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1301 22 Abril 2013

 

¡Es el contexto, estupido!
Ernesto Hernández Norzagaray


Mazatlán.-Una constante en los estudios electorales es el contexto para la renovación de cargos públicos. Se trata del estado de los humores públicos, la situación económica de la mayoría de los potenciales votantes, el comportamiento de los actores políticos e institucionales, la actitud de los medios de comunicación o el desempeño de los gobiernos.


Ahí se encuentran los incentivos que tiene el ciudadano medio para participar en ellos. Entonces, la recomendación del sentido común para los partidos sería influir en ese contexto para posicionar una marca electoral, un programa, un candidato. Ya sea posicionándose ante las políticas del gobierno o los problemas graves o sencillos, que afectan la comunidad deseada. Se trata pues de tener visibilidad y prever posibilidades de éxito.


Pero, en Sinaloa ocurre que las cosas no son así, los partidos políticos están lejos del debate público que es un factor indispensable en una democracia representativa. Hay una separación ostentosa entre el político y la ciudadanía. O peor aún: ese contexto está cargado de malas noticias y parece haber pocos incentivos para la participación.


Una sociedad acotada


El diseño institucional está hecho para beneficio de los políticos y los poderes fácticos, no para la sociedad organizada. Se le han regateado mecanismos reales de participación ciudadana de manera que pueda influir en las decisiones de los gobernantes. Pero, además, el acotamiento ha llevado a franjas de ellas al desprecio de la política.

Pues ven muchos una política para servirse, no para servir. Y esto ha creado una sociedad atemorizada, indiferente y silenciosamente molesta, porque ve que la mayoría de sus problemas se administran, no se resuelven.

Una competencia que no es pareja

Como estado de la federación somos únicos en la conversión de votos en escaños.  Nuestro diseño electoral conserva incólume la sobrerrepresentación que se desprende de la existencia de distritos electorales municipales. Un contrasentido al 115 constitucional que establece el criterio geográfico-demográfico para garantizar el principio básico de toda democracia representativa “un voto/un ciudadano”. En ese diseño vale más el voto de un ciudadano cosalteco o choixeño que el de Ahome, Guasave, Culiacán o Mazatlán.

Pues si bien estos últimos  tienen más de un distrito electoral, nunca se compara con la proporción de su población. Entonces, quien tiene mayor capacidad clientelar en los primeros tiene ventaja sobre el resto para una mayor representación en el Congreso del estado. Si esto fuera poco, la ley tiene el mal llamado “candado de gobernabilidad”, que garantiza la sobrerrepresentación del partido más votado.

Aun cuando la gobernabilidad no depende solamente de la variable electoral puede, por ejemplo, ser mayor el grado de violencia criminal o la baja inversión económica la que garantiza estabilidad. Entonces, si está disposición señala que con el 42% se puede alcanzar el 52.5% de la representación política, lo que gana uno, lo pierden otros.

Un CEE cuestionado

El árbitro electoral debiera ser no solo legal, sino legítimo. Resultado no sólo de requisitos establecidos en la norma sino producto de un proceso transparente de competencia entre quienes fueron convocados para ocupar cada uno de los cargos de la institución que organizara los comicios del próximo verano.

Lo que hemos visto es que quienes llevaron sus papeles al Congreso del estado con el fin de competir con su curriculum no fueron valorados en sus capacidades profesionales sino se impuso la  “suerte” de la bien llamada “familia electoral”. Esto es el grupo compacto y mayoritario que tiene como principal característica la mayor o menor permanencia en el órgano electoral y compartiendo la mayoría de las decisiones Luego se dice que en el CEE, no se hacen relaciones políticas. Claro.

Los “chapulines”  

Amparados en la ausencia de disposiciones legales contra este mal, el llamado chapulineo político alcanza niveles escandalosos: 4 alcaldes, 23 diputados, 16 regidores, 15 funcionarios estatales y 71 funcionarios municipales, dejan sus responsabilidades institucionales y se van a sus partidos a buscar una nueva nominación para un cargo de elección popular, no por un proyecto político, sino simple y llanamente por no quedar, los siguientes tres años, fuera del presupuesto público.

Varios de ellos son los mismos que mostraron un bajo rendimiento legislativo o una ostentosa incapacidad para atender los problemas de su municipio. Sin embargo, eso no les importa mucho, basta que les voten 15-20% de la lista nominal para seguir disfrutando de los beneficios de los jugosos presupuestos estatales, municipales y haciendo negocios particulares.

