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1073 5 Junio 2012

 

ANÁLISIS A FONDO
Cambio de piel en la Ibero
Francisco Gómez Maza

Josefina intentó echar su resto
No le fue mal como a Peña, pero…

Ciudad de México.- Bien dice el doctor César Cansino que no hay nada más grotesco que un político en campaña. Y caricaturesca ─con perdón de ella y de sus correligionarios─, la comparecencia de Josefina Vázquez Mota, ante un auditorio estudiantil integrado por preparatorianos y alumnos de cursos de verano ─la Universidad Iberoamericana está de vacaciones─, aparentemente dócil, condescendiente, respetuoso. Pero no tanto.

Todo, menos irresponsables, los jóvenes que escucharon a la panista. Sus simpatizantes la aplaudieron. Sus oponentes le descargaron duros, dramáticos reclamos.

Lo relevante no fue que la candidata haya pasado el retén de la Ibero ─al priísta Enrique Peña Nieto le fue pésimo porque los estudiantes se indignaron ante el insultante aparato de seguridad del mexiquense─. Lo relevante fue que el fantasma de los 49 bebés muertos en el incendio de la Guardería ABC, el 5 de junio de 2009 ─hoy martes, tres años de impunidad─, y los más de 60 mil muertos de la guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado, opacaran los esfuerzos de la candidata por lograr la simpatía del auditorio, en el que estuvieron muy pocos de los victimarios de Peña Nieto.

De playeras con mensajes como “Yo sí soy perfecto, Orgullosamente Ibero” (referidos a la ofensa que en el Instituto Tecnológico Autónomo de México profiriera Josefina cuando dijo, palabras más, palabras menos: “Nadie es perfecto”, por haber estudiado en la Ibero),  un grupo del movimiento #SomosMásde131, de los que confrontaron a Peña Nieto en su visita al campus universitario, el viernes 11 de mayo, le recordó el nombre, uno por uno, de los 49 niños muertos por la irresponsabilidad, la desidia y la mala fe de funcionarios públicos de la administración de Felipe Calderón.

Los del #SomosMásde131 le regalaron además un ramillete de flores de cempasúchitl (la flor de muertos mexicana) a nombre de los periodistas y los defensores de los derechos humanos asesinados.
Josefina insistió en pedir perdón por el desprecio a la universidad donde se graduó de economista. E informó que había desterrado de su equipo de campaña a Juan Molinar Horcasitas, director del Instituto Mexicano del Seguro Social cuando ocurrió el incendio de Hermosillo. La guardería era una concesión otorgada a particulares por esa empresa pública.

No le fue a Josefina tan mal como a Peña Nieto, porque no estuvieron presentes “los rijosos”, pues el grueso del estudiantado veranea en algún centro de vacacional, pero se vio echando su resto, a sabiendas de que sólo un foxista milagrito podría lograr su repunte en las preferencias de los electores, máxime que, como nunca, su partido exhibe serias cuarteaduras, con un ex presidente Fox pidiendo el voto para el priísta Peña Nieto, porque es el puntero, el que va a ganar las elecciones del primero de julio. Y panistas prominentes, yéndose al redil priísta.

Si convenció a sus seguidores, obviamente que no necesitaba convencerlos. Están seguros de que ella será la sucesora de su correligionario Calderón, no se hizo graciosa a la mayoría y menos a observadores y analistas.

Discurso plano, reiterativo, aburrido y, más que nada, sensiblero. Intentó la señora llegarle a los jóvenes por el sentimentalismo. Cuatro veces se disculpó por la ofensa aquella en el ITAM, un dislate que no se lo perdonará nunca el grueso del estudiantado jesuita, aunque en realidad sea irrelevante.

Llegó a su despreciada Alma Mater y cambió de piel. A la dureza con que ataca a sus contendientes del PRI y de la izquierda, ayer le surgió lo sentimentaloide, lo sufrida, la autoconmiseración, la  condescendencia, apelando a la misericordia, al perdón, siempre pidiendo autorización a las autoridades de la universidad. Pareció que trataba de hacerse pasar diferente del panista medio, fanático, fundamentalista, intolerante.

Muy buena parte de su intervención la dedicó a contar íntimos pasajes de su vida, aburridas anécdotas, sin lograr enternecer a su auditorio. Hasta el extremo: pidió un minuto de silencio por todos los muertos. Y declaró: “No hay una sola muerte colateral”. A los muertos por errores de las fuerzas de seguridad, el presidente Calderón los califica como “daños colaterales”.

Los estudiantes que le preguntaron le perdonaron la vida. Preguntas tranquilas, suavecitas; podría decirse que a modo. Ah, le pidieron una oferta “diferente”, “novedosa”. Ella ofreció gobierno de coalición. Ciertamente nada diferente, ni mucho menos que no se haya manejado, e infructuosamente por estar fuera de lugar en un sistema presidencialista como el mexicano.

Como que el padre José María Morales, rector de esa casa de estudios, negoció con sus pupilos, para no hacer las olas que se levantaron el 11 de mayo.

Y ahí quedó Josefina, cada vez más lejos de la posibilidad de suceder a Calderón, salvo que el señor de las botas haga el milagrito.

analisisafondo@cablevision.net.mx

 

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