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1050 3 Mayo 2012

 

Elección francesa y mexicana
Ernesto Hernández Norzagaray

Mazatlán.- Las elecciones presidenciales francesas celebradas el pasado 23 de abril tuvieron como resultado el triunfo del socialista François Hollande sobre Nicolás Sarkozy, quien obtuvo 28,8% de los votos contra el 26,1% del actual presidente; sin embargo, esta victoria no es suficiente todavía para que haya un relevo en el Palacio del Elíseo. Será necesario que los galos vuelvan a las urnas el próximo 6 de mayo para ratificar este triunfo o corregir el sentido de su voto en esta primera vuelta. Las posibilidades de realineamiento electoral está en la misma ley ya que en segunda vuelta sólo pueden participar los dos partidos que hayan obtenido el mayor porcentaje de voto, por lo que el resto buscará orientar a sus votantes en uno u otro sentido. 

El partido socialista, PS, tendrá seguramente a su favor los votos que le puede acercar los distintos partidos de izquierda, que van desde los ecologistas hasta los anticapitalistas, como también a la conservadora Unión por un Movimiento Popular, UMT, que tiene como su mejor aliado la ultraderecha organizada en el Frente Nacional, que en esta ocasión avanzó hasta convertirse en tercera fuerza política al obtener el 20% de la votación, aunque no es tan sencillo por la composición de este segmento ideológico que es una amalgama en la que la xenofobia se mezcla con el descontento popular.

Es decir, en los próximos días veremos una gran movilización política con el objetivo de atraer votantes hacia los dos ejes políticos. ¿Qué podemos recuperar para México de una elección tan alejada geográficamente pero al mismo tiempo tan cercana por lo que está en juego en estas definiciones políticas nacionales? De entrada está ese 81% de participación, que contrasta con el nuestro, que ronda en el mejor de los casos en el 60%, como su distribución en el arco político, un sistema de partidos bipolar, pero con dos partidos que tienen entre el 10 y el 20% del electorado; una segunda vuelta que garantiza legitimidad y mayoría relativa o absoluta, un sistema electoral flexible en las candidaturas y un calendario corto entre la primera y segunda vuelta.

Bien, entonces, intentemos responder  en dos grandes bloques: una, que tiene que ver con lo propiamente electoral; y dos, lo que está referido a los temas de fondo ante un mundo en crisis y globalizado.

Lo electoral
Francia es una república semipresidencial que elige cada cinco años un  Presidente con funciones de Estado y un Primer Ministro designado por el Ejecutivo, que ejerce su cargo como jefe de gobierno. Esta designación puede ser a título presidencial, o un acuerdo con la Asamblea legislativa, de manera que hay la posibilidad de que este cargo surja de un partido diferente al del Presidente. Es lo que llaman los politólogos cohabitación política. Es decir, a diferencia de nuestra forma de gobierno que es presidencialista, estamos hablando de una Presidencia acotada por el legislativo con amplios poderes, lo que tiene un carácter parlamentario.

Pero, ojo, los poderes del Presidente francés no son menores, pues puede llamar a plebiscito, disolver el parlamento para convocar a elecciones, conducir la política internacional y también las fuerzas armadas, entre otras competencias. Una gran diferencia en México, donde el Presidente si bien constitucionalmente tiene amplios poderes (es jefe de Estado y de Gobierno), en la práctica si no cuenta con la mayoría absoluta o calificada, tiene que batallar con el legislativo para acordar reformas, políticas y presupuestos. Hay la idea, de que quien gana la Presidencia se lleva todo y esto reduce los incentivos para cooperar con quien detenta ese cargo.

Es por eso que en México vemos lo que se conoce como juego de suma cero, que no es otra cosa que la lógica que opera bajo la interrogante: ¿para qué cooperar con el Presidente si cuando los resultados son buenos los aplausos él se los lleva y si las cosas salen mal los costos políticos son para todos?. Ejemplos, ahí está la falta de acuerdos en materia política, laboral o seguridad pública. Y desde ese punto equidistante, los señalamientos directos en contra del Presidente Calderón, incluso la amenaza de que al concluir su mandato, pudiera ser llevado a juicio por las decenas de miles de homicidios dolosos que han ocurrido durante su sexenio, producto de una estrategia de seguridad pública cuestionada por sus saldos negativos.

