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1289 4 Abril 2013

 

2 de abril de 1903 en Monterrey, II
Héctor Franco Sáenz

Los acontecimientos

Monterrey.- Como todos los años, desde que está al frente del gobierno el general Reyes, las fiestas del 2 de abril son un acontecimiento compuesto de festejos que se dan principalmente en la Alameda “Porfirio Díaz” hoy “Mariano Escobedo”.

Respecto a los sucesos de 1903, el Periódico Oficial del Estado No. 27 del 3 de abril de ese año, primero consigna las felicitaciones que a nombre de municipios y del gobierno del estado envía Reyes al general Díaz, donde le informa que los festejos en su honor se desarrollaron con mucho orden y entusiasmo, “no obstante un incidente lamentable ocurrido en una manifestación agena al mismo” (sic).

En la misma fuente, Díaz agradece a Reyes su “bondadosa felicitación” y éste envía una reseña del “lamentable incidente” al ministro de Gobernación, donde informa que a las 10 de la mañana de ese día, frente a su casa, atendió una manifestación ordenada y correcta de unos dos mil quinientos hombres a los que hizo recomendaciones de respeto a sus enemigos políticos, la cual concluyó sin el menor incidente pero que cuando éstos se dirigían al rumbo occidental de la ciudad, en el lado oriente de la Plaza Zaragoza, “los manifestantes de la oposición, muchos ebrios y con pistola en mano, insultaron a la policía y les hicieron disparos que ocasionaron la muerte de dos gendarmes, también murieron dos paisanos y hubo dos heridos”.

Agrega Reyes al Ministro Ramón Corral, que ya la autoridad judicial conoce del asunto y que “como la policía se impuso en dos o tres minutos, y sólo un pequeño grupo de desordenados hubo que reprimir, aprehendiéndose a algunos cabecillas, se disolvió instantáneamente el resto del concurso que lo formaban, seis o setecientas personas, y la población ha quedado tranquila”, concluyó Reyes.

En otra parte del mismo testimonio, los empresarios más importantes de Monterrey otorgan un voto de confianza y gratitud al gobernante, donde resaltan el empuje que él y el general Díaz, han dado a la industria y las finanzas regiomontanas.

El siguiente número del Periódico Oficial, del 7 de abril, reproduce la comunicación del Jefe Militar a la Secretaría de Guerra, reproduciendo en términos generales, el parte rendido al Ministro de Gobernación por el general Reyes, subrayando que “se aprehendieron algunos de los principales agitadores, pero que la ciudad no se encuentra alarmada por el incidente”.

Otra versión sobre el mismo suceso dice que el grupo “reyista”, se reunió frente a la casa del gobernador y el grupo de estudiantes en la Alameda, para escuchar a los oradores de la “Gran Convención Nuevoleonesa”. Cuando el grupo de los estudiantes comienza a avanzar hacia la Plaza Zaragoza, se encontró con algunos partidarios del grupo reyista y la policía municipal; de pronto, alguien dispara y entre tanta confusión, ambos grupos siguieron disparando desde la azotea y los balcones de la Plaza Municipal.

De esa afrenta, resultan ocho muertos y setenta heridos, además de que cientos de personas pertenecientes al grupo de la Convención (oposición) son encarceladas y el resto huye. Uno de los opositores que fue encarcelado y estuvo algún tiempo en la penitenciaría para luego ir a los Estados Unidos, es Adolfo Duclós Salinas (coahuilense), que luego en San Luis, Missouri, publica importantes obras precursoras de la Revolución Mexicana como: “México Pacificado”, “Héroe y Caudillo” y “Emigrados Políticos”. En esa misma ciudad en 1906, se crea la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano.

Antonio I. Villarreal, del Club Liberal Lampacense, continúa luchando a favor de la causa revolucionaria al lado de los hermanos Flores Magón y su hermana, Andrea Villarreal, escribe en “Regeneración” y en la “Prensa” (de San Antonio), en contra del gobierno de los Estados Unidos.

Otra versión dice que en Monterrey, el 2 de abril de 1903, “hubo un movimiento político liberal en el que tuvo participación Francisco de P. Morales, que culmina con un tiroteo en la plaza de Zaragoza. Esta manifestación pacifica la hicieron liberales que estaban respondiendo a la represión del régimen de Díaz, pero éste al ver la asociación de los liberales inconformes, empezó a reprimir a los militantes o simpatizantes de aquella oposición política. Suspendió artículos y decomisó imprentas que publicaban sus escritos” (5).

Camilo Arriaga, por su parte, en “El Gráfico” del 12 de diciembre de 1930, recuerda que “En 1903, el pueblo en masa preparó para el 2 de abril de ese año una gran manifestación, tan espontánea a favor de su candidato, pero el general Reyes en su despecho porque esa clase de manifestaciones no eran para él, colocó tropa armada en los altos del Palacio Municipal, con órdenes de hacer fuego sobre la muchedumbre que tenía que pasar por allí. Orden que fue ejecutada al pie de la letra, quedando la calle momentos después, cubierta de muertos y heridos” (6).

