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1018 20 Marzo 2012

De changos, chapulines y colibríes
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Una regla muy manida en política, es que hay que ser congruente si se quiere respeto y consideración pública, como también si lo que se quiere es dinero y hay que seguir el camino trillado de la mansedumbre política. En esa encrucijada, siempre se encuentran los políticos; unos siguen uno y otros siguen otro, hasta llegar al final de sus anhelos abiertos o escondidos.

Unos permanecen y otros desaparecen del ánimo de los ciudadanos. A unos los saludan en la calle con reconocimiento, mientras a otros los señalan con el dedo flamígero del desprecio y el rencor. Se sabe que en política no siempre dominó la ruta de congruencia, y la política reclama habilidad para moverse en espacios amplios, restringidos y hasta en agujeros. Se le reclama al político que sepa hacer su trabajo con inteligencia, sin sacrificar el interés público. Que cumpla con el mandato constitucional.

Sin embargo, la transición a la democracia ha traído muevas prácticas donde muchos gobernantes electos no concluyen su encargo, por ir en busca de nuevas oportunidades políticas, aprovechando facilidades legales que al parecer, como lo litiga una joven pasante regiomontana, no es tanto como parece. 

En las páginas siguientes, describiremos tres tipos de políticos que son elevados a figuras del reino animal, caracterizadas por su flexibilidad y su gran don de la ubicuidad, así también nos acercaremos a la decisión de un tribunal de lo administrativo, que recientemente ha fallado en contra de una alcaldesa regiomontana por una falla en el procedimiento de separación del cargo, para ir en busca de un escaño del senado de la república.

Chapulines
Este tipo de ortóptera simpático, se encuentra referido en la picaresca mexicana, a aquel político en funciones, que fue electo a un cargo de representación política y siempre está esperando los siguientes comicios. Maneja la máxima que vale más ser adelantado que desempleado. Es la especie de político parado con los factores reales de poder de dentro y fuera del partido. Que se encuentra al servicio de un padrino político o empresarial, o ambas cosas, de manera que siempre se le compensa con nuevas promociones. Sabe manejar la habilidad de no hacer nada importante, apareciendo como si las hiciera. Lo mejor que hace bien, es presentar a su partido como incubadora de políticos que no terminan el mandato constitucional. Sirve lo mismo como alcalde que como diputado o senador.

La política de fondo no se le da, pero es bueno para la grilla y el halago fácil de los superiores. Saludador y sonriente. Lo maneja como si lo hubiera aprendido en una isla caribeña, abraza hasta sus mayores detractores, como si fueran hermanos del alma. No le arredra la crítica y mucho menos el cuestionamiento moral de sus adversarios políticos. Sabe que aquellos cojean de la misma pata. Va siempre por lo suyo. Es un chapulín que brinca oportunamente y sabe dónde caer sin resentir lastimaduras. Quizá por eso es frecuente que este tipo de personaje sea longevo en la política y hasta llegan a morir detentando una responsabilidad pública. Agrega siempre un cargo más a su currículum, aunque también hay aprendices (¡por algo se empieza!) y tienen en común una extraordinaria capacidad para adecuarse a cualquier circunstancia política.  

Changos mecateros
Esta variedad de artrópodos flexibles, existen en todo el paisaje de la política mexicana. Son muy parecidos a los chapulines. Hacen siempre ejercicios de estiramientos para extender sus capacidades y habilidades. Son auténticamente unos “utility player”, pues pueden desempeñarse en cualquier posición política o burocrática. Sea en cargos de elección popular o en la administración pública; o viceversa, como en alcaldías o senadurías. Sea en pesca o ciencia cuántica. Se acomodan a la perfección como si fueran contorsionistas rusos. Estoy para lo que mande el partido –dirá alguno de ellos‒, para mostrar disponibilidad y abnegación.

Hemos visto en los últimos años, cómo saltan de un cargo a otro sin rendir cuentas de los resultados de sus decisiones públicas. Las aguas de la opacidad es su elemento vital. No hay mucho margen para que se cuestione su desempeño en la arena política o burocrática, porque siempre se diluye en las capacidades o ausencias de otros. Él o ella están para otras cosas más importantes. Los artrópodos de esta elección federal, están a la vista y van desde un cargo en la burocracia hacia la representación nacional o local, aun cuando pudiera haber casos, de personajes que viendo la puerta de salida de San Lázaro o Xicoténcatl buscan las nuevas puertas para continuar en la función pública.