Pero hay algo más, ahora que el tema de las candidaturas independientes ha escalado en forma excepcional, los franceses lo tienen resuelto, pues se pueden presentar todos aquellos candidatos que lo deseen; las únicas condiciones que impone la ley son: tener la nacionalidad francesa, 23 años cumplidos y “dignidad moral”; ser presentado, al menos, por 500 ciudadanos que pertenezcan a alguna de estas instituciones: el Parlamento, el Consejo de París, los Consejos Generales, las Asambleas Territoriales o Ayuntamientos que representen al menos a 30 departamentos municipales.

Es decir, bajo este esquema la cuestión es clara, pues es el elector quien da la última palabra cuando sufraga a favor de un candidato con o sin partido.

Finalmente, la Asamblea Nacional constituye el Parlamento francés y cuenta con 570 miembros en dos cámaras. El mecanismo es uninominal a dos vueltas, es decir, se presentan en cada una de los distritos todos los candidatos que designen los partidos políticos y pasan a segunda vuelta aquellos que obtienen el 12,5% de los votos. En la segunda vuelta saldrá electo aquel candidato(a) que obtenga la mayoría relativa.

Entonces estamos ante un sistema electoral que tiene la virtud de generar mayorías, es decir, a diferencia del nuestro no tiene diputados de representación proporcional y la manera en que lo resuelven es impecable, si ningún candidato es electo de mayoría se alcanza la legitimidad mediante la segunda, que genera mayoría absoluta incluso calificada.

En suma, mientras los franceses tendrán Presidente electo la noche del 6 de mayo, en nuestro país, como es el TEPJF quien emite la última palabra una vez que resuelva las quejas electorales, lo sabremos quizá dos meses después, como ocurrió en 2006.

Sólo por último, en un escenario cerrado, como me imagino sucederá en uno y otro país, serán los votantes de centro, los indecisos y los útiles, los que contribuirán al resultado final. Allá puede ser el centrista François Bayrou, que trae 8,5% acá el voto útil. La derecha francesa junta tiene 45% y la izquierda agregada 42%. En México estamos en tres bloques, donde nadie tiene mayoría absoluta.

Lo global
Una gran diferencia entre ambas elecciones es la discusión pública en torno a la crisis en un mundo globalizado. Mientras los franceses están preocupados sobre cómo evitar que les llegue la crisis económica que invade Europa, especialmente en la zona mediterránea, nosotros estamos en una frecuencia más mediática, menos orientada a la discusión de la solución de los grandes problemas nacionales. Hay, en México por ejemplo, un debate sobre los debates. Que si sólo son dos o si deben ser más. ¿Que a quién benefician dos o más debates? Ya no se diga la spotización de las elecciones que enturbian la discusión de fondo.

Ciertamente la cultura cívica de uno y otro país es muy diferente. Los galos son los padres de la democracia moderna, mientras nosotros estamos en los primeros balbuceos democráticos, luego del largo periodo donde el PRI las ganaba todas. Pero aun así hay algo común en estos tiempos para las democracias nuevas y viejas.

Los franceses, como la mayoría de los europeos, viven la incertidumbre de la crisis que abate especialmente las economías mediterráneas, la migración o la caída del empleo, y no menos grave el nivel de vida que está provocando suicidios como nunca en países como Grecia e Italia.

Nosotros tenemos salud macroeconómica gracias a una economía altamente petrolizada, que es una bomba de tiempo en el mediano plazo. Nuestras reservas probadas podrían disminuir sensiblemente a partir del 2015, aunque siempre cabe la posibilidad de que sean localizados nuevos yacimientos en esta tierra bendecida.

Pero eso podría ser un problema manejable, si estuviéramos desarrollando otros campos que compensen ya no digamos un agotamiento de reservas, sino una caída de precios del crudo. Ciertamente nuestra economía está pasando por un buen momento incluso mejor que la de países desarrollados, que están viéndose severamente afectados.

Quizá por eso nuestros candidatos presidenciales están más entretenidos con otros temas. Viendo el corto antes que el largo plazo. El país antes que el mundo global, que está demostrado reparte en cualquier momento saldos negativos.

De ahí que el próximo 6 de mayo será crepuscular para los franceses como para nosotros, si los candidatos van a los temas de fondo. Que así sea en los medios y los debates.

 

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