Resignación regia
Ricardo García Martínez
Monterrey.- A pesar de los resabios y disgustos que han propiciado las autoridades municipales, estatales y federales con casinos, vialidades espantosas, mal manejo ambiental, pauperismo, incrementos en la energía y violencia diaria, hay resignación de los regiomontanos por lo que viene.
Dóciles a la inercia de decisiones erróneas gubernamentales, sumisos al empozamiento de la farsa de funcionarios en el problema de casinos, vialidades caras y extorsiones, los regios aceptan el día con día de Peña, Medina y Arellanes.
La urbe de Monterrey se convirtió desde hace 15 años en una ubre donde los gobiernos blandengues hacen negocios privados en asuntos y parques públicos. Las consecuencias son las siguientes:
Pocos cumplen la normatividad urbana al construir grandes edificaciones departamentales, comerciales y servicios, con consecuencias en el abasto luz, gas y agua pronto escaza.
El Río Santa Catarina sigue siendo una cicatriz sin solucionar la vialidad, deportes y el esparcimiento popular.
El Río La Silla sigue sin adecuaciones deportivas e intentan canalizarlo con concreto con el consiguiente descuido de basura y mantenimiento.
Las vialidades no cambian en su vertebración de hace un siglo.
Por ejemplo Tapia, Isaac Garza, Aramberri (que pudiera ser una diagonal con Leones al Poniente y Revolución al Oriente), Morones Prieto (que deja de ser un servidor funcional hacia el poniente para el sector Sur), entre otras.
Los 4 metros por habitante de Parques y Plazas Urbanas pronto se disminuirán con el lógico crecimiento demográfico, cuando la necesidad actual es 12 metros.
No hay aparatos disponibles para valorar la contaminación, aumentando en el aire sólidos ferrosos, polvo de tierra y gases de los 2 millones de autos.
El cristianismo predica amor a los pobres por ello tenemos 70 millones en el país con acomodo en la violencia.
En Monterrey encontramos individualismo y conformismo a excepción de grupos ecologistas y filántropos que actúan para remediar este camino erróneo de obras falsas. Monterrey urge de ciudadanos menos resignados que abdican sumisos a que progresivamente se siga dañando la ciudad.
