El viejo Fox
Efrén Vázquez
Monterrey.- ¡Qué ironía! Quien hace doce años pedía a gritos sacar a patadas al PRI de Los Pinos, el ex presidente panista Vicente Fox Quesada, ahora, desesperado, pide a los albiazules cerrar filas con Enrique Peña Nieto (EPN), para que el PRI regrese a Los Pinos. ¡Gracias, vida, por permitirnos presenciar tan colosal incongruencia!
Fox pide un voto útil para quien se perfila como el ganador de la elección presidencial del 2012. Según él, EPN. Y a partir de su no aceptación de los resultados de la encuesta del periódico Reforma, en la que la distancia entre EPN y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es sólo de 4 puntos, argumenta que no hay por qué tener miedo al autoritarismo del PRI, pues tenemos una prensa libre y una auténtica división de poderes; así es que no podrá haber autoritarismo del tricolor, “esa es una farsa”, dice.
“No hay tal, o sea, eso de que hay cuatro puntos de diferencia. Siguen siendo 15 puntos o 18 puntos de diferencia que lleva Enrique Peña Nieto sobre quienes están en un empate técnico, que son Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador”, sostiene Fox (Excélsior, 4 de junio).
La desesperación de Fox y la del ex dirigente nacional del PAN, Manuel Espino, lo ha llevado a caer en serias incongruencias. Probablemente se deba a que conoce los secretos de los resultados de las verdaderas encuestas, los que posiblemente colocan a Josefina Vázquez Mota (JVM) muy por debajo de lo que las empresas encuestadoras muestran; y a AMLO muy cercano, o por arriba de EPN.
La posición de estos encumbrados panistas, prueba fehacientemente lo que muchos dijimos hasta el cansancio durante los más de 20 años que duró la transición democrática: que el PRI y el PAN son dos caras de la misma moneda, la moneda del neoliberalismo.
Tan es así que sólo estos dos partidos, haciendo a un lado a las demás fuerzas políticas del país, han podido llegar a acuerdos. Sobre todo con Carlos Salinas de Gortari. Pero sólo para impulsar el modelo económico neoliberal y, con ello, políticas públicas que sólo favorecen a los grandes monopolios, en detrimento de los más altos valores de la revolución mexicana.
Veamos algo de historia: después de la aparición del “ratón loco”, que robó la presidencia de la república a Cuauhtémoc Cárdenas, en contra del sentir de la mayoría de los mexicanos, la alianza PRI-PAN hizo más tortuoso el camino hacia la transición democrática.
El Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, por ejemplo, salió de un gotero controlado por el PRI y el PAN. Fue necesaria hasta la presión del EZLN, para que se soltaran las amarras que estos partidos ponían al surgimiento de la democracia.
Si esto es así, ¿qué hay de extraño que los defensores de los intereses de los poderosos, ante el fracaso electoral de JVM, convoquen a los panistas y a todos los mexicanos a votar por EPN? Lo extraño sería que quien sacó al PRI de Los Pinos, ante la escuálida campaña de JVM, convocara a votar por AMLO. Eso sí sería un signo de locura del viejo Fox.
Pero mirando las cosas con seriedad, no fue Fox quien sacó al PRI de Los Pinos; fue el voto mayoritario de los mexicanos que así lo quisieron. Vicente Fox fue simplemente el personaje que coyunturalmente apareció en la escena; en él se vio al caudillo del momento: “¡No nos falles, Fox!”, se gritaba en el 2000; como ahora, en el 2012, se grita: “¡No nos falles, AMLO!”.
Somos un país de caudillos, esa ha sido parte de nuestra historia...
Pero ahora la historia, al parecer, se está haciendo de manera diferente, las sombras de los caudillos poco a poco se diluyen. Enfrentar al coloso Televisa, como ahora se enfrenta por jóvenes estudiantes de instituciones educativas de por lo menos la mitad de México, que se agrupan en el movimiento #Yo soy 132, restregarle sus mentiras calumnias, desinformación e idiotización, en las puertas de su casa, exigirle seriedad y democratización en la información, etcétera, es algo que nunca se había visto.
Enhorabuena: se siente en el rostro la frescura de un aire nuevo que recorre por todo el país. De un nuevo aire suave y fresco que sacude las conciencias de jóvenes y viejos; de un nuevo aire que mueve a pensar a ciudadanos que militan (o han militado) en el PRI y en el PAN, o que nunca han militado en ningún partido, que en esta elección presidencial sí hay que recurrir a la estrategia del voto útil. Pero no a favor de EPN.
