Suscribete
 
1050 3 Mayo 2012

 

EN LAS NUBES
La reforma, I
Carlos Ravelo Galindo

Ciudad de México.- Luis Donaldo Colosio, asesinado en Tijuana, Baja California, el 6 de marzo de l994, fue claridoso en su primer mensaje  como candidato a la presidencia. Vehemente, sin rodeos, planteó una reforma política eficiente, no demagógica, para lograr un México mejor. Ello, su valentía desmedida dicen, le costó la vida.

Aun cuando hubo detenidos, nadie sabe a ciencia cierta quién ordenó su muerte, pero todos lo sospechan. Hoy los que compiten por la Silla, se entretienen denostándose mutuamente, pero ninguno ha dicho algo que en verdad estremezca a quienes votaremos el primero de julio venidero. Inclusive, a nadie interesan los “benditos” debates, porque si serán como el que tuvo en CNN con la “prole” don Enrique, mejor, como dice Rafael Cardona ver el futbol o apagar la tele. Lo último, creemos, sería lo más sensato. Sobre todo cuando hoy las autoridades informan que deben pedir permiso a los concesionados, bendito sea Dios, para transmitir lo que ordena el Instituto Federal Electoral, la ley.

Se olvida el gobierno, por supuesto, que las teles de don Azcárraga,  de don Salinas, de don Slim, y otras muchas adláteres pero con diferente nombre, no son propiedad personal, sino un permiso, una dádiva, una propina, una atención, un agasajo, una gratificación del pueblo. En retribución, a los habitantes, incluidos  los jodidos, divierten con programas de toda índole: bellezas sin ropa, de cómicos, de políticos, y claro, de futbol, de lucha libre, de box. Vaya, hasta con los comerciales por los que nosotros, sí, nosotros con nuestros impuestos, pagamos una millonada cada vez que hay elecciones.

No cabe duda de que quien presume conducir al país no se ha dado cuenta, en doce años, que quien manda no es él, sino quien le dispensa su favor, al ponderar su “trabajo” que por supuesto nadie, propios y extraños, les cree.

Damos una disculpa por esta pequeña digresión y retomamos lo que dijo, y por hacerlo, el que hubiera sido un buen ejecutivo perdió la vida de un tiro en la cabeza y otro en el estómago. Luis Donaldo Colosio enfrentó  al señor de Los Pinos, lo que nadie había osado.

Puntualizó que debía transformar la política para cumplirle a los mexicanos. Tener una nueva relación entre el ciudadano y el Estado. Democratizarlo y acabar con cualquier vestigio de autoritarismo. Reconoció que el origen de muchos de nuestros males  se encuentra en una excesiva concentración de poder que da lugar a decisiones equivocadas, al monopolio de iniciativas, a los abusos y a los excesos.

Para Luis Donaldo la palabra reforma al poder representaba: un presidencialismo sujeto estrictamente a los limites constitucionales de su origen republicano y democrático; fortalecer y respetar las atribuciones del Congreso Federal; hacer del sistema de impartición de justicia, una instancia independiente de la máxima respetabilidad y certidumbre entre las instituciones de la república; llevar el gobierno a las comunidades, a través de un nuevo federalismo.

Significa también la evolución tener nuevos métodos para que cada ciudadano obtenga respuestas eficientes y oportunas cuando requiera servicios, cuando plantee sus problemas o cuando sueñe con horizontes más cercanos a las manos de sus hijos.

Reflexionaba que con tales transformaciones, sus ideales, el ciudadano tendría más libertades, más garantías para que sus intereses fueran respetados; para gozar de seguridad y de una aplicación imparcial de la ley.

Muerto de dos tiros, insisto, dejó inconcluso su deseo, que aún nadie pretende retomarlo. Ni los de su partido y menos los de la oposición, que aun cuando tienen el “poder”, se sienten todavía huérfanos.
     
carlosravelogalindo@yahoo.com.mx

 

Su nombre :
Su correo electrónico :
Sus comentarios :

 

pq94

La Quincena N?92


15diario.com