Reyes Heroles, muy soterradamente para no ser descubiertos por nuestros esbirros echeverristas, nos proporcionaba apoyo logístico para cumplir con nuestro trabajo periodístico, como la creación, a troche moche, de una agencia informativa denominada Cisa, mientras se gestaba la criatura que el primero de noviembre de aquel año saldría a la luz con el nombre de Proceso.

Pues estando en “amena” charla en la mazmorra con oficiales de policía graduados en West Point, escuché mi nombre a gritos. Salí de inmediato y me encontré con un enviado del secretario de Gobernación, don Jesús Reyes Heroles. El enviado de don Jesús sólo me dijo: “estás libre”. Pero yo le respondí: “no me voy si, por lo menos, no liberan al grupo de trabajadores del Cencos con quienes me trajeron aquí”. Y todos salimos de Balbuena, cada quien para su casa.

Después liberaron a los estudiantes y maestros de la Unam.
Ese fue Reyes Heroles. Defensor de las causas justas. En el caso, enmendó las tropelías del nefasto “Negro”, célebre entre otras hazañas por construir la lujuriosa y cursi residencia para sí, llamada “El Partenón”.

Tiene toda la razón el gran Enrique González Pedrero, tabasqueño de sangre y de corazón, cuando dice: “Jurista, politólogo, historiador, ideólogo e intelectual, Jesús Reyes Heroles (1921-1985) es uno de los más grandes políticos humanistas que ha dado nuestro país, en la mejor tradición de ese liberalismo que tanto defendió y puso en práctica.”

Jesús Reyes Heroles era, con el mismo rigor, un intelectual y un político. De allí que le gustara autocalificarse como un intelectual político o como un político con ideas (lo que me recuerda, dice González Pedrero, aquella metáfora del zorro y el león de que habla Maquiavelo). ¿Prevalecían ocasionalmente, alguno de esos personajes en apariencia contradictorios? Eventualmente, tal vez: Todo dependía de las circunstancias.

Lo cierto es que, preocupación y ocupación, el hombre de ideas y el hombre activo se complementaban. El hombre de ideas, formado en el derecho, la economía, la historia: en las ciencias sociales. El político, hecho en las diversas facetas de la realidad mexicana: primero en la empresa pública: Dina, Pemex. Luego el partido. Reyes Heroles, como humanista que es, piensa e impulsa un humanismo a partir de su concepción antropológica, lato sensu; es decir, de “la idea del hombre, como libertad y como justicia en la sociedad”. De manera más particular, se refiere al mexicano libre, justo y solidario, prerrequisitos éstos para avanzar hacia la igualdad y bienestar de los hombres, fundamento de lo que él llama “humanismo social”, como rememora José Garcilazo Bedolla.

No muchos recordarán al maestro en estos tiempos de gran pobreza y desigualdad, de supina inseguridad pública, de sangre, dolor y lágrimas. Menos querrán recordarlo los actuales hombres del poder comandados por Felipe Calderón. Pero ayer 19 de marzo, hace 27 años, murió uno de los grandes mexicanos del siglo XX.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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