Poderes fácticos

Los partidos sinaloenses y sus candidatos están sujetos hoy más que nunca a los intereses de los poderes facticos, esos que sin ser electos operan en las sombras del poder político, promoviendo carreras políticas y adoptando decisiones que debería ser parte de la negociación en la lucha institucionalizada del poder. Esto ha producido una generación de políticos cortesanos que antes de competir por una nominación pública, compiten por estar en el ánimo de los personeros del poder real.

Es por ello que existe un desgaste impresionante en el sistema de partidos al grado de que en el estado cada día hay menos contrapesos políticos, lo que deriva en una vida institucional frágil y basada muchas veces en el abuso del poder.

Partidos, p-a-r-t-i-d-o-s

A la par de la debilidad de la llamada chiquillada partidaria que se encuentra al borde de la inanición política por la falta de los nutrientes de identidad y votos, y donde el PAS viene a disputarle lo poco que les queda de clientelas, hoy los partidos grandes manifiestan una seria  debilidad por su falta de independencia y la influencia perniciosa de los poderes facticos.

Primero, lo vimos en la elección de la dirigencia estatal del PAN, que antes que ser una dura competencia interna a la que nos tenía acostumbrado el partido creado en Sinaloa por los hermanos Avilés - Aquellos pioneros que llegaron desde Los Mochis en su tarea quijotesca-, lo que vimos fue como las peores prácticas de la política se metieron hasta la cocina ante el silencio penoso de iconos de la tradición blanquiazul.

El PRI más recientemente se ha quedado sorpresivamente y sin mayor explicación sin dirigente estatal y ahora el priismo está en manos de un delegado del CEN que no puede ser imparcial. Viene luego de la separación de quienes reclamaban castigo para los desleales de 2010 y la presunta negociación del gobernador sobre posiciones para las elecciones de julio. Aquel niega, pero en política, no hay casualidades.

Por eso la priista Mayra Peñuelas señala enojada en su cuenta twitter: “Asume la presidencia del PRI Jesús Enrique Hernández. Así mismo se entregan 9 presidencias municipales a Malova y 10 diputaciones.

Échense ese trompo a la uña. "¡Viva la democracia!”, y remata en otro mensaje para la red: “¡La LEALTAD No se premia! Se premia la traición y la deslealtad. Hechos son amores, no buenas razones. ¡Viva la democracia!”.

Deuda pública

Finalmente, un factor de contexto es el desempeño del gobierno malovista, que podría incidir sobre la participación y las preferencias de los ciudadanos. ¿Ha hecho buen papel Malova como gobernador? ¿Cómo lo valoran los ciudadanos? ¿Qué percepción tienen estos sobre los políticos? Las encuestas compradas envueltas en celofán de propaganda no tienen duda y es por supuesto bien valorado. Sin embargo, basta recordar la percepción los ciudadanos sobre seguridad y el endeudamiento público.

Los índices de violencia y el número creciente de desplazados de la zona rural siguen siendo altos, aun cuando el primero se presume una baja relativa respecto del último año de Aguilar Padilla. Y el nivel de endeudamiento del estado no parece tener límites, ni controles legislativos.

La falta de una adecuada rendición de cuentas y la falta de transparencia en el manejo de los recursos públicos como también los casos de corrupción, que han sido denunciados por la prensa, son una muestra de los rasgos que tiene un gobierno que ofreció el cambio político.

En definitiva, los comicios intermedios del próximo verano, es probable que tengan una baja participación frente a las cifras de 2010, los incentivos para que sea diferente no se ven a la vista porque no hay un proyecto de cambio que exija continuidad del gobierno. Lo que estamos viendo será lo mismo en seis meses o en un año. El desencanto está a flor de piel.

Solo podría ser distinto, si los actores políticos se propusieran enmendar la plana o que la sociedad organizada continué con su tarea paciente de convencer de la necesidad de un gobierno decente porque renunciar a esa aspiración ya no tendría asideros de ningún tipo y entonces como diría Michelangelo Bovero, estaríamos sin remedio en manos de la kakicracia, el llamado gobierno de los peores.

En definitiva, parafraseando la provocadora frase de James Carville, estratega de la primera campaña electoral de Bill Clinton, nos queda decir: ¡Es el contexto, estúpido!

 

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