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1070 31 Mayo 2012

 

CRÓNICAS PERDIDAS
A tomar un café
Gerson Gómez

Monterrey.- La tomé de la mano para invitarla a salir del café y se incendió. Nadie jamás se puede reponer de las primeras impresiones. Una segunda vez carecerá del mismo impacto. Eso lo sé desde hace años.

Había quedado suspendido en la preparatoria. Mi padre me presionaba para conseguir empleo.

Llenar solicitudes. Ir al centro a entregarlas. Buscar el negocio en donde pudiera ser un dependiente más, perdido en las bodegas o frente al mostrador.

Creo que era importante no estar en casa. Sacarme de ahí. Jugando todo el día con videojuegos. Simplemente acostado. Resacándome los huevos.

Una vez me encontró masturbándome. Me reprendió. Agobiado y abochornado entré al baño a darme una ducha con agua fría para que se me bajara.

Papá regresó a la oficina.

Que pésimo gusto entrar a la recámara de alguien más sin avisar. Pero bueno, es su casa. Son sus reglas.

Dejaba consumir las horas frente al televisor. Escuchando el radio con los audífonos a todo volumen. Para que se olvidara quién era yo.

Un estudiante de preparatoria suspendido. Sin poder terminar, con carácter de cualquier escuela de la universidad pública del estado.

Dinero para una privada, tendría que salir de mi bolsa. Pero como siempre evito complicar, estaría un año más sin que hacer. Hasta poder aprobar el álgebra del primer semestre.

Alzarme la canasta, lo mencionó a sus conocidos papá. Eso soluciona muchos de los conflictos que puedan mantener con sus hijos.

Creo que se refería a que no la tuviera fácil. Por mis propios esfuerzos abriera brecha en la vida.

Regresé por misterio de la fortuna a regularizarme. Un fantástico 70, siete cero, mínimo requerido para aprobar, saltar ese obstáculo.

Entonces la conocí, en el muro donde colgaban las calificaciones. Los papeles detrás del cristal. Usando la mano para guiar la regla imaginaria con el resultado. Fantástico. Excelente. Party Time.

Ella también, se encontraba en la misma situación. Y de las cuatro materias pendientes, las había aprobado todas. Seríamos compañeros el próximo semestre.

Me atreví a invitarla a tomar un café. Contaba con el suficiente capital para demostrar interés.

Estaba de suerte, lo sabía.

Y ella también corre con buena estrella.

 

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