FRONTERA CRÓNICA
Nuevo León alterno
J. R. M. Ávila

Monterrey.- Apenas despierto, escucho al Secretario Estatal de Seguridad Pública, Javier del Real, diciendo: "Lo que sí les puedo asegurar, y eso créanme que es una certeza, es que Monterrey, a pesar de lo que se dice y lo que se supone, específicamente su zona metropolitana, ya no se diga el estado, es un estado puntero en cuanto a seguridad pública se refiere. No les quepa duda que somos el ejemplo a nivel nacional, en lo que respecta al esfuerzo que el gobierno del estado está haciendo en relación con el tema".

Lo primero que supongo es que sueño pero cuando me doy cuenta de que las palabras provienen del televisor, en lugar de sentirme reconfortado ante la palabra del señor, me da por indignarme. Alguien dirá que no sabe qué gano con esto pero, lo siento, no se trata de una decisión.

Esa es la cuestión. Si se tratara de proponérmelo, no me saldría tan bien. Y no es que dude de cuanto dice, sino que tengo la impresión de que se está burlando de nuestra percepción. ¿En qué Nuevo León gobierna esta gente? ¿Será que Nuevo León ha cambiado ahora que ando en Zacatecas o es que se trata de uno alterno?

Me levanto de la cama y mientras me dirijo al baño alcanzo a escuchar que un comando armado entró a la casa de un hombre y lo asesinó de cuatro balazos en una colonia de Guadalupe. “Ya decía yo”, pienso, pero al instante aclara el locutor que se trata de Guadalupe, Zacatecas.

En fin, por la tarde, ya de regreso en autobús a Monterrey, me acuerdo de aquellas clases de matemáticas en las que la profesora Leticia nos explicaba algo y en seguida ponía en el pizarrón con letras grandes: “Contraejemplo”, para indicarnos precisamente cómo no se resolvía el problema.

No me queda más que sonreír mientras me pregunto si el Secretario Estatal de Seguridad Pública de Nuevo León no se habrá equivocado al declarar. Y me imagino de inmediato a un vocero, al estilo del de Fox, diciendo: “Lo que el Secretario quiso decir fue que en cuanto a seguridad pública somos el contraejemplo a nivel nacional”.

Después de seis horas de viaje, desciendo del autobús y tomo un taxi. El hombre sintoniza las noticias y de pronto se escucha de nuevo la declaración de Javier del Real. Como no conozco al conductor, en lugar de opinar yo, le pregunto qué opina sobre lo que el funcionario dice.

“Fíjese que yo creo que han cambiado las cosas porque este gobernador sí se ha fajado”, dice. “¿Usted cree?”, le digo para que siga hablando. “Ei. Y es que la delincuencia ya se estaba pasando. Pero nomás llegó este gobierno y todo mejoró. Claro, no hubiera sido así, sin el respaldo del presidente. Por eso ahora la ciudad está tan tranquila”.

Cuatro patrullas se nos atraviesan en un crucero en el que tenemos luz verde. Llevan prisa. Supongo que violan la luz roja para enfrentarse con delincuentes, pero no quiero preguntar porque el conductor del taxi es capaz de decir que se les ha hecho tarde para cambiar de turno o que se les ha pasado la hora de cenar.

Ciudad tranquila. No cabe duda. O he llegado a un Nuevo León alterno o estoy enfrentándome con nuevoleoneses alternos (“No estamos solos”, recuerdo a don Pedro Ferriz). Para no hacer caer a nadie en provocación alguna, apunto hacia el cielo y digo: “Qué bonita es la luna de octubre, ¿verdad?”. El hombre contesta sonriendo: “Ei”, y respiro aliviado.