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1027 2 Abril 2012

LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
Elecciones como mercado
Edilberto Cervantes Galván

Monterrey.- El concepto de marketing o comercialización se originó en el mundo de los negocios y se ha usado para ubicar al cliente o consumidor, para buscar como satisfacerlo y para tratar de conservarlo como tal.  De allí se pasó al marketing político; los despachos de asesores electorales norteamericanos convirtieron a los candidatos en las variantes de un mismo producto y a los electores-ciudadanos en consumidores de ofertas políticas.

Con el marketing político el acto de votar a favor de un candidato se ha hecho equivalente a la decisión que toma un consumidor al adquirir un producto o servicio. De allí que las estrategias de comercialización de los candidatos se enfocan, no a difundir ideas, no a diseñar propuestas ni a perfilar el ejercicio del poder público. El propósito único de toda la campaña es que los electores que vayan a las urnas voten y lo hagan por el candidato específico.  

Las encuestas se diseñaron en un principio para averiguar las preferencias del consumidor en cuanto a  la forma y cualidades del producto, pero sobre todo para adecuar el producto a los gustos y necesidades de los usuarios o clientes. A través de las encuestas se captaba la opinión del consumidor, de manera directa y libre.

Las encuestas electorales se utilizan para anticipar las preferencias de voto de los ciudadanos. Son tan simples las preguntas, como la de: si hoy fueran las elecciones, ¿usted por cuál partido o candidato votaría?

También se pregunta por cuál candidato nunca votaría.

El atractivo de las encuestas electorales es que pretenden predecir quién va a ganar la elección. Con esta variante, lo que se busca no es averiguar cómo les gustaría a los electores que  fueran los candidatos, o cuáles debieran ser sus políticas, simplemente están diciendo cuál candidato tiene la mayor intención de voto. No se averiguan ni las causas, ni los factores, para explicar las preferencias electorales.

A pesar de que se reconoce que las encuestas de opinión no sirven para hacer pronósticos, se levantan encuestas con mucha anticipación, con el propósito expreso de influir en los ciudadanos. El candidato que se “posiciona” desde un principio tiene por ese sólo hecho una ventaja sobre los demás.

La cosa se complica ya que son varias las empresas encuestadoras. En México operan por lo menos 17, que utilizan diferente metodología, diferentes cuestionarios y formas de preguntar, y que levantan las encuestas en la calle, en los domicilios o por teléfono. Pueden hacerlo en los días de la semana o el sábado y domingo.

 Con todas esas variantes, los resultados de las encuestas no son estrictamente comparables.

Pero además tampoco son muy confiables. Primero, el costo de las encuestas es alto y alguien las paga, y si los resultados favorecen al que las paga, entonces se publican los resultados, si no, no.

Una proporción alta de las empresas que levantan encuestas, también realizan trabajo de estrategia electoral para sus clientes. Así que son juez y parte.

Al final no se sabe quién financia las encuestas.   

Los resultados de las encuestas se publicitan como el gran recurso propagandístico, allí están la televisión y la radio. También el periódico Reforma y El Universal levantan sus propias encuestas. Lo que se busca es influir en los ciudadanos con el criterio del voto útil: si vas a ir a votar vota por un candidato ganador no por un perdedor.

Así el candidato que de inicio se coloca en la delantera tratará de afianzar su liderazgo atrayendo a los indecisos al presentarse como un candidato ganador.

Tampoco se investiga  mediante las encuestas cuál o cuáles son los factores que influyen en la decisión de los electores. No porque sea difícil, sino que de alguna forma el criterio de fondo es establecer cuál candidato me gusta y cuál no. El porqué de las preferencias, eso ya no se pregunta. No importan las cualidades ni las diferencias, lo decisivo es si le gusta o no al consumidor.

Señala un analista político que las encuestas son el mejor instrumento que tenemos en México para anticipar los resultados electorales. Pero que el mejor indicador para predecir un evento futuro es el mercado de las apuestas. (Zuckermann, Leo, Nexos, núm. 411.)

¿Qué le parece?

Evidentemente el análisis político como medio para entender los hechos políticos está botado en la basura.

 

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pq94

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