Otro autor, contemporáneo de los acontecimientos, como José R. del Castillo, dice que ya para entonces, Reyes había caído de la gracia de Díaz, por lo que regresa a Nuevo León en una pésima situación política y plantea, que los oposicionistas de Reyes, “estaban azuzados y sostenidos por las intrigas científicas, que desde los primeros días de su nueva administración es molestado por un partido oposicionista, valiente aunque muy mal organizado, cuya primera y única campaña fue la del 2 de abril de 1903, con suerte tan aciaga que siempre se recordará en aquella ciudad y en todo el país” (7).

Agrega que: “Aquel triste suceso bien merece que se le dediquen algunas líneas. La oposición había escogido aquel día de festejos porfirianos que se dedicaban en loor al Caudillo para amparar sus ataques contra el gobernador en desgracia con la festividad oficial y el entusiasmo popular consiguiente. Lo más distinguido de la sociedad regiomontana tomó parte en la manifestación que pudo organizarse libremente. Cuando estaba reunida una muchedumbre y el entusiasmo popular y político subió de punto, sin motivo aparente, sin agresión por parte de los manifestantes, sin que estos motivaran desorden ni conflicto alguno, apareció en la plaza mayor de Monterrey, donde se celebraba aquel mitin, una numerosa fuerza de policía que embistió contra los manifestantes, los curiosos y el pueblo, de un modo cruel y despiadado, haciendo continuos y numerosos disparos que causaron infinidad de víctimas. El suelo quedó en unos instantes cubierto de muertos y heridos (8).

Continúa el autor diciendo que “El apasionamiento o la mentira oficial han desfigurado los hechos. Unos dicen que los directores del mitin injuriaron soezmente al general Reyes, y que cuando algunos policías quisieron impedir tales denuestos, fueron atacados y dispersados por los manifestantes, cosa muy creíble como una intriga científica. Que los manifestantes fueron los que rompieron el fuego contra la policía. Que la mayoría de los muertos fueron de la policía” (9).

Menciona para concluir Del Castillo, que todo mundo esperaba que Reyes caería, pero no sólo eso no sucedió, sino que continuó como gobernador del estado y se reelige en el cargo, “por el Gran Elector, que hizo callar las murmuraciones de los científicos y puso término, por entonces y por aquel atentado, a las intrigas limantourianas” (10).

Las reacciones
A pesar de la tranquilidad oficial sobre el asunto, al día siguiente en la Ciudad de México, el Club Ponciano Arriaga dirigió a la Cámara de Diputados una carta donde denuncian “la infamia” cometida por el gobernador Reyes, mismo que al poco tiempo fue ensalzado por Porfirio Díaz, quien brindó con él diciendo: ¡Así se gobierna!

El libro seis (1857-1910) de la obra “Planes de la Nación Mexicana”, publicado por la LIII Legislatura, el Senado de la República y el Colegio de México en 1987, contiene un documento con el título de “Protesta del estudiantado de Nuevo León por la actitud anticonstitucional del señor general Bernardo Reyes”, con fecha del 5 de abril del año citado.

En el mismo se señala que: “Los estudiantes neoleoneses en esta capital protestamos con toda la energía de nuestra alma, con toda la indignación del patriotismo herido, con todo el vigor de una conciencia honrada, contra el cobarde atropello, contra el atentado salvaje que para mengua de nuestra cultura, ha cometido a la faz de la Nación y con desvergüenza suprema, el gobernador de Nuevo León, general Bernardo Reyes”.

Este documento, que se considera como un testimonio de los primeros movimientos estudiantiles en México, lo firman cerca de veinticinco estudiantes regiomontanos en la capital, entre ellos Faustino Roel, Saturnino Hinojosa, Severo de León, Albino Martínez, Manuel Montero y Nemesio García Naranjo.

Continuará…

Notas
5.- http://biblioteca.redescolar.ilce.edu.mx/ (02/04/2003)
Breve Historia de Nuevo León: Lucha Antigobiernista
6.- ARRIAGA, Camilo. www.starmedia.com (3/04/03)
“La mano férrea de la dictadura y el congreso liberal de San Luis Potosí”.
7.- DEL CASTILLO, José R.          Historia de la Revolución Social de México. 1ª. Edición 1915. 2da. Edición, 1985, INAH, P, 178
8.- ÍDEM. P. 179
9.- ÍDEM. P. 179
10.- ÍDEM. P. 179. Nota: cuando se refiere a los “científicos” es al partido que con ese nombre apoyaba a Díaz en el poder.

 

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