Colibríes
Este tipo de aves apodiformes ha entrado un poco en desuso por reformas a la ley, pero en otro tiempo fue una verdadera epidemia. Se trata de políticos que se resisten a quedar excluidos de una nominación a un cargo público y entonces si su partido no los promueve, buscan a otro sin distingo ideológico. Como colibríes van de rosa en rosa recogiendo el dulce polen. Todo dentro del presupuesto, nada fuera de él, es su máxima de acción. Aquí en Sinaloa lo vimos en el proceso electoral de 2010, cuando varios connotados priistas ‒entre ellos el actual gobernador‒, que al no encontrar apoyo en su partido, lo buscaron en una coalición variopinta. No valió que fueran de izquierda o derecha, se impuso el pragmatismo puro, valía más ir con los adversarios históricos que volver a los negocios o el desempleo político. A rumiar tristezas. Y vaya que valió la pena, ese grupo gobierna el estado y son otros los que rumian tristezas.  

Esta fauna política muestra que los de hoy son tiempos de minusvalía política y ruptura de modelos partidarios doctrinarios, donde la convicción y la disciplina fue algo respetado y capaz de mover gente, por ser un valor político en sí mismo. Hoy, muchos políticos se valen de la falta de impedimentos de la ley, mientras los militantes doctrinarios ven con resignación cómo llegan tránsfugas en búsqueda de utilizar un anagrama que, en algún momento, sintetizó las aspiraciones de una generación dispuesta hasta ofrendar su vida.  Sucede en la izquierda y también en la derecha. En los viejos y nuevos partidos. Nadie escapa.

Caso Ivonne
Afortunadamente en el horizonte se ve una pequeña luz con el caso de la priista regiomontana Ivonne Álvarez; ella, como ya se sabe, intentó dejar la alcaldía de Guadalupe para buscar la senaduría, pero en el camino se le cruzó Dinorah Cantú, pasante de  Derecho, quien como ciudadana interpuso un juicio de amparo ante el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, alegando violaciones a los artículos 5 y 14 constitucionales. Ella encontró que la Ley Orgánica de la Administración Municipal de Nuevo León contempla una licencia hasta por 30 días para separarse del cargo, pero no en forma indefinida, como se lo autorizó el Cabildo.

La estudiante promovió el amparo mediante la cual objetaba la licencia concedida y solicitaba la suspensión definitiva. El Juez de Distrito, negó el 27 de febrero la suspensión provisional y ella recurrió dicha resolución y fue así como llegó hasta el Tribunal Colegiado en materia Administrativa, otorgándole la suspensión provisional y la alcaldesa tuvo que regresar de inmediato a su cargo; sin embargo, el 12 de este mes, el tribunal acordó negar la suspensión definitiva de la aspirante al senado.

Ahora, la aspirante priista está a merced de los tiempos electorales, ya que de acuerdo a la fracción V del artículo 55 constitucional, para aspirar a una candidatura debe separarse del cargo 90 días antes de la elección.

¿Qué dice la Ley orgánica Municipal del Estado de Sinaloa?
Artículo 13.- Las faltas temporales del presidente municipal, cuando no excedan de diez días, serán cubiertas por el secretario del ayuntamiento con el carácter de encargado del despacho. Cuando la falta excediere del tiempo señalado en el párrafo anterior, el presidente municipal sólo podrá separarse de su puesto previa licencia concedida por el ayuntamiento y será substituido por el primer regidor suplente. A falta de éste, el ayuntamiento elegirá de entre sus miembros a un presidente municipal provisional.

Cabría quizá dos observaciones y una pregunta: primero, el presidente municipal sólo puede separarse del cargo por 10 días consecutivos sin mediar licencia; segundo, en el caso de que fuera por más tiempo tendría que ser provisional, pues quien lo sustituye ya sea el primer regidor suplente o un presidente municipal es provisional y, tercero, el Cabildo o el Congreso del Estado pueden otorgar licencia indefinida sin que ésta pudiera ser revertida de acuerdo a la interpretación regiomontana.

Nos quedamos con la reflexión de la pasante: “Todos los que alguna vez hemos sentido que no hay remedio, nos estamos dando cuenta que sí lo hay. La solución está en los ciudadanos, ya no hay que esperar a que los partidos tengan voluntad”.

 

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